jueves, 11 de agosto de 2022

PINI SPINETTO. Arquitectura neo egipcia o historicista

PINI SPINETTO. Arquitectura neo egipcia o historicista.

Fotos personales tomadas el 30 de abril de 2022
Es importante enfatizar que el estilo neo egipcio no necesariamente significa pensamiento masónico. Este estilo se puso de moda luego del descubrimiento de la tumba intacta del faraón Tutankamon en al década de 1920. En la arquitectura de este frente vemos dos columnas de fuste cilindricas y con capiteles papiriformes abiertos. En la puerta vemos muchos motivos tomados de la vegetación y al pie de ambas puertas la cabeza de faraones con los ojos cerrados y el conocido URAEUS es una representación de la diosa egipcia UADYET que asuma la forma de una serpiente cobra erguida y que significaba el poder protector de esta diosa sobre los faraones, que eran los únicos que podía ser portadores de este distintivo real.. En el dintel el DISCO SOLAR ALADO. 
RECURSO.
La arquitectura historicista fue un conjunto de estilos arquitectónicos que centró sus esfuerzos en rescatar los estilos arquitectónicos de otros tiempos pasados. Dio comienzo en el siglo XVIII en Inglaterra donde surgió la arquitectura neogótica, que alcanzó su punto máximo en obras del siglo XIX como el Parlamento británico.
El historicismo desarrollado en el siglo XIX concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. Se trataba de imitar estilos arquitectónicos de otras épocas incorporándole algunas características culturales de ese siglo mientras que la arquitectura ecléctica se dedicaba a mezclar estilos para dar forma a algo nuevo.
Está considerada en nuestros días como una de las ramas más retrógradas de la arquitectura. Los afanes propagandistas de un «arte moderno» desde comienzos del siglo XX no son ajenos a este severo juicio, que asimila la imitación con el pastiche, en contra de toda una tradición procedente del clasicismo y de su sistema de formación académica. Pero hay más: refugio de un idealismo que no se reconoce, el arte está encargado en nuestra época de asumir valores que sean intangibles, esto es, intemporales. La creatividad se opone a la imitación, el arte a la historia. La más pesada de las condenas pronunciadas por la escuela moderna contra el historicismo tiene que ver con su carácter contingente -en un tiempo y en un lugar dado, dentro de las limitaciones de la cultura o de la moda...-. Desde las enseñanzas de Henry van de Velde en Weimar hasta la estética del material industrial preconizada por László Moholy-Nagy en el marco de la Bauhaus, el mensaje está claro: denuncia de la historia como enemiga del Movimiento moderno. Sin embargo, no por ello ha desaparecido el historicismo.
Considerado, en el último cuarto del siglo XIX, como el remedio contra las facilidades de un eclecticismo destructivo, había encontrado en algunos arquitectos racionalistas una acogida más bien favorable, a condición de que la imitación fuese actual, de que la copia reemplazase al pastiche. Eso es lo que había de conducir al arte aristocrático francés a encerrarse en la imitación rigurosa de los grandes modelos clásicos…
Los estilos historicistas a menudo han formado parte de movimientos de valoración e idealización de la historia nacional, asumiendo un carácter nacionalista. En Portugal, por ejemplo, el NeoManuelino surgió a mediados del siglo XIX , reviviendo el estilo de la época dorada de la navegación.
La concepción americana del neoclasicismo permanece fiel a esta visión, que impregna los grandes proyectos palladianos de John Russell Pope hasta una fecha tardía (monumento a Thomas Jefferson, Washington, construido en 1943)...
El siglo XX tenía necesidad de certezas más que de virtuosismos formales: la rápida desaparición de la fascinación ejercida por el historicismo del siglo XIX en los años setenta va a la par con la vuelta a las certezas de la escritura académica del neoclasicismo, a través de Aldo Rossi o Mario Botta y, después, de Léon Krier. El ejercicio pedagógico de la imitación, que vuelve a ubicar al arquitecto al mismo nivel en una cultura que había olvidado, ha inspirado desde hace veinte años una producción contra corriente, tanto más demostrativa cuanto que busca, manifiestamente, enfrentarse con las formas más sofisticadas de un academicismo moderno crispado.
El final del siglo XX no es menos sorprendente: la concurrencia de lenguajes artísticos durante mucho tiempo disfrazados por vestimentas modernas ha vuelto a la superficie. Ello arrastra como consecuencia una práctica ecléctica, en la que el historicismo encuentra naturalmente su lugar -ya se trate de imitar a Le CorbusierPierre Chareau, Claude-Nicolas Ledoux o Pierre Fontaine, de zambullirse en las delicias del estilo atómico o de revalorizar la arquitectura lírica de los años sesenta viendo en ella las formas del mañana-. Atrapada por la historia, la propia modernidad se ha hecho historicista.
En cuanto a las corrientes historicistas, pueden destacarse diversas como las neobizantinas, neoárabes, neobarrocas... aunque la que más auge tuvo fue la neogótica practicada en la Islas Británicas que se basaba, como bien indica su nombre, en un nuevo gótico resucitado…En España, destacó la corriente neomudéjar, como expresión de un estilo propio y nacional.





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