ANDRÉS BAIRES. "LA SEGURIDAD ESTÁ EN LAS LEYES"
Foto personal tomada el 1º de marzo de 2022.
Siempre me sorprende comprender el mundo de significados y mensajes que nos depara el detenernos a considerar el mundo simbólico de una placa conmemorativa. En esta podemos leer la siguiente dedicatoria: "Al Doctor ANDRÉS BAIRES. Sus amigos. 21 de febrero de 1914". En ella vemos una doliente con una palma de gloria que acompaña el rostro del homenajedado enmarcado en un círculo, con todo lo simbólico que tiene esa forma. En el lado derecho de la placa vemos un doliente masculino cubierto por las guirnaldas de laureles. Debajo un mensaje importante, aún para nuestros días: "IN LEGIBUS SALUS" que se puede traducir aproximadamente como: "la seguridad está en las leyes". Este mensaje viene junto con la balanza de la justicia y las tablas y la espada de la ley. Esta placa está firmada por el artesano que la diseño y realizó: J. GOTTUZZO.
RECURSO.
¿Cuál es el significado de la balanza como símbolo de la Justicia?
El símbolo más conocido de la Justicia es la balanza. O para ser más precisos, la de una mujer con los ojos tapados, que representa a la Justicia, y que porta en una mano una balanza. La balanza representa la igualdad con que la Justicia trata a todos.
En la otra mano porta una espada, que es la fuerza, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de los que se sirve la Justicia para imponer sus decisiones.
ORIGEN DE LA BALANZA DE LA JUSTICIA
Concretamente en el l Antiguo Egipto. Cuando un egipcio moría se procedía a la momificación de su cuerpo. El único órgano que se dejaba era el corazón, que era la llave hacia el paraíso.
En el interior del sarcófago o a su lado se dejaba un rollo de papiro, conocido como “El libro de los muertos”. Estos textos eran de vital importancia para el Ba, el alma del difunto, en su camino hacia la otra vida. Porque para llegar a ella tenía que pasar por un peligroso lugar, habitado por monstruos de todo tipo.
Para superar todas las pruebas, el Ba, el alma del difunto, se enfrentaba a todos los peligros haciendo uso de los conjuros contenidos en “El libro de los muertos”. Así, si el éxito le alumbraba, llegaba a la otra vida.
Pero llegar a Yarú, como se conocía a la otra vida en la civilización egipcia, no significaba el disfrute del paraíso eterno. Como aliciente, se dejaba que los familiares y los amigos difuntos lo recibieran y le dieran ánimos. Porque todavía quedaba por pasar la prueba más importante. Una prueba que tenía lugar en la Sala de las dos Verdades, ante tres dioses: Osiris, Tot y Anubis, al que recordarán por su cabeza de chacal.
Allí, el difunto entregaba a Anubis su corazón, con las buenas obras, y este lo colocaba sobre uno de los platos de una balanza. Sobre el otro ponía la “Pluma de Verdad”, una pluma de avestruz, que contenía las malas obras cometidas durante la vida terrenal.
Si el corazón pasaba la prueba, si pesaba más que la pluma, los tres dioses permitían al alma acceder al Yarú.
Si, por el contrario, la pluma pesaba más que el corazón aparecía el Devorador, un monstruo espantoso, mezcla de león, cocodrilo e hipopótamo. El Devorador se comía el corazón. Eso significaba que el Ba desaparecía en la nada porque en la religión egipcia no existía el infierno
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