Estilo
predominante en Buenos Aires ya desde la década de 1880: el Beaux-Arts o "academicismo
francés". Sin embargo, ante la influencia europea de la naciente corriente
de renovación moderna, fue uno de los primeros arquitectos argentino que adoptó
las características del estilo Art Decó, y se transformó en un ferviente
promotor de la renovación.
No le resultó sencillo, ya que en la Argentina los estilos europeos
clásicos estaban muy establecidos. Por ejemplo, el afamado escritor Jorge Luis
Borges calificó en su relato "Evaristo Carriego" a "(...) los
reticentes cajoncitos de Virasoro, que para no delatar el íntimo mal gusto se
esconde en la pelada abstención (...)". Por otro lado, se recuerda
como se referían a su trabajo con el título de la novela Sin novedad en el frente,
de Erich Maria Remarque. Solo en dos casos
proyectó edificios de influencia francesa, por estricto encargo de sus
propietarios (la residencia Lastra y el edificio de Ayacucho 1496, propiedad de
su suegra).
Entre sus influencias para desarrollar su característico estilo,
Virasoro ha mencionado los diseños de vestuario de Leon Bakst para
el ballet Diaghilev, que lo llevaron por ejemplo a pintar su apartamento
de colores vivos e intensos.
Ya retirado, descubrió que en los libros del matemático Matila Ghyka Esthétique
des Proportions dans la Nature et dans les Arts ("Estética de las
Proporciones en la Naturaleza y en las Artes", 1927) y Le Nombre
d'Or ("El Número de Oro", 1931), se encontraban
explicados los mismos conceptos que él había aplicado a la arquitectura de
manera intuitiva, años antes.
Un detalle interesante de la carrera de Virasoro es su acercamiento a
la vivienda social, buscando soluciones para la
vivienda obrera económica. Un ejemplo de ello es su complejo habitacional
proyectado en 1929 para la compañía de seguros "La Continental" en la
localidad de Banfield en el Gran Buenos
Aires, considerado por muchos especialistas como el primer caso
argentino de construcción de viviendas prefabricadas.
Más tarde, sufrió la misma transición al racionalismo que muchos de sus colegas, y sus últimas obras en Mar del Plata y Buenos Aires muestran los rasgos comunes de la arquitectura moderna de vivienda de los años '50 y '60, momento en que el estudio era dirigido por sus hijos
- EL ARTE BIZANTINO
- No hay una preocupación por la representación “fiel” de la realidad, porque justamente no se representa el mundo real, sino el mundo espiritual. Por eso es un arte que no busca ser realista sino simbólico (su objeto es dar un mensaje religioso y manifestar el poder de la religión y el emperador)
- Entre las características que lo definen encontramos el hieratismo: cierta rigidez y “poca expresividad” de las figuras que tiene que ver con la idea de transmitir solemnidad. Las figuras suelen estar alargadas y se ven de frente (lo que llamamos “frontalidad”). La perspectiva no es importante, no vemos casi profundidad, pero sí (justamente por esa cuestión de lo simbólico) encontraremos a veces el uso de la perspectiva jerárquica (se ve más grande no el sujeto que está más cerca del espectador, sino el que tiene más poder). Donde hay muchas figuras, es común encontrar que muchas se reiteran y el recurso de la isocefalia: cuando muchos personajes tienen el mismo rostro, la misma cabeza. Y también es típico en este arte la exageración en la ornamentación, el no dejar casi espacios sin decorar, lo que se llama “horror vacui”, que quiere decir “miedo al vacío”.
- Pero la característica que más resalta a simple vista es el uso de colores planos y brillantes. Y el dorado. Mucho dorado. Un brillo muy funcional a la espectacularidad con que se busca transmitir el poder divino. Brillo que encontramos fundamentalmente en los mosaicos, que se hacen con teselas de mármol de colores, o de barro cocido policromadas con pasta de vidri
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