MARTINEZ THOMAS GAY DEVOTO. Los vitrales como documento histórico revelador de la mentalidad religiosa
Fotos personales tomadas el 14 de febrero de 2022
Los diversos y magnificos vitrales que acompañan a muchos de los monumentos funerarios de este espacio, más allá de su belleza y la especial artesanía también revelan la mentalidad religiosa de una época. Si pudieramos tener un catálogo documentado de una gran parte de esas obras de arte se podría reconstruír cronologicamente los énfasis y los cambios en la piedad religiosa de la sociedad. Sin tener ese inventario puedo constatar la abundancia de imágenes de Nuestra Sra. del Carmen o de la adocación de Lujan, distintos momentos de la vida de Cristo y santos o santas relacionadas con el nombre de pila del titular de la bóveda. Estoy seguro que un estudio más profundo de los vitrales podría comenzar a revelarnos la mentalidad religiosa.
RECURSO.
Nuestra Señora de Luján
La Virgen de Luján o Nuestra Señora de Luján, es una de las advocaciones con la que se venera la figura de la Virgen María en el catolicismo. Se la considera patrona de Argentina.
La imagen original es pequeña y sencilla, de u nos 38 cm de altura,1 realizada en arcilla cocida y representativa de la Inmaculada Concepción. Los hechos que se sucedieron en torno a ella y que determinaron su permanencia en las cercanías del río Luján en el siglo XVII fueron interpretados como providenciales por los fieles católicos. Desde las primeras marchas obreras hacia la basílica de Nuestra Señora de Luján a fines del siglo XIX, hasta las multitudinarias peregrinaciones anuales en el presente, que han superado largamente el millón de personas, Nuestra Señora de Luján se ha convertido en una imagen emblemática, que convoca las mayores manifestaciones de fe de la Argentina. Hoy se la considera uno de los símbolos de la cultura de ese país.
Encargo y viaje
El origen de la advocación se remonta a 1630. Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués radicado en Sumampa (actual provincia de Santiago del Estero, Argentina), quiso erigir en su estancia una capilla en honor de la Virgen. Solicitó a un compatriota suyo, residente en Brasil, el envío de una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes. En el mes de mayo de 1630, las imágenes de la Virgen llegaron al puerto de Buenos Aires procedentes de San Pablo y, acondicionadas en sendos cajones, fueron colocadas en una carreta.
Luego de tres días de viaje, la caravana a la cual se incorporó la carreta hizo un alto a 10 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la Estancia de Rosendo de Trigueros.
Al día siguiente, ya dispuestos a continuar la marcha, los bueyes no consiguieron mover la carreta. Después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo una imagen pequeña (38 cm de altura) de arcilla cocida que representaba la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a don Rosendo de Trigueros, el dueño de la casa ubicada en la actual localidad de Zelaya, del partido del Pilar, a 50 km del actual emplazamiento del santuario.
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