martes, 4 de agosto de 2020

JOSE ANTONIO CASTAÑO. Simbología VIRTUDES TEOLOGALES

MAUSOLEO JOSÉ ANTONIO CASTAÑO. [1866]
Fotos personales tomadas el 24 de octubre de 2019.
Esta obra de arte es un festival de símbolos y alegorías que demanda una aproximación calmada y atenta. En primer lugar podemos contemplar una construcción que consta de un hipogeo, que es la base sobre la que se sustenta el templete de ocho lados. Es importante recordar el uso simbólico del ocho como expresión del nacimiento a la vida perfecta, que podemos ver en muchas de las pilas bautismales en las iglesias medievales. El siete es el número sagrado y el ocho el de la perfección. Los templarios han utilizado en sus iglesias esta simbología de las construcciones de ocho lados. En el frente de templete podemos observar una puerta de hierro artisticamente decorada y a los costados de esta puerta columnas dóricas semi romanas.
En la cumbre de esta obra encontramos a una doliente apoyada sobre una urna cubierta de un sudario. Esta simbología pone en diálogo y tensión dos conceptos: por un lado la urna con las cenizas de los seres queridos cubierta por el sudario de la resurrección. A la izquierda del hipogeo vemos una figura masculina con un sol con rostro humano sobre su cabeza que puede representar la iluminación divina y un libro abierto en su mano izquierda. Su interpretación puede ser difícil. Algunos suponen que es la representación de san Judas Tadeo cuya advocación era frecuente en el tiempo en que se construye esta obra, pero no se conocen escritos de este apóstol y como consecuencia no podemos justificar el libro en sus manos. Posiblemente sea una alegoría del discípulo perfecto portador del sol o iluminación divina.
Flores de cinco pétalos se encuentran dispersas por toda la construcción, tanto en el frente del templete como en los pedestales de las alegorías. Es útil recordar que el número cinco tiene una interpretación simbólica de la perfección humana ya que el cuerpo humano se compone de cinco extremo: brazos piernas y cabeza. Posiblemente podría representar la perfección de la naturaleza humana antes de la caída. También el cinco nos recuerda las cinco llagas de Cristo, estis estigmas, con los cuales el Jesús resucitado se identificaba a sus discípulos, confirmaban que el resucitado era el crucificado. Dolor y alegría se superpone y complementan. En el pedestal de esta alegoría podemos ver una corona de laureles y flores que nos hablan de triunfo, gloria y afectos. En e centro de esa corona que se repite en otros pedestales un globo terrestre entrelazada por una serpiente que se muerte la cola, es decir, un ouroboro, que nos dice que nada termina y que todo recomienza. En el otro lado derecha, encontramos la clara alegoría de una de las virtudes teologales: la caridad. Esta como es tradicional se la representa con un niño en su regazo y con un corazón inflamado de amor en su mano que se extiende generosamente a quienes la contemplan. En el pedestal coronas de laurel y lazos y también en uno de sus lados la conocidas antorchas invertidas pero no apagadas. La muerte suspende temporariamente el tiempo. Estas antorchas invertidas pero encendidas nos dicen que aún en la oscuridad de la muerte la luz de la vida no se apaga. En la parte posterior encontramos las dos alegorías de las virtudes teologales que nos faltan: LA FE Y LA ESPERANZA.
Esta obra repite en líneas generales el mausoleo de Martín de Alzaga, que se encuentra a pocos metros y que parece ser producto de la misma autoria.










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