LUCIO VICENTE LOPEZ. Una tumba y un cenotafio.
Fotos personales tomadas el 30 de abril de 2022
Es posiblemente el único caso de una personalidad que está sepultado junto a su abuelo y su padre pero tiene también un cennotafio muy bello en el otro extremo de la Recoleta construído por sus amigos y admiradores. Aquí una serie de placas conmemorativas que se encuentran justamente al pie del monumento funerario de Vicente López y Planes.
RECURSO.
Lucio Vicente López, y el pensamiento conservador
Lucio Vicente López no podía menos que tener una vida política y social intensa. Su padre era nada menos que Vicente Fidel López, ministro, diputado y uno de los fundadores de la historiografía argentina, y su abuelo fue Vicente López y Planes, gobernador bonaerense, presidente de las Provincias Unidas y creador del Himno Nacional.
Nacido en Montevideo, el 13 de diciembre de 1848, durante el exilio rosista de su familia, Lucio V. López no faltó a su apellido. De joven mostró aptitud para la escritura, estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires y trabajó como secretario universitario de la mano del reconocido Juan María Gutiérrez, y alcanzó luego importantes cargos académicos.
Como escritor, es reconocido por su aporte a los orígenes de la novela nacional. Su obra emblemática fue escrita a comienzos de la década de 1880. La gran aldea, publicada primero como folletín y, posteriormente, como libro, describió con tonos sarcásticos y pesimistas la vida social y política porteña de dos épocas: el modesto escenario porteño de mediados de siglo XIX y la bullente ciudad de fin de siglo.
Al mismo tiempo, se destacó en las filas del periodismo, a través de las cuales se abrió camino en la vida política. Militante autonomista, seguidor de Adolfo Alsina, fue electo diputado para la legislatura porteña y, posteriormente, para el Congreso Nacional. En 1890, participó de la Revolución del Parque y más tarde, en 1893, fue designado interventor federal de la Provincia de Buenos Aires, tarea que cumplió por casi un año, hasta que aceptó un reto que sería final. Años atrás había denunciado al coronel Carlos Sarmiento por estafar al Estado nacional en un negocio de tierras. Al salir de la cárcel, Sarmiento lo retó a un duelo en público, que López aceptó. El 28 de diciembre de 1894, por la mañana, tras un primer intento sin aciertos, una bala le atravesó el hígado y los intestinos, poniendo fin a su vida.
Recordamos el día en que fue designado como primer catedrático de Historia Argentina en la UBA, en 1877, con una de sus frases, un fiel reflejo del pensamiento conservador de este protagonista de la historia nacional, atemorizado por una realidad cambiante, perturbadora de una tradición que instaba a recuperar.
Fuente: Discurso pronunciado por el Dr. Lucio V. López en la colación de grados de la Facultad de Derecho el 24 de mayo de 1890; en Lucio Vicente López en el cincuentenario de su muerte (1894 – 1944), Comisión de homenaje, 1944, págs. 25-31.
¿Cómo pretender formar, en una sociedad nueva, estanque inmenso en que se derraman todas las corrientes del mundo, una raza pura, selecta y letrada? … Lo sé; nosotros, los contemporáneos, vemos la ola invasora que nos anuncia la inundación por todas partes. Esos grupos de hombres, mujeres y niños, que pululan en las riveras de nuestras ciudades, llevando todavía sus trajes nacionales, hablando mil dialectos y ninguna lengua, vástagos de germanos y de italiotas, de galos y de godos, inmensa polenta humana, constituirán sin duda las familias patricias del porvenir…
Nuestras democracias sudamericanas corren el peligro de hacerse plebeyas e ignorantes; y los esfuerzos de los hombres de pensamiento deben dirigirse a prevenir los estragos de este género de democratización de la igualdad, de la libertad y del falso liberalismo; pero para detener la protesta en sus mismos labios, me bastará recordar que la democracia, como todo gobierno bien entendido, es el respeto a todos los derechos por todos los poderes; el gobierno de las clases intelectuales, de los varones justos y capaces de la república.
Entonces yo digo, señores, que es gran deber, gran virtud, gran imperio, volver al pasado, inspirarnos en la influencia clásica de la revolución argentina, defender a la América del materialismo que la amenaza, ser dignos para ser fuertes, ser fuertes para ser grandes. Volver al pasado quiere decir releer nuestra historia, respetar el talento, combatir la mediocridad, demoler el cosmpolitanismo y trazar de una vez con rasgos firmes el perfil definitivo de la patria.
Lucio V. López
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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