domingo, 2 de febrero de 2020

RUFINO JACINTO DE ELIZALDE . ART DECÓ

RUFINO JACINTO DE ELIZALDE. EL ART DECÓ

Fotos personales tomadas el 31 de enero de 2020.
El estilo art decó de esta obra de arte denota claramente que fue realizada con mucha posterioridad al fallecimiento de Rufino de Elizalde, muy posiblemente por alguno de sus descendientes. Hasta el momento no he podido ubicar el nombre del escultor de esta estatua que tiene evidentemente un claro significado simbólico.
RECURSO
Rufino Jacinto de Elizalde (Buenos Aires, 16 de agosto de 1822 – 13 de marzo de 1887) fue un político y diplomático argentino, ministro de Relaciones Exteriores de los presidentes Bartolomé Mitre y Nicolás Avellaneda.
Formación y primeras actuaciones públicas
Hijo del militar Rufino José de Elizalde y de Petrona Beláustegui, se graduó de abogado en su ciudad natal en 1846, pagando sus estudios con su propio trabajo. Fue diputado provincial en la época de Juan Manuel de Rosas y asistió a las tertulias de su hija Manuelita.
Su actuación en esa época fue contradictoria, ya que se escribía con jóvenes de todas las tendencias, desde notorios rosistas como Bernardo de Irigoyen, el hijo del gobernador de Entre Ríos Justo José de Urquiza —a quien reprochaba haberse puesto en contra de Rosas, aún en privado— hasta otros enrolados claramente en el Partido Unitario, como su hermano Francisco Elizalde, José Mármol y Ángel de Elía. De acuerdo a las investigaciones del historiador Bernardo González Arrili, Elizalde habría sido íntimamente partidario de los unitarios y seguidor de las ideas de Esteban Echeverría. Otros autores afirman que una indignada misiva a Diógenes de Urquiza cuando se estaba preparando el Pronunciamiento del año 1851 estaba orientada a engañar la vigilancia de los rosistas, ya que íntimamente habría compartido las ideas del caudillo entrerriano.
El Estado de Buenos Aires
Apenas producida la caída de Rosas en la batalla de Caseros, en 1852, se apresuró a felicitar al general Urquiza, y se convirtió en uno de sus contertulios habituales durante el tiempo en que éste estuvo en Buenos Aires. Fue nombrado asesor general y Defensor de pobres y ausentes.
Fue uno de los fundadores del Club del Progreso, del cual fue presidente durante cuatro períodos seguidos; este no era un club social sino un verdadero partido político, claramente enfrentado a la postura de Urquiza. A fines de ese año fue teniente de Guardias Nacionales en la defensa de la ciudad contra el sitio al que la sometió el general Hilario Lagos y luego fue elegido diputado del Estado de Buenos Aires y fue fiscal de Estado. Durante las violentas elecciones de 1857, fraguó una acusación de conspiración contra la oposición federal y cerró seis diarios opositores; esa fue su principal actividad en ese período, con lo que consiguió un lugar como senador provincial. Poco antes de la batalla de Cepeda de 1859 acusó de sedicioso al periódico federal La Reforma Pacífica, dirigido por Nicolás Calvo, que pretendía que la provincia se reincorporara a la Nación Argentina, y también lo cerró.
Después del Pacto de San José de Flores fue convencional constituyente en 1860 y, como firme aliado de Bartolomé Mitre, lo acompañó como ministro de hacienda en su gobernación. Después de la batalla de Pavón, fue electo senador nacional, pero no ocupó el cargo por mucho tiempo.
Ministerio de Relaciones Exteriores
En 1862, al asumir la presidencia, Mitre lo nombró su ministro de Relaciones Exteriores. Su primera medida importante, después de reemplazar los embajadores de la Confederación en Europa, fue rechazar los tratados de alianza con Chile y Perú, anunciándoles el inicio de una política de sumisión a los intereses europeos, especialmente ingleses.
En abril de 1863, el general uruguayo Venancio Flores, con la colaboración de Elizalde y otros miembros de su partido, organizó una invasión a su país. Recibió del gobierno argentino cientos de armas y una cañonera para trasladarse hacia Uruguay, y apenas llegó, recibió abundantes refuerzos desde Buenos Aires, Corrientes y Brasil. El presidente Bernardo Berro se quejó al gobierno argentino del apoyo oficial a la invasión, pero Elizalde contestó, que el gobierno argentino era neutral y no ayudaba oficialmente a Flores, y que las armas eran "vendidas por particulares", aunque la realidad era que habían sido pagadas por el gobierno argentino. Cuando el ejército uruguayo capturó un barco argentino que estaba descargando armas, Elizalde exigió la devolución del barco y de las armas, una disculpa oficial y el arresto del oficial que había hecho la captura; Berro no respondió al abuso.
Con la ayuda del ejército brasileño, Flores derrotó a las fuerzas del gobierno en Mercedes y en Salto. Poco después, la flota brasileña —aprovisionada en Buenos Aires— destrozó la ciudad de Paysandú, fusilando a continuación a todos los oficiales y muchos soldados de la defensa. ​ Los brasileños sitiaron a Montevideo desde el río y el ejército de Flores hizo lo mismo desde el Cerrito, consiguiendo la rendición del gobierno legal.
Poco antes de la caída de Montevideo, el presidente paraguayo Francisco Solano López había pedido permiso al gobierno argentino para pasar a través de Corrientes para ayudar al gobierno legal uruguayo. La Argentina había permitido pasar por su territorio a las tropas brasileñas y las de Flores, de modo que López pretendía hacer uso de la misma neutralidad para cruzar territorio correntino y atacar a Brasil. La respuesta de Elizalde fue enojarse cínicamente por el pedido, ya que su neutralidad le permitía hacer diferencias, y exigir una disculpa de López. ​ Por toda respuesta, éste declaró la guerra al gobierno de Buenos Aires. Pero cuando su representante llegó a Buenos Aires, ya la guerra estaba en marcha: los paraguayos habían tomado las ciudades de Corrientes y Uruguayana, iniciándose así la guerra de la Triple Alianza.
Mitre declaró la guerra a López, alegando que Corrientes había sido atacada sin declaración de guerra,12​ aún cuando Elizalde y Mitre sabían que la declaración venía en camino.11​ Unos días más tarde, Elizalde firmó con los representantes de Brasil y Uruguay el Tratado de la Triple Alianza, que en su parte pública declaraba que se estaba en guerra contra López, no contra el Paraguay. Pero tenía también una parte secreta, en que se estipulaba el reparto de cerca de la mitad del territorio paraguayo entre el Brasil y la Argentina, además de preverse elevadas indemnizaciones. El tratado permaneció secreto hasta 1867, cuando se hizo público. Muchos políticos argentinos y extranjeros denunciaron la injusticia de una guerra que se decía era contra un tirano, pero que llevaba al reparto de territorio por parte de los vencedores.
Últimos años
En 1868, Elizalde fue el candidato de Mitre en las elecciones presidenciales, en que su opositor más destacado era el gobernador de Buenos Aires Adolfo Alsina. Como éste no contaba con un apoyo importante en las provincias del interior, aceptó ser candidato a vicepresidente de Domingo Faustino Sarmiento, que derrotó a la fórmula de los candidatos Rufino de Elizalde y Wenceslao Paunero.
Representó al gobierno argentino en Asunción del Paraguay, ciudad que había sido ocupada por el ejército brasileño y donde éste había colocado en el sillón de presidente a un títere del Imperio. Más tarde fue docente universitario, escribió en el diario de Mitre, La Nación, y fue presidente del Ferrocarril del Oeste.
En julio de 1877 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores del presidente Nicolás Avellaneda, pero su actuación fue muy marginal. Renunció en octubre de 1879 y fue electo diputado nacional. Se unió a la revolución porteñista de Carlos Tejedor en 1880, y fue expulsado del Congreso, con lo que terminó su actuación pública.
Falleció en Buenos Aires el 13 de marzo de 1887.





2 comentarios:

  1. Unas de las tantas figuras nefastas de la Historia Argentina.

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  2. Un historiador en general evita el uso fácil de adjetivos calificativos porque su objetivo es comprender para explicar. Una afirmación como la tuya es una afirmación cerrada a todo debate y expresa un intento de proselitismo que responde a un pensamiento que pretende ser único y hegemónico.

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