CASTRO MADERO. La Virgen María, Urnas funeraris, Querubines.
Fotos personales tomadas el 16 de diciembre de 2021.
En frente neo clásico muy trabajado. En la cima de esta arquitectura vemos una imagen que supongo es la la Virgen María que seria el puente entre dos realidades. Delante de esta imagen una cruz flordelizada muy estilizada. Un frontón y un tímpano muy trabajado estéticamente. A ambos lados de este vemos urnas funerarias cubiertas con el sudario de la resurrección. Sobre la puerte un parte de querubines portadores de las flores de la amistad y el afecto.
Vemos a un costado una placa conmemorativa que dice: "El Batallón 2 de Línea a su Jefe Teniente Coronel JOSE M. CASTRO Y SUNDERBLAT. 1907". Esta placa esta destinada a recordar a José María Castro Sundblat, que nacio en la Ciudad de Buenos Aires en el año 1864 y falleció en la misma en mayo de 1907.
RECURSO.
E-I.- Descalificación denigrante de la Revolución como motín o como golpe.
La caracterización de acontecimientos traumáticos en la historia de la humanidad siempre ha ocasionado interminables polémicas periodísticas y debates jurídicos e historiográficos. Este fue el caso en la América Latina de la revolución de Independencia, y en Argentina en particular de la denominada Revolución del 90, de la crisis orgánica que le siguió hasta la revolución de 1893, y finalmente de la Revolución de 1905…
A juicio de Yaro --seudónimo de un periodista del periódico El Diario, que bien podría tratarse también del mismo Diego Luis Lamas o de José M. Castro Sundblad-- el gobierno de Carlos Pellegrini (1890-1892) “…no ha sido justo”, porque hizo pesar sobre los sectores del ejército que se alzaron en 1890 la calificación de “motineros”. Sin embargo, existe una gran diferencia entre lo que se denomina motín y lo que es una revolución. El motín puede ser “…el resultado de cualquier tentativa conquistadora por parte de quien aspira al poder y no consigue alcanzarle por los medios legales apoyados en la voluntad pública”. Con los motines se persigue “…la realización de propósitos exclusivamente personales, o por lo menos que no cifran su razón de ser en los intereses de todo el pueblo, de la colectividad como entidad moral, del estado como reproducción de la soberanía pública”.Por el contrario, la revolución es “…la consecuencia lógica del progreso humano, que lucha por adelantar.- y no hallando en el campo de las leyes escritas suficiente amparo, busca en la conciencia popular, su base ideal, su justificativo jurídico, para esgrimir las armas y la fuerza bruta en nombre de una ley superior a todas las leyes, la ley de la existencia”. Con las revoluciones “…se derriban o se minan las trincheras en que se guarecen los privilegios de los pocos, las usurpaciones.- los enemigos, en fin del adelanto nacional”.
Para Yaro, el motín militar --castigado con la pena de muerte-- no ha existido, desde que la dirección del movimiento “…ha sido puramente civil, y las responsabilidades alcanzan a todo el pueblo argentino, porque el derrocamiento del Presidente Juárez era un deseo y una necesidad de la nación entera”. La actitud del ejército insurrecto estaba justificada para la opinión popular y para el criterio Napoleónico de la primacía de las fuerzas espirituales o morales, desde que el ejército “…no es una máquina creada para sostén de los opresores, sino al contrario una institución formada para garantía de las libertades, defensa del honor nacional y firme sostén de la Constitución y de las leyes”. Si la tarea del Presidente Juárez era violar la ley y los preceptos constitucionales, como se sostenía estar suficientemente probado, “… ¿podía ser extraño que el ejército argentino, por honor propio y honor del país, resolviera un día desligarse del mandón y devolver a los ciudadanos el uso de sus derechos y libertades? Lo contrario habría sido, sí, demostración palmaria de que el ejército argentino no tenía conciencia de su misión constitucional y de que se abatía, también, como guardia suiza bajo la corrupción de una época vergonzosa”.
Genealogía de la Tragedia Argentina Tomo-IV Pretorianismo tutorial y supervivencias de un orden absolutista (Argentina, 1880-1912).
https://www.er-saguier.org/.../Capitulo-5/Tomo-IV-Cap-5.pdf
Vemos a un costado una placa conmemorativa que dice: "El Batallón 2 de Línea a su Jefe Teniente Coronel JOSE M. CASTRO Y SUNDERBLAT. 1907". Esta placa esta destinada a recordar a José María Castro Sundblat, que nacio en la Ciudad de Buenos Aires en el año 1864 y falleció en la misma en mayo de 1907.
RECURSO.
E-I.- Descalificación denigrante de la Revolución como motín o como golpe.
La caracterización de acontecimientos traumáticos en la historia de la humanidad siempre ha ocasionado interminables polémicas periodísticas y debates jurídicos e historiográficos. Este fue el caso en la América Latina de la revolución de Independencia, y en Argentina en particular de la denominada Revolución del 90, de la crisis orgánica que le siguió hasta la revolución de 1893, y finalmente de la Revolución de 1905…
A juicio de Yaro --seudónimo de un periodista del periódico El Diario, que bien podría tratarse también del mismo Diego Luis Lamas o de José M. Castro Sundblad-- el gobierno de Carlos Pellegrini (1890-1892) “…no ha sido justo”, porque hizo pesar sobre los sectores del ejército que se alzaron en 1890 la calificación de “motineros”. Sin embargo, existe una gran diferencia entre lo que se denomina motín y lo que es una revolución. El motín puede ser “…el resultado de cualquier tentativa conquistadora por parte de quien aspira al poder y no consigue alcanzarle por los medios legales apoyados en la voluntad pública”. Con los motines se persigue “…la realización de propósitos exclusivamente personales, o por lo menos que no cifran su razón de ser en los intereses de todo el pueblo, de la colectividad como entidad moral, del estado como reproducción de la soberanía pública”.Por el contrario, la revolución es “…la consecuencia lógica del progreso humano, que lucha por adelantar.- y no hallando en el campo de las leyes escritas suficiente amparo, busca en la conciencia popular, su base ideal, su justificativo jurídico, para esgrimir las armas y la fuerza bruta en nombre de una ley superior a todas las leyes, la ley de la existencia”. Con las revoluciones “…se derriban o se minan las trincheras en que se guarecen los privilegios de los pocos, las usurpaciones.- los enemigos, en fin del adelanto nacional”.
Para Yaro, el motín militar --castigado con la pena de muerte-- no ha existido, desde que la dirección del movimiento “…ha sido puramente civil, y las responsabilidades alcanzan a todo el pueblo argentino, porque el derrocamiento del Presidente Juárez era un deseo y una necesidad de la nación entera”. La actitud del ejército insurrecto estaba justificada para la opinión popular y para el criterio Napoleónico de la primacía de las fuerzas espirituales o morales, desde que el ejército “…no es una máquina creada para sostén de los opresores, sino al contrario una institución formada para garantía de las libertades, defensa del honor nacional y firme sostén de la Constitución y de las leyes”. Si la tarea del Presidente Juárez era violar la ley y los preceptos constitucionales, como se sostenía estar suficientemente probado, “… ¿podía ser extraño que el ejército argentino, por honor propio y honor del país, resolviera un día desligarse del mandón y devolver a los ciudadanos el uso de sus derechos y libertades? Lo contrario habría sido, sí, demostración palmaria de que el ejército argentino no tenía conciencia de su misión constitucional y de que se abatía, también, como guardia suiza bajo la corrupción de una época vergonzosa”.
Genealogía de la Tragedia Argentina Tomo-IV Pretorianismo tutorial y supervivencias de un orden absolutista (Argentina, 1880-1912).
https://www.er-saguier.org/.../Capitulo-5/Tomo-IV-Cap-5.pdf
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