jueves, 3 de marzo de 2022

CAROLINA IGNACIA LAGOS GARCIA. Precursoras de mujeres en política

CAROLINA IGNACIA LAGOS GARCIA. Para la historía de las mujeres en la política.

Fotos personales tomadas el 18 de septiembre de 2018
El interés por revela la presencia de mujeres que hicieron historia voy descubriendo relatos más allá de lo que imaginaba. Frente al monumento funerario al Dr. Carlos Pellegrini nunca he escuchado que allí se guarda la memoria de CAROLINA LAGOS, que nació el 2 de febrero de 1852 y que falleció el 28 de septiembre de 1925 en la ciudad de Buenos Aires a los 73 años de edad. Para construir su biografía es necesario recoger aquí y allá alguna frese que hable de ella. En el año de 1871 ella se casa con Carlos Pellegrini. Es sobrina de Lino Lagos, uno de los fundadores de San Justo, que también fue Juez de Paz y presidente de la Corporación Municipal por varios años. De ese matrimonio ha hubo descendientes. Pero buscando datos descubrí este relato que ignoraba de su participación en una movida política innovadora de un grupo de mujeres valientes y que CAROLINA participo activamente. Espero que desde ahora en adelante cuando enfrentemos esta obra de arte también pensemos y pronunciemos el nombre de CAROLINA.
RECURSO.
La primera conquista política de las mujeres argentinas
Por Luciana Sabina
En las postrimerías del siglo XIX las bancas del Congreso eran ocupadas sólo por hombres, lo llamativo - desde nuestra óptica contemporánea - es que las mujeres no tenían permiso ni siquiera de ingresar al recinto. Pero el 29 de septiembre de 1893, un grupo de damas decidió cambiar esta situación solicitando acceder a la barra de la Cámara de Diputados de la Nación.
Alberto Reyna describió el episodio con una prosa envidiable: “Ni las interpelaciones a ministros del Poder Ejecutivo, ni los torneos del talento, ni las violencias revolucionarias, causaron nunca semejante escándalo en tan ilustres y preclaros varones (refiere a los miembros del Congreso). Algo así como si el diablo hubiera llamado a la puerta. Nunca se había dado el caso, es verdad. Las mujeres no habían manifestado jamás su interés por las cosas políticas y los negocios públicos, que pertenecían por entero a los hombres (… )
Las pasiones políticas estaban al rojo en ese año crítico de 1893, año de revoluciones, de cambios en el gobierno, de dificultades económicas. Y en ese ambiente dramático se les ocurre de pronto a las damas ir a llamar a la puerta del recinto parlamentario. El asunto era por demás novedoso e insospechado y originó toda una revolución en la Cámara que bien puede tomarse como la primera conquista política de la mujer argentina”.
Comenzó entonces un debate inesperado. La mayoría de los diputados consideró que no podían negarles el acceso, pues la barra es y era para todo público, sin distinción. Algunos legisladores solicitaron -como era de esperar- formar una comisión para decidir sobre tamaño asunto, otros acotaron que dejarlas ingresar era un guiño a la civilización, después de todo en Europa ya sucedía.
Y mientras ellos decidían que hacer, ellas esperaban detrás de una puerta de una habitación contigua.
Estaban allí para pedir por la vida del coronel Mariano Espina, condenado a muerte por plegarse a la Revolución radical en Rosario, sucedida semanas atrás. Vencido por Roca al servicio del presidente Luis Sáenz Peña, la suerte de éste se decidió en un juicio abreviado. Sería ejecutado en las próximas horas y cada segundo contaba.
En Plaza de Mayo una multitud clamaba por dar marcha atrás a la condena, en Montevideo también se realizaban manifestaciones públicas a su favor y el presidente de Chile - Jorge Montt Álvarez - se comunicó formalmente con su par argentino para revertir la decisión.
Por las venas de estas valientes corría sangre patricia. Se trataba, entre otras, de Ana Urquiza de Victorica (hija del general Justo José de Urquiza), Josefina Mitre de Caprile (hija de Don Bartolomé). Dolores Avellaneda (hija de Nicolás Avellaneda), Dolores Lavalle (hija del general Juan Galo Lavalle) y la mendocina Dolores Correa. Además, era parte del grupo, Carolina Lagos, cuyo marido, Carlos Pellegrini, deseaba ver ejecutado a Espina.
Tras una agitada discusión los diputados les permitieron el acceso a la barra. Las mujeres querían que se tratara un pedido de perdón por parte del poder Legislativo al Poder Ejecutivo, buscando impedir la muerte del reo.
Se acomodaron entonces, dispuestas a presionar desde la barra cuando, inesperadamente, un par de legisladores deciden debatir sobre las telecomunicaciones. Esto enfadó a la mayoría de los diputados, que pidieron respeto por las señoras. El caos reapareció, mientras la muerte se ceñía cada vez más sobre el coronel.
Finalmente comenzó el tratamiento del pedido y estas valientes señoras lograron que se aprobase una minuta de comunicación, donde el Congreso solicitaba al presidente que suspendiera la ejecución. Luis Sáenz Peña reconsideró la cuestión y otorgó el perdón al coronel Mariano Espina.
Aunque este hecho no sea de conocimiento popular, fue el primer gran paso del género femenino en la política. Demostraron que – como señaló Reyna- cuando las mujeres se proponen algo, lo consiguen.




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