lunes, 7 de diciembre de 2020

ALBERTO Y PATRICIO ROCHA. Ángeles, cruz y querubines

 ALBERTO Y PATRICIO ROCHA. Ángeles, cruz y querubines 

Fotos personales tomadas el 29 de septiembre de 2020.

Es importante concentrar nuestra mirada en aquello que vemos, una mirada liberada de prejuicios y rumores. En este caso me interesa reflexionar sobre el sentido de colocar ángeles y cruces en la cima de estas construcciones. Veo a los ángeles como el intento de relacionar dos espacios o dos modos de existir: el celestial y el terreno. La cruz que acompaña muchas veces a esas criaturas angelicales, desde que se prohibió enterrar en las iglesias, como una forma de construir un espacio sagrado. ¿Me pregunto si al finalizar las construcciones de estos mausoleos o bóvedas se realizaba alguna ceremonia religiosa, o si había alguna bendición o consagración realizada por un sacerdote o religioso? ¿Alguno de ustedes tiene testimonios de esa ceremonia?
Me parece interesante observar los querubines que son portadores de flores en sus manos como signo de afecto y amistad. No tengo información sobre los propietarios de esta obra.
RECURSO.
De la imagen simbólica al signo simbólico
“Lo simbólico de una representación es un valor no expreso, es un intermediario entre la realidad reconocible y el reino místico e invisible de la religión y de la filosofía; media por consiguiente entre lo que es conscientemente comprensible y lo inconsciente. “ (Guillermina Franco Álvarez/artículo web)
En este sentido podríamos decir que el artista o artesano, es en realidad, alguien que labora entre dos mundos visible e invisible. En tiempos pasados, la artesanía era considerada como algo <<milagrosa>> y su valor simbólico era tanto mayor y digno de veneración cuanto más perfectamente reflejara el sentido propuesto por medio de su perfección estética. Ejemplos típicos al respecto son los íconos cuya belleza reside plenamente en transparentar el contenido simbólico para enriquecimiento y propia iluminación del observador. A diferencia del desarrollo de la escritura, esa reducción imagen-signo no proviene de una simplificación gestual por parte de quien escribe o crea, sino de la necesidad del creyente de llevar consigo una reproducción de la imagen original y auténtica, y por así decir, participar de su irradiación al igual que en el caso del supersticioso que se provee de un amuleto con el propósito de que de algún modo le transmita algo de las fuerzas superiores. La graduación simbólica no depende, pues, de la perfección de su exterior sino de la disposición interna del observador de fijar sus convicciones y su fe en un objeto de meditación, o sea en un símbolo.




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