jueves, 9 de diciembre de 2021

DOMINGO SALABERRY. El buen nombre y honor de un político

 DOMINGO SALABERRY. El buen nombre y honor de un político.

Fotos personales tomadas el 16 de octubre de 2021.
El descubir nombres e historia es un premio en este recorrer los senderos de la Recoleta. En este caso podemos pensar el el valor que los políticos le daban a su fama y prestigio. En este caso, una denuncia opositora que no termina de disiparse y que pone en duda la honorabilidad de un protagonista, le lleva al suicidio a la edad de 44 años. Si miramos nuestra realidad nos podemos preguntar ¿qué nos pasó en nuestros juicios éticos o morales? ¿Por qué hemos bajado la vara de nuestras exigencias. Si tomamos consciencia que la acusación es sobre un tráfico de influencias y lo comparamos con las acusaciones de las que tratan de liberarse tantos políticos actuales, ese suicidio tiene que llevarnos a replantear nuestro presente.
RECURSO.
Domingo Salaberry

Domingo E. Salaberry (Buenos Aires, 14 de agosto de 1879 - íd., 11 de noviembre de 1923) fue un abogado y político argentino que ejerció como Ministro de Hacienda de su país durante toda la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen.
Biografía
Se recibió de abogado en el año 1900 en la Universidad de Buenos Aires y se especializó en derecho comercial. Desde su juventud estuvo afiliado a la Unión Cívica Radical.
Fue elegido diputado nacional en el año 1916, asumiendo su cargo en mayo de ese año y renunciándolo en octubre, para asumir como Ministro de Hacienda del presidente Yrigoyen, cargo que ejerció durante todo su mandato.
Fue acusado de venalidad en distintas actividades, en particular en la distribución de cupos para la exportación de azúcar, acusaciones que el ministro rechazó, afirmando que era una campaña orquestada por el conservadurismo desplazado del poder. No obstante, tras bajar de su cargo, el gobierno de Marcelo T. de Alvear se hizo parcialmente eco de esas acusaciones.
La continuidad de las acusaciones causó que Salaberry se suicidara en noviembre de 1923. El presidente Alvear y el ministro de Hacienda, Víctor M. Molina, asistieron a su solemne funeral, descartando con esa actitud toda acusación en su contra. Fue enterrado en el Cementerio de la Recoleta de Buenos Aires






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