miércoles, 30 de diciembre de 2020

BENJAMIN VICTORICA. Las grietas se superan

BENJAMÍN VICTORICA. Libros, espadas, cascos y balanza de la justicia.
Fotos personales tomadas el 9 de octubre de 2020.
Esta es una obra de una riqueza de lenguaje simbólico muy interesante. En la puerta de entrada a la cripta vemos un libro en referencia a la condición de abogado de este militar. Este libro está acompañada en la otra hoja de la puerta por una espada y un casco que nos habla de su condición de ser parte del ejercito pero también aparece la balanza de la justicia mostrando las distintas vertientes de la vocación de este personaje histórico. Las guirnaldas que dan fondo a toda esta simbología me resultan una incógnita y me cuesta pensar que sean laureles. En uno de los costados vemos que esta simbología se repite pare se agregan ANTORCHAS INVERTIDAS, que a diferencia de muchos, las interpreto como la luz de la vida y la memoria que aún en las sombras de la muerte y del olvido sigue brillando.

Les recomiendo leer con atención la biografía de este personaje porque nos puede mostrar cómo en el pasado los políticos argentinos podía reparar las grietas y quienes habían actuado en bandos muy opuestos, por sus méritos podían ser reconocidos por antiguos adversarios e invitados a cooperar con ellos en la construcción de una Argentina en búsqueda de armonía.

RECURSO.

Benjamín Victorica nació en Buenos Aires el 14 de setiembre de 1831, siendo sus padres, Bernardo Victorica, que desempeñó la Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires por espacio de diez años durante el gobierno de Rosas; y Juana Josefa Vivanco.  Se educó en el Colegio de los Jesuitas y en el Colegio Republicano de Buenos Aires.  Se graduó en 1849 de doctor en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires.  Su tesis versó sobre “Los efectos del bloqueo”.

 Fue ferviente rosista desde la Academia de la Jurisprudencia y las columnas de La Gaceta Mercantil, donde publicó loas al Restaurador y a Manuelita y panfletos en verso contra Urquiza.  Uno de sus poemas más conocidos es el que dice:

 Y tú, Urquiza traidor, bandido insigne,

Calígula, Nerón, Atila fiero!

Tiembla, que ya se alza poderoso

De la justicia vengador acero!

De 1849 a 1851 desempeño sus funciones de Oficial de la Asesoría del Gobierno y Auditoría General de Guerra y Marina.  De 1851 al 52 actuó como secretario del General en Jefe de Vanguardia, Angel Pacheco, quien lo distinguió con su absoluta confianza.  Con el grado de sargento mayor participó en el combate de los campos de Alvarez, el 31 de enero y en la Batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852.  Después de esta batalla Urquiza lo buscó y lo llamó a su lado como colaborador.  El mismo ha narrado su primer encuentro con el entrerriano, en los días que Hilario Lagos sitiaba Buenos Aires: “Fueron el general Gerónimo Costa y el doctor Baldomero García los que me introdujeron a la relación con el general Urquiza.  Habían ido a San Nicolás a visitarlo, y con motivo de la activa correspondencia que con ellos mantenía y que ellos comunicaban al general, informándole de la situación en que se encontraban las fuerzas de Lagos como la de Buenos Aires y tendencias políticas respectivas, el general los recomendó me escribiesen, indicándome que saliese a recibirlo a alguna distancia de Flores, pues deseaba antes de llegar, conversar conmigo e informarme suficientemente de algunas particularidades y de todo lo que él creyese necesario.  Efectivamente, salí hasta el Puente de Márquez, encontrándolo en marcha, y siguiendo con él a caballo hasta Flores; durante esa marcha nada le quedó por saber de lo que deseaba instruirse.  Desde el primer momento simpaticé con él, y me pareció que logré impresionarlo favorablemente.  Me trató con suma afabilidad y se interesó en intimar relación conmigo, pues durante su permanencia en Flores me obligó a frecuentarlo, invitándome muchas veces a su mesa”.

 “Apóstata maldito” habíale dicho a Urquiza en 1851, y las palabras se habían vuelto contra él en aquel verano de 1852, en que junto con Miguel Navarro Viola, Juan Agustín García, Juan del Campillo y otros, redactaban el periódico crítico-burlesco El Padre Castañeta, algunas de cuyas ediciones fueron secuestradas por el gobierno liberal.

 En 1853 ocupó el cargo de Administrador de la Aduana Nacional, y al año siguiente, el de Oficial Mayor del Ministerio del Interior.  Federalizado el territorio de Entre Ríos, ocupó en 1855 el juzgado de la instancia en lo criminal, civil y comercial.  De 1856 a 1860, fue también diputado al Congreso Federal de Paraná como representante de Entre Ríos, y el general Urquiza lo llamó a su lado en calidad de secretario privado hasta que expiró su mandato presidencial.  En 1860 fue Ministro de Guerra y Marina del presidente Derqui.  En 1861 actuó nuevamente como Secretario de Guerra del General en Jefe del Ejército de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, asistiendo en ese carácter a la Batalla de Pavón.  Posteriormente fue elegido senador nacional desde 1862 a 1870.  En 1874 fue Vocal y Vicepresidente del Consejo Nacional de Educación.  En 1877 lo designaron Académico Titular de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

 En 1880 al asumir la presidencia el general Julio A. Roca, es nombrado Ministro de Guerra y Marina, cargo que desempeñaba por segunda vez.  Organizó las expediciones de la Armada a la Costa Patagónica, para el estudio de sus pueblos y fundación de sub-prefecturas, incluso en Tierra del Fuego e Isla de los Estados, donde fue establecido el primer faro en San Juan del Salvamento.  En el año 1884 dirigió personalmente la campaña en el Chaco central y boreal.  Adversario de la candidatura del Dr. Juárez Celman, renunció al Ministerio de Guerra y Marina el 11 de julio de 1885 para aceptar el nombramiento de ministro plenipotenciario y enviado extraordinario en la República Oriental del Uruguay.  Terminada su gestión diplomática, Victorica reemplazó en setiembre de 1887 al Dr. José Benjamín Gorostiaga en el cargo de Presidente de la Suprema Corte de Justicia.  Ejerció su alta investidura hasta julio de 1892, en que se jubiló.

 Al subir a la Presidencia de la República el Dr. Luis Sáenz Peña, el 12 de octubre de 1892, el general Victorica ocupó por tercera vez la cartera de Guerra y Marina, que sólo ejerció hasta el 6 de junio de 1893, fecha en que hizo renuncia del puesto.  Luego fue diputado al Congreso Nacional desde 1902 hasta 1906.  Terminada su gestión parlamentaria pasó tiempo después a formar parte del Directorio del Banco de la Nación, primera institución oficial de crédito que tiene el país.

Falleció en Buenos Aires el 27 de enero de 1913.  Formó su hogar con Ana Urquiza y López, hija de Justo José de Urquiza, con la que contrajo matrimonio en Concepción del Uruguay el 19 de marzo de 1857.

Fuente

Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972).

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

Portal www.revisionistas.com.ar

Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938)

Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar






 

martes, 29 de diciembre de 2020

MAUSOLEO DE ADOLFO ALSINA. Obra de MARGARITA BONNET Y ERNESTO DURIGÓN

ADOLFO ALSINA. Obra de MARGARITA BONNET Y ERNESTO DURIGÓN.

Fotos personales tomadas el 12 de septiembre de 2020. Ubicación:(Sección: 19; Tablón)

Con relación a la maqueta y final traslado de la obra al mármol hay un gran debate entre la escultora MARGARITA BONNET y el escultor rosarino ERNESTO DURIGÓN. [Ver al final de esta aporte los pocos datos que he encontrado sobre este escultor] Aparentemente la obra en general pertenece a la escultora Bonnet pero no así la misma escultura de Adolfo Alsina hecha en mármol de carrara que es obra del escultor DURIGÓN.
La inau­gu­ra­ción del mau­so­leo
El vier­nes 29 de di­ciem­bre de 1917, al cum­plir­se 40 años del fa­lle­ci­mien­to de Al­si­na, se lle­vó a ca­bo la inau­gu­ra­ción del mo­nu­men­to. El día an­te­rior se abrió el se­pul­cro pa­ra sa­car la ur­na con sus res­tos y se ve­ri­fi­có que la ca­ja ci­ne­ra­ria de bron­ce se en­con­tra­ra den­tro. En el nue­vo co­fre de ma­de­ra que los al­ber­gó, se guar­da­ron unos tu­bos de bron­ce y di­ver­sos do­cu­men­tos, re­cor­tes de dia­rios, re­vis­tas con cró­ni­cas alu­si­vas y una his­to­ria del tri­bu­no es­cri­ta por el doc­tor En­ri­que Sán­chez. Rea­li­za­da es­ta ope­ra­ción, el co­fre fue co­lo­ca­do en un ca­ta­fal­co le­van­ta­do en el pres­bi­te­rio y se lo cu­brió con una ban­de­ra ar­gen­ti­na.
Lue­go de una misa de cuer­po pre­sen­te se ve­la­ron los res­tos en el al­tar ma­yor, tras­la­dán­do­los al mau­so­leo al día si­guien­te en me­dio de gran­des ce­re­mo­nias, en las que in­ter­vi­nie­ron la co­mi­sión, el mi­nis­tro de Gue­rra, Dr. El­pi­dio Gon­zá­lez, en re­pre­sen­ta­ción del pre­si­den­te de la Re­pú­bli­ca, per­so­nas des­ta­ca­das y pú­bli­co en ge­ne­ral, que ha­bía si­do in­vi­ta­do a con­cu­rrir por no­tas en los dia­rios.
La ur­na fue co­lo­ca­da so­bre un pe­des­tal y el doc­tor Arau­jo, pre­si­den­te de la co­mi­sión, des­co­rrió el ve­lo que cu­bría la es­ta­tua. La ur­na y el mau­so­leo fue­ron ben­de­ci­dos por el ar­zo­bis­po de Bue­nos Ai­res, ter­mi­nan­do la ce­re­mo­nia a las 11,10 lue­go de ser re­par­ti­das pla­que­tas de pla­ta y bron­ce y otras más pe­que­ñas de dis­tri­bu­ción po­pu­lar, ade­más de re­tra­tos de Al­si­na. A las cin­co y me­dia de la tar­de, el se­cre­ta­rio de la co­mi­sión, se­ñor Ta­pia, hi­zo ce­rrar la crip­ta del mau­so­leo y re­ti­ró la guar­dia de Gra­na­de­ros.
In­só­li­ta reac­ción de la es­cul­to­ra Bon­net
Pe­ro aquí no ter­mi­na­ría la his­to­ria. Unos días des­pués, lle­gó la no­ti­cia de que la es­cul­to­ra Mar­ga­ri­ta Bon­netse ha­bía aper­so­na­do a la Re­co­le­ta y es­cul­pi­do su nom­bre en un lu­gar des­ta­ca­do del mo­nu­men­to. La in­dig­na­ción de los miem­bros de la co­mi­sión se ex­pre­só en una de­nun­cia an­te las au­to­ri­da­des del ce­men­te­rio, acu­sán­do­los por ha­ber per­mi­ti­do a “una con­tra­tis­ta sin el con­sen­ti­mien­to de la co­mi­sión”, rea­li­zar tal pro­fa­na­ción. La res­pues­ta no se hi­zo es­pe­rar; ma­ni­fes­ta­ba sim­ple­men­te que la se­ño­ri­ta Bon­net se ha­bía pre­sen­ta­do co­mo la “pro­pie­ta­ria ar­tís­ti­ca del mau­so­leo” y por ello “ha­bía he­cho gra­bar su nom­bre”.
La co­mi­sión ha­bía en­tre­ga­do la obra ter­mi­na­da a las au­to­ri­da­des na­cio­na­les, por lo tan­to en­vió dos no­tas. Una di­ri­gi­da al Mi­nis­te­rio del In­te­rior y otra al in­ten­den­te de la ciu­dad de Bue­nos Ai­res ha­cien­do no­tar el abu­so co­me­ti­do por la se­ño­ri­ta Bon­net por con­si­de­rar que so­lo ha­bía ac­tua­do co­mo con­tra­tis­ta, ya que nin­gu­na de las par­tes com­po­nen­tes del mau­so­leo ha­bían si­do obra su­ya, ni sus mo­de­los, ni su eje­cu­ción.
Sin em­bar­go, pa­ra bo­rrar de la me­mo­ria co­lec­ti­va a la es­cul­to­ra Bon­net de­bía cam­biar­se to­da la pla­ca de gra­ni­to y an­tes co­mo aho­ra, no de­bió ser fá­cil con­se­guir el mis­mo co­lor y ade­más, lo­grar que la es­cul­to­ra lo pa­ga­se de su pe­cu­lio.
Los re­sul­ta­dos es­tán a la vis­ta; la fir­ma se en­cuen­tra allí. Po­de­mos ima­gi­nar que no se to­mó nin­gu­na me­di­da por mo­ti­vos de ca­rác­ter prác­ti­co.
Des­crip­ción de la obra
La idea ge­ne­ra­do­ra del mau­so­leo es que Al­si­na ha muer­to en lo me­jor de su vi­da po­lí­ti­ca y sin la sa­tis­fac­ción de ver ter­mi­na­da su obra “pos­tre­ra”, la cam­pa­ña del de­sier­to. Des­cien­de ha­cia la muer­te y lle­ga a la tum­ba don­de lo es­pe­ra la glo­ria pa­ra ve­lar su sue­ño eter­no, se da vuel­ta y con am­plio ade­mán se­ña­la los re­lie­ves don­de es­tá com­pren­di­da la his­to­ria de sus he­chos po­lí­ti­cos y pa­trió­ti­cos, en sus pun­tos cul­mi­nan­tes. Pa­ra tras­mi­tir es­te con­cep­to se uti­li­zó már­mol blan­co en la re­pre­sen­ta­ción de su fi­gu­ra.
Lue­go de to­dos los in­con­ve­nien­tes se­ña­la­dos, po­de­mos apre­ciar que si bien su ca­be­za lo in­di­vi­dua­li­za, no es­tá en con­so­nan­cia con el res­to del cuer­po. Su ade­mán, por de­más tea­tral, no ex­pre­sa con cla­ri­dad el pro­pó­si­to ori­gi­nal del pro­yec­to.
Es acom­pa­ña­do por es­cul­tu­ras de bul­to y re­lie­ves. Las pri­me­ras, de ca­rác­ter ale­gó­ri­co co­mo la Glo­ria, la Cien­cia y el Tra­ba­jo, ex­pli­can su vi­da de­di­ca­da al es­tu­dio de es­tra­te­gias pa­ra la me­jor con­duc­ción po­lí­ti­ca y la po­si­bi­li­dad de ex­ten­der la fron­te­ra sur, per­mi­tien­do el de­sa­rro­llo agrí­co­la e in­dus­trial. En los re­lie­ves, el te­ma “La con­quis­ta del de­sier­to” es el más des­ta­ca­do. Uno ex­pre­sa el su­fri­mien­to del in­dí­ge­na al ser­le arre­ba­ta­do vio­len­ta­men­te su te­rri­to­rio; otro, la com­po­si­ción de la pla­na ma­yor en el avan­ce de fron­te­ra y el res­to, los he­chos ci­vi­les de Al­si­na pa­ra la con­ci­lia­ción po­lí­ti­ca de los par­ti­dos y su ac­ti­vi­dad co­mo vi­ce­pre­si­den­te du­ran­te el go­bier­no de Sar­mien­to.
En el zó­ca­lo de la ba­se hay una pla­ca de bron­ce ver­de, que te­nía le­tras y guar­ni­cio­nes de bron­ce ama­ri­llo pu­li­do y que en la ac­tua­li­dad lu­ce to­do del mis­mo co­lor, con la de­di­ca­to­ria: “1819-A Adol­fo Al­si­na-1877. Los Po­de­res Pú­bli­cos de la Na­ción y de la Pro­vin­cia de Bue­nos Ai­res a ini­cia­ti­va de sus ami­gos y ad­mi­ra­do­res”.
En la par­te pos­te­rior se abre la crip­ta cu­ya puer­ta es­tá ac­tual­men­te se­lla­da. Allí se en­cuen­tra pre­su­mi­ble­men­te la ca­ja de vi­ra­ró del Cha­co con los res­tos de Al­si­na, so­bre unos pies de bron­ce, ador­na­do con guir­nal­das de lau­rel y co­bre y una mar­que­te­ría de pa­lo de ro­sa que com­ple­ta el ador­no. Una pla­ca os­ten­ta su nom­bre y fe­cha de na­ci­mien­to.
En es­te ce­men­te­rio, el más ri­co del país en ex­pre­sio­nes ar­tís­ti­cas y ar­qui­tec­tó­ni­cas, el mau­so­leo de Al­si­na se des­ta­ca por la va­rie­dad de sus cua­li­da­des es­té­ti­cas. Al ser con­ce­bi­do por una es­cul­to­ra, la par­te ar­qui­tec­tó­ni­ca fue de­ja­da to­tal­men­te de la­do y ese fue se­gu­ra­men­te el gran atrac­ti­vo del pro­yec­to “Río Ne­gro”, se­duc­ción per­ci­bi­da por la co­mi­sión de ho­me­na­je. Tra­ta de ex­pre­sar en imá­ge­nes de vi­da, un mo­nu­men­to que en­cie­rra la muer­te. La com­bi­na­ción de co­lo­res, gra­ni­to ro­ji­zo, bron­ces pa­ti­na­dos en ver­de, re­tra­to en már­mol blan­co, trans­mi­ten ac­ti­vi­dad y mo­vi­mien­to.
El vi­si­tan­te co­mún pue­de des­co­no­cer la re­le­van­cia his­tó­ri­ca de Adol­fo Al­si­na, pe­ro ob­tie­ne de es­tas imá­ge­nes re­fe­ren­tes óp­ti­mos pa­ra orien­tar su in­te­rés ha­cia el co­no­ci­mien­to de la vi­da de un hom­bre que se dis­tin­guió en­tre sus con­ciu­da­da­nos por el em­pe­ño que pu­so en lle­var ade­lan­te sus pro­yec­tos. Por ha­ber con­ver­ti­do es­tas ideas en he­chos, sus par­ti­da­rios en­sal­za­ron su ima­gen, de­po­si­tan­do en ella sus pro­pios idea­les y re­fle­jan­do el pen­sa­mien­to de una ge­ne­ra­ción que bus­có en la uni­fi­ca­ción te­rri­to­rial y po­lí­ti­ca, la ne­ce­si­dad de tras­cen­der co­mo pro­ta­go­nis­tas en la for­ma­ción de un gran país.
Durigón, Ernesto: Pintor y Escultor
Nació en Rosario en 1879, Estudió en el Club Industrial y otros institutos de Rosario y de Buenos Aires. En 1913 solicita una subvención al gobierno de la Pcia de Santa Fe, para trasladarse a Europa a perfeccionar sus estudios como escultor.
En París recibió conocimientos en la Escuela de Bellas Artes bajo la dirección de Jules F. Coutair. A su regreso al país realiza en 1914 su primer envío al Salón Nacional.
En 1923 comienza a ejercer la docencia. No se conoce ni el lugar ni la fecha de su fallecimiento.








LUCIO VICENTE LÓPEZ. Autor de LA GRAN ALDEA

 LUCIO VICENTE LÓPEZ. Fotos personales tomadas el 12 de septiembre de 2020.

LA GRAN ALDEA (1884) de Lucio Vicente López.
Esta novela trata sobre la dramática transformación que experimenta Buenos Aires entre 1862 y 1883, período en el que se convierte de una ciudad patricia en una ciudad burguesa. En esa época, la actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires era un poblado emergente que no alcanzaba aún la categoría de ciudad cosmopolita, pero que ya empezaba a desbordarse y a descollar debido a su rápido crecimiento y progreso. El presente ensayo analiza las estrategias narrativas de Lucio Vicente López para presentar a Buenos Aires como una alegoría de la metamorfosis cultural, sociopolítica y económica que se produce en ese horizonte urbano.
RECURSO.
LÓPEZ, LUCIO VICENTE (1848 – 1894 ) Tomado de Susana Gesualdi.
Se encuentra ubicado en la Sección: 15 – Escritor – Abogado.
Nació en Montevideo el 13 de diciembre de 1848. En el vecino país inició su educación en un colegio inglés, donde conoció la lengua y los grandes escritores europeos.
Vino a Buenos Aires, para iniciar los estudios de derecho.
Ingresó en 1877 en el diario “El Nacional”, dirigido por Domingo Faustino Sarmiento, donde se publicaron artículos de orientación liberal.
Se dedicó a enseñar Historia y escribió “Historia Argentina”, elogiada por Bartolomé Mitre.
En 1880, partió a Europa, a su regreso publicó un libro de recuerdos de su viaje y estudios políticos y sociales. Luego fundó el diario “Sud América”, con Carlos Pellegrini, Roque Saenz Peña y Paul Goussac.
En 1884 publicó “La Gran Aldea”, que ocupa un lugar destacado en la literatura argentina.
La Revolución de 1890 volvió a lanzarlo a la política, y dos años después el presidente Luis Saenz Peña lo designó Ministro del Interior.
López murió luego de un duelo absurdo con el coronel Carlos Sarmiento, secretario privado del Ministro de Guerra: Luis María Campos, que se sintió injuriado por una investigación periodística del escritor, quien jamás había enfrentado un duelo y su conocimiento sobre el uso de las armas eran escasos. Sin embargo, aceptó el desafío. Finalmente Lucio cayó mortalmente herido y falleció al día siguiente un 29 de diciembre de 1894.
Dos mil personas se hicieron presentes frente al perístilo de la Recoleta, acompañando a su padre Vicente Fidel, visiblemente afectado. Estaba casado con Emma Napp.
Declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1946.




ADOLFO ALSINA. Alegorias

 ADOLFO ALSINA. Alegorías de la Navegación, la Agricultura y la República.

Fotos personales tomadas el 12 de septiembre de 2020.

ALSINA, ADOLFO (1829-1877)
Extraído del archivo, biblioteca y Departamento Histórico y Artístico del Cementerio de la Recoleta
Bóveda ubicada en la Sección: 19.- Abogado – Político.
El mausoleo donde se encuentra es una espléndida composición escultórica realizada por la francesa Margarit Bonnet. El bronce está presente en las alegorías a la Navegación, la Agricultura y la República, en los relieves que detallan diferentes etapas de su vida.
Nació en Buenos Aires, el 14 de enero de 1829. Hijo de Valentín Alsina y de Antonia Maza.
En 1835, su familia emigró al Uruguay estableciéndose en Montevideo donde llegó a iniciar sus estudios de derecho.
Luego de la batalla de Caseros, regresó a Buenos Aires, mientras su padre era ministro de López.
Terminó sus estudios en la Facultad de Derecho, graduándose en 1852.
Comandante de guardias nacionales en Cepeda, fue uno de los diputados de Buenos Aires rechazados por el Congreso de Paraná.
Fue elegido diputado al Congreso, y en 1862, pronunció un discurso memorable, contra el proyecto de federalización de la Provincia.
Elegido gobernador de la Provincia de Buenos Aires, en 1866. Dos años después, en asamblea general del 16 de junio de 1868, el Congreso proclamaba electos como Presidente y Vice de la República, a Sarmiento y Alsina.
Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, desempeñó la cartera de Guerra y Marina, y cuando estalló la revolución de 1874, contribuyó eficazmente a la pacificación del país.
Ocupó la actividad hasta que contrajo una grave enfermedad.
Falleció en Buenos Aires, el 29 de diciembre de 1877.
Un Partido de la Provincia de Buenos Aires, lleva su nombre. Una calle de la ciudad lleva su nombre. En el frente del sepulcro figura la siguiente inscripción: “Adolfo Alsina”. Declarado Monumento Histórico Nacional, en el año 1946.-








domingo, 27 de diciembre de 2020

EDUARDO LONARDI. Obra del escultor LUÍS CARLOS ROVATTI.

 EDUARDO LONARDI. Obra del escultor LUIS CARLOS ROVATTI. 

Fotos personales tomadas el 12 de septiembre de 2020.

A pesar de que muchos comentarios de esta obra la relacionan con el PIEDAD de Miguel Ángel Buonarroti que se encuentra en la Basílica de San Pedro en Roma, mi opinión es algo distinta ya que la puedo asociar con la PIEDAD sin terminar del mismo Miguel Ángel, llamada PIEDAD RONDANINI. Esta bóveda se encuentra en la Sección 19 sobre la calle Azcuénada. 
RECURSO.
Es obra del escultor LUÍS CARLOS ROVATTI realizada en el año 1928
Autor: Luis Carlos Rovatti (1895 - 1986, Buenos Aires).

Alumno de la Asociación Estímulo de Bellas Artes, viajó a Italia para estudiar con Giovanni Scanzi, regresando a su país en 1913. En la Academia Nacional de Bellas Artes fue discípulo de Lucio Correa Morales.

Premio Nacional en 1923, en 1946 obtuvo el Gran Premio Adquisición por su obra "El hombre", en el mismo salón. Entre sus obras encontramos: el monumento a Rivadavia en Bahía Blanca, al Gral. Paz en Recoleta y a Hipócrates en la Facultad de Medicina de Buenos Aires.
RECURSO.
LA PIEDAD RONDANINI SE ENCUENTRA EN EL...
La Piedad Rondanini se encuentra en el museo del Castillo Sforzesco de Milán y se considera que es la ultima escultura que realizo Miguel ángel. Se la dejó inacabada, a su fiel servidor Antonio del Franzese en 1561. Se mantuvo durante siglos en el patio del Palazzo Rondanini, de ahí su nombre y en 1952 fue adquirida por el Ayuntamiento de Milán que la expone desde aquel día en el Castillo Sforzesco.
Si comparamos la Piedad que se encuentra en la Basílica de San Pedro con esta, pocos dirían que ambas son de Miguel ángel. La crisis espiritual y artística en la que cayó el escultor le llevo a tocar el tema de la Piedad en tres ocasiones en los últimos años de su vida.
Las imágenes en esta escultura son alargadas y tanto Cristo como la Virgen se encuentran completamente unidos como en un solo cuerpo. Es la más trágica y misteriosa de sus esculturas.







Dr. MANUEL CASTAÑO. Cruz despojada y crismón.

 Doctor MANUEL CASTAÑO. Cruz despojada y crismón.

Fotos personales tomadas el 9 de octubre de 2020.
Enfrentamos aquí una construcción interesantes que nos permite realizar varias suposiciones. En primer lugar vemos en la cima una CRUZ muy despojada. En general estas cruces cumplen la función de anunciar que estamos frente a un espacio considerado sagrado. Si bien soy muy reacio a relacionar los símbolos con los masones, en este caso sin tener mayor información documentado podemos hacer la suposición que podríamos estar frente al mausoleo de una persona de esa institución ya que si bien son muy reacios a utilizar la cruz como su símbolo, al no tener el Cristo crucificado nos podría sugerir esa filiación. Debajo y muy central el rostro del Dr. Manuel Castaño y debajo el interesante símbolo llamado CRISMON que nos anuncia victoria y triunfo.
RECURSO.
EL CRISMÓN.
El crismón es un anagrama formado por la superposición de las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego –Χριστος–, ji (X) y ro (P). Es símbolo de Cristo y emblema de victoria, tanto militar como espiritual –triunfo de la fe y triunfo sobre la muerte–, por lo cual es habitual encontrarlo asociado a contextos funerarios.
Fuentes escritas
Entendido como símbolo cristiano, el crismón se asocia desde sus orígenes a la visión de Constantino con ocasión de la batalla del Puente Milvio contra Majencio (312). La tradición iconográfica identificó la cruz y el crismón con el “coeleste Signum Dei” avistado por el emperador. Eusebio de Cesarea en su “Vita Constantini” y Lactancio en “De mortibus persecutorum” relatan el episodio y refieren la adopción del crismón como insignia imperial y divisa de los ejércitos . Las descripciones que ambos autores presentan del lábaro constantiniano han dado lugar a diversos ensayos de reconstrucción del estandarte imperial. Referencias al crismón se encuentran también en la patrística. El signo es glosado por Paulino de Nola y San Orencio de Auch , quienes ofrecen una interpretación teológica del monograma. Ya en la alta Edad Media se ocupan de él autores como Isidoro, Hincmaro de Reims o Rabano Mauro .