JOSÉ MARÍA EZEYZA.
Foto personal tomada el 29 de septiembre de 2020.
Quisiera destacar en este frente en primer lugar la cruz que con su presencia anuncia que este es un espacio consagrado y que tiene vestigios de elementos solares y aquello que me parece casi único es la canasta con frutas que casi como una cornucopia nos promete abundancia y bienestar. La placa conmemorativa de Eduardo Zenavilla ya la hemos comentado y la pueden encontrar en el BUSCADOR de este sitio.
RECURSO.
Don José María Ezeiza y Fondevila, nunca se enteró que su nombre se impondría a una estación de tren, a una ciudad, a un Aeropuerto Internacional. Se casó y tuvo 3 hijos. Compró una pequeña chacra en el entonces partido de San Vicente. La propiedad será escriturada, 10 años antes de la construcción del ramal ferroviario. Don José M. Ezeiza, con 55 años, no tendría la suerte de ver el paso del tren, ya que morirá en 1884, a los 65 años. Cuando el ferrocarril pasó por Ezeiza, Lorenza, su nieta, que era pequeña y necesito una autorización judicial que gestionó su padre, junto con sus tíos donó la tierras para la instalación de la estación y una playa de maniobras. La única condición para la donación fue que la estación llevara el nombre de su abuelo y que siempre debían estar habilitados los pasos a nivel a la altura de las actuales French y Avellaneda. Sabemos y viene al caso que el paso a nivel de la calle Avellaneda estuvo muchos años cerrada, y fue el actual gobierno municipal el que tras muchas dificultades logró volver a abrirla
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