sábado, 6 de marzo de 2021

ROSA GONZÁLEZ DE SÁENZ PEÑA. Suegra y nuera de primeras damas.

CONMEMORACIÓN DEL DÍA MUNDIAL DE LA MUJER EL 8 DE MARZO.

ROSA GONZÁLEZ DE SÁENZ PEÑA
Fotos tomadas el 2 de agosto de 2019.
Debo confesar que me cae simpática la figura de esta mujer. Me llama la atención la preparación cultural que acompañaban a estas personalidades y que les tocaría cumplir funciones públicas. Me duele que en muchos casos la presencia de estas mujeres no se registre en las bóvedas y mausoleos ni con una pequeña indicación de que allí también de ellas se hace memoria. Me gustaría que este aporte reemplace momentáneamente esa falta.
RECURSO.
Mujeres Argentinas…Rosa González de Sáez Peña
Por Hugo Laguna
“Nuestra sociedad tradicional perdió ayer a una de sus grandes figuras. Extinguióse, en efecto, con doña Rosa González de Sáenz Peña, una expresión de señorío identificada con la modalidad de las matronas de los tiempos más ilustres de la patria”, escribía La Nación el 18 de enero de 1948 al dar cuenta del fallecimiento de la distinguida mujer, ocurrido el día anterior.
“A pocas damas -agregaba- ha cabido en suerte un destino tan destacado como a ella. Desde su adolescencia hasta que acompañó a su esposo en los distintos actos de una vida rica en proyecciones históricas, puede decirse que no abandonó el alto proscenio hacia el cual convergían las miradas de la República. Su existencia entera la vinculó, en la intimidad familiar, con hombres estrechamente ligados a la marcha del país, hombres que en el desempeño de funciones de primera línea, orientaron la evolución armoniosa de nuestras tradiciones y de nuestra patria misma. Con decir que fue digna de un papel de tan singular jerarquía, formulamos su elogio mayor. Cabe añadir, por eso, con justicia, que su muerte conmueve a lo que está más hondamente arraigado en el sentimiento de una sociedad que ve en ella a un símbolo preclaro”.
Rosa Isidora González y su melliza Josefina nacieron en la ciudad de Mendoza el 1º de setiembre de 1858, en el hogar formado por el doctor Lucas González Pinto y doña Rosa Delgado Ibarbaltz. El matrimonio tuvo otros dos hijos: Elvira y Carlos.
El padre, ministro de Mitre y Avellaneda
Lucas González se recibió de abogado en Madrid en 1851 y revalidó su título en París y Turín, ciudades donde pasó algunos años. Fernando Morales Guiñazú, en su “Historia de la Cultura Mendocina”, señala que al regresar al país fue elegido diputado nacional en 1858, y al terminar su mandato fue nombrado director de la Aduana de Rosario.
Al ocurrir el terremoto de Mendoza en 1861, el Gobierno nacional le encargó la misión de presidir la comisión de auxilios a las víctimas. Tras varias peripecias durante el viaje con medicamentos y elementos de primeros auxilios, en su derruida ciudad natal organizó la estación de socorro con los coroneles Juan de Dios Videla y Manuel Olascoaga.
Terminada su función, González volvió a su puesto en Rosario; y al asumir la Presidencia el general Mitre, en 1862, le confió el Ministerio de Hacienda, cargo para el que fue convocado también por el presidente Avellaneda, período en que además ocupó la cartera de Relaciones Exteriores y Culto en 1880.
Morales Guiñazú expresa que “la especial competencia del Dr. González en Economía y Finanzas, pues era indiscutida su versación en cuestiones económicas, unida a su facilidad de palabra, enorme cultura y gran don de gentes, hacían que fuera un personaje saliente en cualesquiera de los importantes cargos que le cupo desempeñar”.
Una joven afortunada
Criada en ese ámbito hogareño de Derecho, Economía y Política, Rosa González fue formando su personalidad. La permanencia con sus padres en Londres durante algunos años, le permitió tener un dominio completo del idioma inglés.
“Gran apasionada de la música y el canto -apunta Gabriel Chirico en su obra ‘Las primeras damas de la Historia Argentina, de 1826 a 1952’- tuvo grandes maestros y, por ese motivo, vivió algún tiempo en Nápoles. Fue una figura descollante entre la “haute” londinense y parisina y, posteriormente, en los círculos sociales porteños.
Suegra y nuera, primeras damas
Al poco tiempo del regreso de la familia González a Buenos Aires, Rosa conoció al abogado Roque Sáenz Peña, con quien contrajo matrimonio el 4 de febrero de 1887. Fueron testigos su padre, Lucas González, y la madre del novio, Cipriana Lahitte de Sáenz Peña, casada con Luis Sáenz Peña. Curiosidades del destino: suegra y nuera serían con el tiempo Primera Dama de la Nación.
Tareas diplomáticas y presidenciales
Roque Sáenz Peña comenzó a destacarse en los círculos porteños. En 1887 viajó con su esposa a Montevideo, ya que había sido designado ministro argentino ante el Uruguay, y allí nació la primera hija, también de nombre Rosa. Tiempo después, Rosa González dio a luz a Luis, pero el niño murió a los cinco meses.
La familia se trasladó a Washington, ya que Sáenz Peña representó a la Argentina en la Conferencia Internacional Americana, y fue en la capital de Estados Unidos donde recibió el telegrama en el cual el presidente Juárez Celman lo designaba ministro de Relaciones Exteriores. Ya en Buenos Aires, sus funciones duraron apenas un mes, pues Juárez Celman renunció y asumió Carlos Pellegrini.
Ante el próximo llamado a elecciones, su nombre comenzó a circular como candidato presidencial, pero una maniobra de Roca -al lanzar la candidatura de su padre, Luis Sáenz Peña- lo llevó a retirarse durante tres años a una estancia de Entre Ríos, como administrador, para no tener que enfrentar a su progenitor.
La renuncia a la Presidencia de Luis Sáenz Peña, en 1895, lo puso nuevamente en los primeros puestos de la política, al ser diputado nacional en 1906. Con Rosa y Rosita, viajó a España y luego a Roma, como ministro plenipotenciario.
Es en Italia precisamente donde recibió la noticia de su proclamación como candidato a la Presidencia de la Nación, cargo que asumió el 12 de octubre de 1910, cuando todavía resonaban los fastos de la celebración del Centenario de Mayo.
Después vendría la ley que lleva su nombre, promulgada el 13 de febrero de 1912, por la cual se instituía en la Argentina el voto obligatorio, secreto y universal, para terminar -según sus propósitos- con la corruptela electoral.
Tiempo después, la salud del presidente comenzó a deteriorarse, y por trastornos neurológicos solicitó una licencia en 1913, estableciéndose para su recuperación en una casa de campo de la provincia de Buenos Aires. El desenlace fatal no tardó en llegar: Roque Sáenz Peña falleció el 9 de agosto de 1914, sucediéndole el vicepresidente, Victorino de la Plaza.
Labor de Rosa González
“Así como su convivencia con el gran señor demócrata afinó todavía su depurada personalidad -recordaba La Nación- es fuerza reconocer que la influencia de doña Rosa González, ejercida sin presión ostentosa, colaboró no poco en la formación del carácter del ilustre republicano. Lo acompañó en el desempeño de tareas diplomáticas delicadas y en los diversos congresos en los que representó a la Argentina. También lo acompañó en su viaje de presidente electo, y al dar lustre a su misión en puntillosas cortes europeas, ese lustre redundó en prestigio para nuestra patria, la cual se vio reflejada en la aristocrática llaneza de los señores Sáenz Peña, su inveterado respeto de las tradiciones y su democrática comprensión”.
“Durante el gobierno de su esposo se advirtió de qué manera sutil lo completaba la señora de porte majestuoso que otorgaba especial decoro, con su sola presencia, a las ceremonias oficiales. Supo cuál era exactamente su lugar junto al mandatario, esfumándose modestamente cuando las circunstancias lo exigían, y agregando brillo a la función cuando así lo pedía su carácter. Jamás disonó en el medio particularmente exigente y en una época que se señala por la calidad del infundio a la primera magistratura nacional”.
Más allá de las funciones protocolares que le estaban asignadas por su cargo, la destacada mendocina era figura relevante en diversas instituciones de beneficencia de las que fue entusiasta integrante: el Patronato de la Infancia, la Sociedad de Damas de la Caridad de San Vicente de Paul, las Terciarias Franciscanas y, en particular, la Sociedad de Beneficencia de la Capital.
Suegra del premio Nobel
Si octubre de 1910 fue importante para Rosa González por la asunción de la presidencia por parte de su esposo, no lo fue menos por un hecho social: el casamiento de su hija Rosa con el entonces diputado nacional Carlos Saavedra Lamas.
El talentoso abogado llegó a ser canciller durante la presidencia del general Justo y mereció en 1936 la distinción de ser el primer premio Nobel latinoamericano y argentino por su brillante desempeño para la firma del Tratado de Paz del Chaco, por el que finalizó la guerra entre Bolivia y Paraguay.
Reliquia argentina
La muerte de Rosa González de Sáenz Peña, ocurrida el 17 de enero de 1948 en Buenos Aires, motivó el poco habitual panegírico de La Nación, que se ha reproducido en parte.
Faltaría, para dar una idea de su dimensión pública y privada, mencionar este párrafo: “A medida que transcurrían los años y que entraba en una ancianidad poblada de venerables memorias, se transformó en una reliquia argentina, hasta cuyo tesoro de recuerdos, que son parte de la historia, acudían quienes tienen por misión evocarlo, en pos de la referencia fidedigna, del detalle que sólo los actores conocen y que añade color y profundidad al vívido cuadro”.
Un solo aviso fúnebre se publicó el 18 de enero de 1948 en el diario porteño, de su hija, yerno y nieto. En Mendoza, la noticia pasó desapercibida.




2 comentarios:

  1. Carlos Francavilla
    La escultura que se encuentra sobre el sepulcro es obra del francés E. Drouot. Simboliza María en Soledad, a quien acompañamos el Sábado Santo. Como dato agrego que en el sepulcro también se yacen los restos de Benito Villanueva.

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  2. Ese panteón tiene la más hermosa figura alegórica del Cementerio

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