HORACIO BUSTILLO. Presidente del Jockey Club.
Foto personal tomada el 16 de diciembre de 2021.
Muchas de estas placas conmemorativas nos permiten asomarnos a un munco que parece tan lejano y a constumbres con códigos que no nos dejan de sorprender. Estas placas nos permiten ser testigos de intimidades y estilos que parecen tomadas de novelas de fantasias. Creo que es un aspecto que nos permite vivir este espacio como un gran espectáculo histórico. En la placa podemos leer: "Homenjae del Jockey Club a su Presidente 1960-1966. HORACIO BUSTILLO. 1966-2 de octubre de 1967". En la placa vemos a ambos lados una palmas de gloria y el busto de la persona homenajeada.
RECURSO.
UN TORNEO DE CABALLEROSIDAD.
"El ingeniero Alfredo Agote Robertson exige una retractación o una reparación por las armas." La voz del doctor Mariano J. Drago tenía una modulación exacta; sus gestos, poblados de cortesía, parecían disputar un torneo de caballerosidad. Sin embargo, se estaba discutiendo una ofensa, un guante arrojado a la cara del ingeniero Agote Robertson por el presidente del Jockey Club, Horacio Bustillo, al redactar un folleto donde lo acusaba de agraviar a las autoridades de esa institución.
Sentados en mullidos sillones, cuatro hombres intentaban, hace unos días, impedir un duelo. El doctor Héctor G. Doblas y el teniente coronel Jorge Castro Madero apadrinaban a Bustillo y los doctores Drago y Ricardo Quirno Lavalle representaban a Agote Robertson. Detrás de un vaso de whisky, Castro Madero ensayó un descargo: "No hubo intención de ofender."
El folleto fue repasado y subrayado hasta que sus tapas amarillas quedaron ajadas, y todo concluyó en un acta que establecía "la satisfacción de los padrinos de Agote Robertson por la caballeresca manifestación de los padrinos de Bustillo y por la hidalguía de su proceder, dándose por terminado el incidente". Drago y Castro Madero estamparon sus firmas y estrecharon sus manos. Quirno Lavalle y Doblas los imitaron, cruzaron sus saludos y se fueron. No habría duelo.
Dos días después, el matutino La Nación daba cuenta en una solicitada de esa acta, pero muy pocos lectores entendían su significado. El incidente había nacido en el despacho de Bustillo, cuando la comisión directiva del Jockey resolvió enviar a los socios aquel opúsculo, explicando la designación de los arquitectos Alejandro Bustillo (su hermano) y Pablo E. Moreno para proyectar un nuevo edificio social. Allí se acusaba al socio Agote Robertson de "realizar proselitismo e incurrir en expresiones agraviantes para autoridades e institución".
Al recibirlo, Agote estalló de indignación y designó a sus padrinos. Su presunta falta consistía en publicar anuncios pidiendo firmas para solicitar una asamblea que "discutiese libremente la ubicación y demás aspectos de la nueva sede". Pretextando no reproducir algunos términos irrespetuosos, también se mencionaba, sin transcripción, una protesta de Agote a Bustillo por otras resoluciones. Pero el incidente no era la culminación de un largo proceso, iniciado en el Jockey desde la primera presidencia de Bustillo, en 1960, y agudizado a fines de 1964; a esa altura, luego de premiarse un proyecto de edificio presentado por el arquitecto Mario Roberto Álvarez, se encomendó otro —más modesto— al hermano del presidente
http://www.magicasruinas.com.ar/.../arquitectura-jockey...
UN TORNEO DE CABALLEROSIDAD.
"El ingeniero Alfredo Agote Robertson exige una retractación o una reparación por las armas." La voz del doctor Mariano J. Drago tenía una modulación exacta; sus gestos, poblados de cortesía, parecían disputar un torneo de caballerosidad. Sin embargo, se estaba discutiendo una ofensa, un guante arrojado a la cara del ingeniero Agote Robertson por el presidente del Jockey Club, Horacio Bustillo, al redactar un folleto donde lo acusaba de agraviar a las autoridades de esa institución.
Sentados en mullidos sillones, cuatro hombres intentaban, hace unos días, impedir un duelo. El doctor Héctor G. Doblas y el teniente coronel Jorge Castro Madero apadrinaban a Bustillo y los doctores Drago y Ricardo Quirno Lavalle representaban a Agote Robertson. Detrás de un vaso de whisky, Castro Madero ensayó un descargo: "No hubo intención de ofender."
El folleto fue repasado y subrayado hasta que sus tapas amarillas quedaron ajadas, y todo concluyó en un acta que establecía "la satisfacción de los padrinos de Agote Robertson por la caballeresca manifestación de los padrinos de Bustillo y por la hidalguía de su proceder, dándose por terminado el incidente". Drago y Castro Madero estamparon sus firmas y estrecharon sus manos. Quirno Lavalle y Doblas los imitaron, cruzaron sus saludos y se fueron. No habría duelo.
Dos días después, el matutino La Nación daba cuenta en una solicitada de esa acta, pero muy pocos lectores entendían su significado. El incidente había nacido en el despacho de Bustillo, cuando la comisión directiva del Jockey resolvió enviar a los socios aquel opúsculo, explicando la designación de los arquitectos Alejandro Bustillo (su hermano) y Pablo E. Moreno para proyectar un nuevo edificio social. Allí se acusaba al socio Agote Robertson de "realizar proselitismo e incurrir en expresiones agraviantes para autoridades e institución".
Al recibirlo, Agote estalló de indignación y designó a sus padrinos. Su presunta falta consistía en publicar anuncios pidiendo firmas para solicitar una asamblea que "discutiese libremente la ubicación y demás aspectos de la nueva sede". Pretextando no reproducir algunos términos irrespetuosos, también se mencionaba, sin transcripción, una protesta de Agote a Bustillo por otras resoluciones. Pero el incidente no era la culminación de un largo proceso, iniciado en el Jockey desde la primera presidencia de Bustillo, en 1960, y agudizado a fines de 1964; a esa altura, luego de premiarse un proyecto de edificio presentado por el arquitecto Mario Roberto Álvarez, se encomendó otro —más modesto— al hermano del presidente
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