jueves, 27 de febrero de 2020

VITRALES Y LA TEOLOGÍA DE LA LUZ

VITRALES. TEOLOGÍA DE LA LUZ.
Fotos personales tomadas el 22 de febrero de 2020
Este es el registro de los vitrales con los que me he encontrado en la caminata del 22 de febrero pasado. Indudablemente el significado y simbología de los mismos es complejo y profundo y nos aportas muchísimos elementos para entender la mentalidad que nos habla desde el tiempo. Como se puede ver es muy difícil obtener imágenes buenas de estos vitrales porque hay que enfrentar varios obstáculos. Por un lado tenemos las puertas y sus adornos que dificultan la tarea como el reflejo del sol en los vidrios. Si se pudiera tener un registro sistemático de ellos también podríamos tener una idea de las corrientes de espiritualidad que reflejan. Aún para una mentalidad totalmente secular estos vitrales son fuentes de información como de mensaje. Hay que recordar que en este espacio los vitrales no son meramente decorativos sino que son instrumentos canalizadores de mensajes. Hay una preponderancia de vitrales con diversas advocaciones como la Virgen del Carmen o el Sagrado Corazón de Jesús. Santa Lucía ya no es tan frecuente. Los vitrales nos hablan siempre de un proceso de iluminación en un contexto de tinieblas y que esa iluminación siempre viene de afuera y de arriba, sin que esta última expresión tenga una carga espacial sino espiritual.
RECURSO.
VITRALES. LA TEOLOGÍA DE LA LUZ.
El abad Suger de la Abadía benedictina de Saint Denis de Paris, en el siglo XI-XII, se fundamenta en los escritos del Pseudo-Dionisio Areopagita, traducidos del griego al latín en la abadía, para concebir la catedral como una obra teológica. Toma la idea del Pseudo-Dionisio, que había recopilado parte de la obra del filósofo platónico Proclo, de que Dios es luz y que cada criatura participa de ella.
Dionisio, para cristianizar la teología de la luz, hace referencia al Evangelio de San Juan, en el cual el Logos divino es concebido como la luz verdadera que brilla en las tinieblas y que está en el origen de todas las cosas. “Yo soy la luz del mundo; aquel que me siga no caminará en las tinieblas sino que tendrá la luz de la vida” (San Juan, VII, 12)
De la estética de la luz a la metafísica de la luz
Para Dionisio la creación es una acción iluminadora y el Universo creado no puede existir sin la luz. Si la luz deja de brillar, todo lo que existe cae en la nada. Él recuerda que la creación es una revelación de Dios, y que todas las cosas creadas son “luces” que por su propia existencia dan testimonio de la luz divina y permiten percibirlo así al intelecto humano.
Dios es luz y cada cual recibe y transmite esta luz según una jerarquía concebida por Dios (ángeles, santos, reyes). Dios interpone imágenes entre él y nosotros, que actúan como velos; la Escritura Santa es la naturaleza que nos presenta las imágenes de Dios deliberadamente imperfectas y contradictorias. Esta imperfección y contradicción, evidentes para nuestra inteligencia, tienen por finalidad el despertar en nosotros la necesidad de transcendencia, el deseo de acceder, a partir de un mundo de sombras e imágenes aparentes, a la contemplación de la luz divina. Así, Dios -escondiéndose a nosotros- se manifiesta gradualmente.
La luz física sirve para crear analogías con la luz transcendente para que el espíritu de los hombres se despierte. Todo objeto, toda criatura, refleja la luz divina. Todo vuelve entonces a Dios a través de las cosas visibles. Esta concepción es la base del pensamiento gótico. Así se establece la conexión entre la metafísica de la luz y la estética de la luz.
En su tratado de metafísica, Dionisio afirma que la luz divina que irriga al mundo asegura la unión entre los seres creados. Para el abad Suger la luz se concibe como la forma que poseen todas las cosas en común, el principio de simplicidad que da la unidad al todo
https://www.hermesinstitut.org/notre-dame-de-paris-la-teologia-de-la-luz-o-la-metafisica-de-la-catedral-gotica/



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