EDUARDO BRADLEY. Travesía de los Ándes en globo.
Fotos personales tomadas el 26 de agosto de 2022
Siempre es una satisfacción recuperar memorias de vidas y hazañas. Muchas veces al fotografiar una placa conmemorativa no tengo mucha idea donde la investigación me puede llevar. Esas placas son el inicio de una aventura del conocimiento y un profundizar la memoria argentina. En una de las placas podemos leer: "Travesía de los Andes en globo. Piloto: EDUARDO BRADLEY. Acomp. Cap. ÁNGEL M. ZULOAGA. Homenaje del Aero Club Argentino. En su recordación: 1016-24-6-1960".
RECURSO.
Eduardo Bradley y Ángel María Zuloaga en José C. Paz El 24 de junio de 1916, Eduardo Bradley y Ángel María Zuloaga, con el aerostato “Jorge Newbery”, cruzaron por primera vez la Cordillera de los Andes1 . Cumplida la hazaña abordaron el tren en Mendoza hacia Buenos Aires, siendo saludado su paso en cada estación. La población de José C. Paz también los agasajo en el andén ferroviario.
Los aeronautas Eduardo Bradley y Ángel María Zuloaga, que habían realizado en 1915 excelentes vuelos en aeróstatos, decidieron intentar el cruce de los Andes en globo desde Santiago de Chile a Mendoza. Lo proyectaron de Oeste a Este porque los vientos predominantes en alturas superiores a 7.000 metros, que necesitaban para trasponer las más altas cumbres de los Andes, soplaban generalmente del cuadrante del Oeste, es decir, desde Chile hacia la Argentina.
Se trasladaron a la nación trasandina en tren, llevando dos globos: el “Eduardo Newbery”, de 2.200 m3 de capacidad, nombre dado en homenaje al aeronauta desaparecido el 17 de octubre de 1908 con el globo “Pampero”, y el “Teniente Origone”, de 1.200 m3, bautizado así en memoria del primer aviador argentino que perdiera la vida en la carrera aérea a Mar del Plata, del 19 de enero de 1913.
Los aeronautas Zuloaga y Bradley hicieron varias ascensiones en Chile, una más exitosa que otra, pero no encontraban el viento propicio que los llevase hacia el Este, hacia la Argentina, en la altura que requería el cruce de la cordillera. Y esto se debía a la deficiente calidad del gas empleado hasta ese momento, que no tenía el suficiente poder ascensional. Así pasaron varios días.
El 24 de junio de 1916, a las 8,30 horas, el globo, esta vez inflado con buen gas, mitad hidrógeno y mitad gas de alumbrado empezó a tomar rápidamente altura. El aeróstato “Eduardo Newbery” fue alcanzando 8.000 metros, a medida que era desplazado decididamente hacia el Este. La difícil prueba fue realizada en forma brillante, no sin que los intrépidos aeronautas tuviesen que arrojar al vació todo el lastre, víveres y armas, y quedarse solamente con sus ropas, las máscaras de oxígeno y el barógrafo sellado fiscalizador de la prueba suspendido arriba de sus cabezas, en el aro del globo. Después de 3 horas y 30 minutos de vuelo y haber sufrido en la barquilla de mimbre abierta, que se conserva en el Museo Nacional de Aeronáutica, temperaturas de 33º bajo cero, aterrizaron en el valle del río Uspallata, provincia de Mendoza, al borde de un precipicio
La hazaña de Zuloaga y Bradley fue festejada como una proeza de jerarquía mundial, el cruce en globo por entre el Aconcagua y el Tupungato y a alturas superiores a estos picos. Los argentinos y los chilenos los honraron con la alegría y nobleza que la epopeya merecía
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