martes, 3 de noviembre de 2020

HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS. Teniente Coronel

 HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS.

Foto personal tomada el 10 de octubre de 2020.
Placa conmemorativa con el siguiente texto: "La Promoción 103 C.M.N. al Teniente Coronel HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS del Ejercito Argentino. En conmemoración del 40 aniversario de su egreso. ¡VOY A MORIR DEFENDIENDO EL CUARTEL! En memoria de nuestro querido Horacio caído heroicamente en cumplimiento de su palabra y el sagrado deber militar el 23 de enero de 1989..."
RECURSO.
HOMENAJE A MI COMPAÑERO Y AMIGO, EL TENIENTE CORONEL HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS.
Escribe Coronel “VGM” ( R ) Horacio Losito.
Nos conocimos en 1er año del Colegio Militar de la Nación allá por 1969. Horacio ya era un “veterano” cadete porque venía del Curso Preparatorio del mismo instituto y yo del Liceo Militar Gral San Martín. Compartimos la habitación ese y dos años más. A poco de conocerlo se transformó para mí en un referente, un arquetipo del soldado por sus poco comunes cualidades humanas, capacidades físicas e intelectuales que hacen a nuestra profesión.
Aún conservo el escudo de la gorra que me regaló cuando recibí el uniforme que había pertenecido a su padre. Lo usé hasta que me retiré y hoy lo usa mi hijo en su gorra de oficial.
En esos cuatro años nació una verdadera amistad que se consolidó en los tres que compartimos en la Escuela Superior de Guerra del 84 al 86. Hablábamos mucho de la guerra de Malvinas. Me manifestaba su impotencia de haber quedado en el continente en esa “ultima” guerra en que participaría el Ejército…
Fue el primer 2do Jefe de Regimiento de mi promoción. Me alegró muchísimo su designación porque sabía el honor que representaba y que le sobraba paño para cumplir su misión.
Nos encontramos por casualidad en la Av Grl Paz cerca de Villa Martelli a poco de su puesta de posesión del cargo y coordinamos reunirnos en el Regimiento con otros compañeros para celebrar tal acontecimiento. La reunión jamás se concretó porque a los pocos días entraba en combate al frente de sus hombres en defensa del Regimiento de Infantería Mecanizado 3, que una organización terrorista remanente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) pretendió copar.
Murió en combate al mejor estilo de un soldado de infantería, enfrentando al enemigo cara a cara, viéndole los ojos por su proximidad, sintiendo el olor de la pólvora de su fusil y la de su oponente, pero un cobarde tiro de escopeta por la espalda terminó con su vida.
Fui al Hospital Militar Central a reconocer su cuerpo en la tarde del 23 de enero, pocos minutos después de su traslado al nosocomio. Aún en esas condiciones no perdía su inconfundible porte de soldado, había nacido para eso y había muerto por eso.
¿Estaba yo triste?: SI. ¿Tenía mucha bronca?: SI. ¿Sentía una terrible impotencia?: SI. Y muchas cosas más.
Pero también sentía un orgullo tremendo, hasta se puede decir como una rara alegría que solo se pude entender desde lo más profundo del sentimiento de un soldado. Había muerto en combate como estoy seguro de que él así lo hubiera preferido.
Ningún soldado busca el combate para ir a morir, eso es suicidio. Busca cumplir su misión aún a costa de su propia vida, tal cual lo juró en su oportunidad ante Dios y la Patria. Morir en esas circunstancias está solo reservado para los elegidos que son consecuentes con sus convicciones, como Horacio y los valientes soldados y policías que lo acompañaron en tal suerte.
Desde entonces y hasta hoy día un retrato de él me acompaña y siempre ocupó y ocupa un sitio de honor donde me toque estar. Ayer en alguna oficina o despacho de algún cuartel del Ejército, hoy en una solitaria celda como Preso Político.
La imagen del retrato refleja su personalidad: vestido de combate con todo el equipo, con su cara camuflada, erguido, enérgico, decidido, con un fusil en una mano y con la otra en actitud de estar impartiendo alguna orden, un helicóptero de fondo y un cerro nevado en el horizonte y arriba y a la izquierda una frase que me impide doblegarme en los momentos difíciles: “Si en tu mente ya cansada y confundida, no encuentras razón para seguir luchando no te rindas…; lucha por mí, que ya he partido.”





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