JUAN BAUTISTA ALBERDI. Relato del traslado de sus restos a la Recoleta.
Fotos personales tomadas el 14 de noviembre de 2018
Un interesante y documentado relato del traslado de los restos de Juan B. Alberdi, primero a la Catedral de Buenos Aires y luego al Cementerio. Me sorprende constatar que el Obispo de Buenos Aires no tiene objeciones de realizar las diversas ceremonias litúrgicas sabiendo que el destinatario de esas oraciones era un miembro notable de la masonería.
RECURSO.
INSTITUTO DE HISTORIA DEL DERECHO Y DE LAS IDEAS POLÍTICAS ROBERTO I. PEÑA CUADERNOS DE HISTORIA 12 Córdoba 2002
En Buenos Aires Ya estando los restos en el puerto, la Comisión encargada de repatriarlos resolvió postergar la solemne ceremonia para el 2 de junio, a fin de que concluyera la visita del presidente uruguayo Máximo Tajes, que en esos momentos concentraba la atención oficial. Pero ese día 2 (domingo) amaneció con una impresionante tormenta, que hacía intransitables las calles.
A pesar de todo, el presidente de la Comisión, Reynal O´Connor, junto con Patricio Ramos, Emilio Plaza Montero, Alfredo Urquiza y Enrique Máldez, se trasladaron en la falúa “Azopardo” hasta el “Río Negro”. A las 10 de la mañana, treparon al vapor. En su cubierta, dice Mayer, “se había levantado una capilla protegida con un toldo, y el féretro, envuelto en una bandera argentina, estaba cubierto con coronas”. A su lado permanecían formados el capitán y los oficiales.
El féretro fue trasladado entonces hasta el “Azopardo”, que estaba decorado con grandes crespones de luto, y que enfiló hacia el muelle de pasajeros. Como la lluvia, cada vez más intensa, impedía el desembarco, el “Azopardo” enderezó hacia La Boca, y allí atracó a las 15;35. Rindió los primeros honores una guardia de marinos, y el féretro tomó camino a la Catedral. En las escalinatas del templo, lo esperaban el arzobispo de Buenos Aires, monseñor León Aneiros, el intendente Torcuato de Alvear y una comitiva de notables donde se destacaban varios tucumanos (Miguel N. Nougués, Luis F. Aráoz, Pelayo Ledesma, Federico García Alberdi) y funcionarios.
El 5, la ceremonia comenzó a las 11:30, con una misa cantada de cuerpo presente, que ofició el canónigo Milcíades Echagüe, mientras el arzobispo Aneiros tuvo a su cargo los responsos. Luego, el féretro se colocó en una carroza, que se dirigió al cementerio de La Recoleta. Estaban presentes el Presidente de la nación, doctor Miguel Juárez Celman, con sus ministros; los miembros de la Suprema Corte y representantes de las dos Cámaras del Congreso, así como enviados especiales de las provincias y de organismos universitarios y culturales de todo el país. Los restos fueron depositados en el mausoleo de la familia del doctor José Fabián Ledesma. Según las crónicas, “el número de coronas era inmenso” y dos cubrían “completamente” la tumba.
Monseñor Aneiros rezó las oraciones finales. Luego habló el ministro de Instrucción Pública, Filemón Posse, tucumano, y a continuación lo hicieron Arturo Reynal O´Connor, Manuel Gorostiaga, Octavio Córdoba, Angel Ferreyra Cortés, Felipe López, Emilio Plaza Montero y, en representación del Paraguay, Venancio López. Una salva de 21 cañonazos dio tono vibrante a las imponentes exequias.
Luego, el olvido empezó a tenderse sobre el prócer. En 1894 se sancionó la ley 3083, disponiendo que se entregara a los herederos “el saldo de sus obras no vendidas y que se suscribieran 1.000 ejemplares de las obras inéditas”, dice el biógrafo Jorge Mayer. Agrega que al tratarse esta ley, hubo quien dijo, en el Congreso: “Basta de Alberdi: nada benéfico ha dado al país...”.
El mausoleo
Habría que esperar hasta 1902 para que quedara por fin terminado, en La Recoleta, el mausoleo de Alberdi, costeado por suscripción pública. Hizo colocar allí sus restos, trayéndolos desde la bóveda de Ledesma, la comisión que presidía el doctor David Peña. La ceremonia tuvo lugar el 28 de septiembre de ese año, con los honores militares y la asistencia del presidente Julio A. Roca acompañado por los ministros Joaquín V. González, Luis M. Drago y Pablo Ricchieri. Hablaron el general Roca, Peña, Nicolás Matienzo y Octavio Córdoba. En representación del Paraguay, lo hizo Manuel Gondra. Permanecerían en ese lugar los restos de Alberdi hasta el miércoles 29 de agosto de 1991, en que fueron exhumados y trasladados a su ciudad natal de San Miguel de Tucumán.
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