sábado, 5 de marzo de 2022

FELICITAS ANTONIA GUADALUPE GUERRERO. Un drama romántico.

FELICITAS ANTONIA GUADALUPE GUERRERO Y CUETO. UN DRAMA ROMÁNTICO.

Fotos personales tomadas el 8 de abril de 2019
Es muy posible que esta sea la historia que más conmueve y llama la atención a quienes recorren los senderos de la Recoleta. En el lenguaje de hoy ya no utilizariamos la expresión "drama pasional" sino que estaríamos hablando de "femicidio".
RECURSO.
Felicitas Guerrero nacida como Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto (Buenos Aires26 de febrero de 1846 – Buenos Aires30 de enero de 1872) era una adinerada dama porteña, considerada en su época como la "mujer más bella de Argentina" que terminaría su vida en forma trágica, inspirando la imaginación de diversos escritores y ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires.
Biografía
Origen familiar y primeros años
Felicia Guerrero, o bien Felicitas Guerrero, había nacido el 26 de febrero de 1846 en Buenos Aires, capital de la provincia homónima que formaba parte de la entonces Confederación Argentina. Fue una de las primogénitas de once hijos del matrimonio formado desde el 11 de enero de 1845 entre el español Carlos José Guerrero y Reissig (n. Málaga, 1817 – f. Buenos Aires, 12 de enero de 1896) ​ —eran sus padres los malagueños Antonio Guerrero (m. 1818) y Antonia Reissig Ruano, una tía del empresario industrial Eduardo Huelin Reissig y descendiente del linaje Reissig de Hamburgo del Imperio Germánico, instalado en Andalucía desde el siglo XVIII— quien fuera un comerciante naviero, además de administrador de uno los campos de la familia Álzaga, en la provincia bonaerense y de Felicitas Cueto y Montes de Oca (n. Buenos Aires, 1822 – f. ib., 8 de noviembre de 1906) que era hija de Manuel Cueto de la Mata (n. ib., 11 de mayo de 1779) y Catalina Montes de Oca (n. ib. 9 de enero de 1803).
Matrimonio y descendencia
Felicia Guerrero y Cueto contrajo matrimonio el 2 de junio de 1864​ con Martín Gregorio de Álzaga y Pérez Llorente, (n. Buenos Aires, 12 de marzo de 1814), ​hermano de Ángela Isaura​ —enlazada en segundas nupcias el mismo año con el hacendado José Gregorio de Lezama— y primogénito del general Félix de Álzaga, además de ser nieto del vasco-español Martín de Álzaga, último alcalde realista de Buenos Aires que fue un héroe de las invasiones inglesas pero por la asonada homónima fuera fusilado dos años después de los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo.
Felicitas había implorado a sus padres que no le concedieran su mano a Álzaga, debido a la gran diferencia de edad con su pretendiente: ella tenía 18 años y él 50. Pero su padre se negó y consideró propicia la unión, ya que su futuro esposo poseía varias extensiones de tierras y gran riqueza.
Del matrimonio entre Martín Gregorio de Álzaga y Felicitas Guerrero nacerían dos hijos:
Félix Francisco Solano de Álzaga Guerrero (Buenos Aires, 24 de julio​ de 1866 - ib., 3 de octubre de 1869 ​quien falleciera a los tres años debido a la fiebre amarilla que asolaba a la ciudad en ese entonces.
Martín de Álzaga Guerrero (n. y f. Buenos Aires, 2 de marzo de 1870) quien falleciera al nacer, al día siguiente de enviudar Felicitas, debido a la misma epidemia de la que había fallecido su hermano.
Viuda heredera y compromiso con Samuel Sáenz Valiente
El 1 de marzo de 1870 fallecería Martín de Álzaga, ​su esposo, cuando ella tenía 24 años y un avanzado estado de embarazo que perdería al día siguiente, quedando viuda y poseedora de una gran fortuna debido a que Álzaga la había nombrado heredera de todos sus bienes. ​Su belleza y su riqueza se constituían en razones más que suficientes para ser una de las mujeres más solicitadas por diversos pretendientes de la ciudad de Buenos Aires, que compartían junto a ella veladas en los salones literarios.
Siendo "la mujer más hermosa de la república”, la joven viuda y adinerada era el objetivo de conquista de todos los hombres de su época pero quien llevaba más ventaja era Enrique Ocampo Regueira (n. Buenos Aires, 15 de julio de 1839)19​ —futuro tío abuelode la escritora Victoria Ocampo— que comenzarían a tener un trato mucho más frecuente, sumado a que Ocampo comenzara a sentirse con derecho a lanzarle frases comprometidas, siendo una de ellas la que presagiaba el destino de la pareja.
En noviembre de 1871, Felicitas y unos amigos que se encontraban en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, en la estancia «Laguna de Juancho» —que tenía salida al mar y estaba ubicada en el actual partido de General Madariaga— fue que entonces decidieran mudarse hacia la suya que era su preferida, la estancia «La Postrera» que quedaba en el de Castelliy que había sido comprada tiempo atrás por Álzaga, a la viuda de Ambrosio Crámer.
Los jóvenes que habían partido por la tarde con sus carruajes hacia allí, los sorprendió una feroz tormenta que repentinamente oscureció el cielo, provocando que el cochero perdiera su rumbo. Felicitas Guerrero, entonces, hizo detener el carruaje y de pronto un jinete se acercó diciéndole: "Es mi estancia, que es la suya, señora". El hombre que los había auxiliado, era el joven Samuel Sáenz Valiente, dueño de las tierras en donde se habían extraviado. De esta forma es que Felicitas y una pareja amiga terminaron guareciéndose en esa estancia. Samuel, que la halagó y atendió con tal caballerosidad, provocaría que la joven viuda se enamorara de él.
Al poco tiempo, empezaría a correr el rumor de que la joven apasionada había encargado un vestido en París y al llegar a oídos de su frustrado pretendiente, sería de su propia boca en donde escucharía sobre la confirmación de sus sentimientos hacia Sáenz Valiente y su rechazo a las proposiciones del propio Ocampo. Por tanto, a los dos meses de conocerse el 29 de enero del año siguiente, organizaría Felicitas Guerrero una reunión de amistades en la quinta de Barracas, para anunciar su compromiso.
Desde ese momento comenzaría su calvario, al sufrir el acoso del pretendiente despechado que conociera desde la adolescencia y que la llevaría al fin de sus días en ese mismo año, ​ aunque terminara inmortalizándola por la tragedia ocurrida, por sus orígenes, por su fortuna, por su hermosura y por los mitos que fueron sucediéndose con respecto a su alma en pena, hasta el presente.
Fallecimiento por asesinato. Antecedentes
El 29 de enero de 1872, Felicitas regresaba de hacer compras desde el centro de la ciudad, ya que por entonces estaba muy atareada por la inauguración de un puente de hierro del Ferrocarril del Sud sobre el río Salado que bordeaba la orilla de su hermosa estancia «La Postrera», además de la fiesta que estaba organizando allí mismo por aquel acontecimiento, y por los preparativos de la futura boda con su prometido. ​La empresa ferroviaria era de un acaudalado hombre de negocios y propietario rural británico, Edward Lumb, siendo su primer gerente general Edward Banfield, cuya corporación estaba integrada por británicos y argentinos, siendo garantes y algunos de ellos, directores también, como José Gregorio de LezamaAmbrosio Plácido de LezicaFederico Elortondo, Thomas Armstrong, George Drabble, Henry Harratt, John Fair y Henry Green.
Solo le quedaba cinco días para prepararlo todo porque era uno de los principales actos conmemorativos de la batalla de Caseros, aquella que había derrocado al brigadier general Juan Manuel de Rosas, veinte años atrás. El puente que llevaría el nombre de Ambrosio Crámer —un estanciero unitario revolucionario de los Libres del Sur que había sido degollado por los federales rosistas— era importado por el ingeniero Luis Augusto Huergo desde el Reino Unido y se extendería unos ciento setenta metros, siendo una importante insignia del progreso. Los preparativos se fundaban en que dicho puente quedaría en la vecindad de su tan querida estancia «La Postrera» y que seguramente todas las personalidades de ese evento acudirían a ella, además de haber sido nombrada madrina por lo antes citado y porque su difunto marido, Martín de Álzaga, también había participado de aquel movimiento anti-rosista.
Cuando regresó Felicitas a su quinta de Barracas, su tía Tránsito Cueto le avisó que uno de sus pretendientes preguntaba por ella. Ese hombre era Enrique Ocampo, perteneciente a una acaudalada familia tradicional porteña que la amaba desde antes de su matrimonio, y que previamente habría estado en la «Confitería del Gas» —por poseer en la calle once faroles a gas, ubicada en la esquina de las actuales calles Rivadavia y Esmeralda de la actual Plaza Roberto Arlt ya que fuera demolida— y en donde tomaría unos tragos para entonarse. Como Enrique estaba muy celoso de la relación que la viuda de Álzaga mantenía con Sáenz Valiente, fue que decidió ir en carruaje hacia la mansión, insistiendo que le urgía verla. ​ Por lo cual Felicitas le rogó a Tránsito que lo despidiera con cualquier excusa aunque fracasara en su intento. Finalmente accedió y le dijo a su tía que él la esperase en la sala de invitados de su mansión o escritorio.
Felicitas y Enrique Ocampo
Ella subió a sus habitaciones para dejar sus pertenencias y colocarse el vestido elegido para la fiesta, a continuación, bajó al comedor a saludar a su familia y a su prometido, para después dirigirse al jardín poblado de invitados. Luego pidió que la excusaran porque debía ir al interior de la casa ya que en el escritorio, separado del comedor por un corredor y un pasillo, estaba aguardándola Enrique Ocampo, ofreciéndose sin éxito su amiga —Albina Águeda Casares y Rodríguez Seguí— para acompañarla. Su hermano Antonio Guerrero (de 14 años de edad) y su primo Cristián Demaría (de 22 años) la escoltarían en secreto y escucharían a través de la ventana del jardín para protegerla.
Una vez allí y entre otros comentarios, Enrique Ocampo le preguntó directamente a Felicitas: "¿Te casás con Samuel o conmigo?", rompiendo la discreción del diálogo, por lo cual, desde otras partes de la mansión se comenzaría a escuchar una fuerte, violenta y corta discusión, en donde Ocampo sacaría un arma —Lefaucheux calibre 48— de su bolsillo, gritando: "¡O te casás conmigo o no te casás con nadie!".
Al notarlo, Felicitas trató de escapar a través del jardín ubicado entre la mansión y el oratorio familiar—la actual sacristía de la iglesia Santa Felicitas— pero su pretendiente le disparó por la espalda, hiriéndola a la altura del omóplato derecho, en el ángulo superior interno que había desviado fatalmente el proyectil hacia la columna vertebral, dañando seriamente la médula espinal y varios órganos, según el protocolo de los médicos que la revisaron, siendo estos los doctores Manuel Blancas, un conocido médico porteño, y Mauricio González Catán.
El veredicto y las diversas versiones de los hechos
El juez de la causa, el doctor Ángel Justiniano Carranza, luego de tomar declaración a diferentes testigos, la cerraría figurando como "suicidio". O sea que Enrique Ocampo se eliminó con el mismo revólver que usó para asesinar a Felicitas. ​
Entre varias versiones, una de ellas afirmaba que, al percatarse de la discusión de la pareja y al oír los disparos que pusieron fin a la vida de Felicitas, concurrieron a la habitación del hecho Cristián Demaría —primo segundo de Felicitas, que supuestamente habría amado a esta en secreto— y su padre. Al encontrarse con la terrible escena, habrían forcejeado con Ocampo. También estuvo en discusión si estos mataron a propósito a Ocampo, o este resultaría muerto por un tiro escapado accidentalmente de su propia arma.
Otra versiones cuentan que fueron los hermanos de Felicitas quienes le dispararon a Ocampo luego de lo acontecido, o que fuera en legítima defensa por parte del arma de un caballero presente en la fiesta.
Fallecimiento y entierro en el Cementerio de la Recoleta
Felicitas agonizó durante varias horas hasta su fallecimiento, ocurrido en la mañana del 30 de enero de 1872.
Sus restos se encuentran en el cementerio de la Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires.1​Como curiosidad, el día del entierro, la carrozas que llevaba a la familia de Felicitas se cruzó con la de la familia de Enrique Ocampo en la entrada del cementerio de la Recoleta, donde hoy se encuentran enterrados ambos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario