OFELIA GARCIA DE RODRIGUEZ. Los símbolos de la Pasión: la Cruz de Espinas y los Clavos de la Cruz.
Fotos personales tomadas el 30 de abril de 2022
En esta compleja puerta tan simbólica que encontramos en este monumento funeraria hemos podido dar una primera y breve aproximación a símbolos muy queridos por la comunidad cristiana y con un gran significado. En este caso nos encontramos con la CRUZ DE ESPINAS con la que se coronó a Jesús de Nazaret en forma irónica y los CLAVOS DE LA PASIÓN que desde muy temprano en la espiritualidad cristiana encontraron un lugar de devoción. Los relatos relacionados con estas reliquias han sido puesta en duda por los mejores historiadores de las iglesias cristianas. Son elementos de devoción pero con escasa fundamentación histórica. Con mucha justicia se las llama leyendas.
RECURSO.
LOS CLAVOS DE LA CRUZ.
Los Santos Clavos, también llamados Clavos Sagrados o Clavos de la Santa Cruz son reliquias cristianas que se corresponden con los clavos que se utilizaron durante la crucifixión de Jesucristo
El número de estos clavos ha sido muy debatido. Las primeras representaciones de la crucifixión muestran solo dos clavos, utilizados en las palmas de las manos. Más tarde, Cristo aparece crucificado con tres clavos (uno para los dos pies) en diversas manifestaciones artísticas. Según la tradición iconográfica cristiana más reciente, el número de clavos ha aumentado a cuatro, dos para las manos y dos para los pies.2 Se encuentran entre las reliquias más preciadas del mundo cristiano, junto con la Vera Cruz y el Titulus crucis.
Historia
Según la tradición cristiana, después del descendimiento de la Cruz, los Clavos fueron enterrados con Ella. La emperatriz Elena, madre del emperador Constantino, durante su viaje a Tierra Santa en 326-328 hizo excavar el sitio del Calvario en Jerusalén y descubrió el 3 de mayo de 326, las reliquias de la Pasión de Cristo. Durante estas excavaciones, una luz habría brillado en la ubicación exacta de estas reliquias, en presencia de Elena y del obispo que la acompañaba Ciríaco de Jerusalén. Este descubrimiento de los Clavos fue transmitido en documentos por los obispos Gelasio de Cesarea y Rufino de Aquilea.4
Elena envió una parte de la Cruz a su hijo, dejando el resto en Jerusalén y llevó con ella los clavos, de regreso. Con uno de ellos habría creado un bocado para el caballo de Constantino y con otro un casco, destinados ambos para la protección del emperador en las batallas.
Son mencionadas por primera vez el 25 de febrero de 395 en una oración de Ambrosio de Milán, quien también habló de la existencia de las reliquias en la oración fúnebre por el emperador Teodosio I
Gregorio de Tours, en cambio, habló de cuatro clavos, citando que uno de ellos se sumergió en el mar para calmar una tempestad.89 En el siglo VI se encontró una documentación en Constantinopla sobre la veneración de varios Clavos Sagrados, tal vez los originales, quizás derivados hechos de acuerdo con las costumbres de la época, usando solo una limadura o pequeña parte de la reliquia original y agregando una nueva parte para formar una réplica.
Los sucesos posteriores de estas reliquias se pierden en ausencia de documentación, dejando solo varias tradiciones orales imposibles de verificar.
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