sábado, 6 de marzo de 2021

CAROLINA IGNACIA LAGOS GARCIA.

CAROLINA IGNACIA LAGOS GARCIA. Esposa de Carlos Pellegrini. 

Fotos personales tomadas el 22 de febrero de 2020
Siento como que hoy he encontrado una perla de gran precio. Poco se sabe de esta mujer y he tenido que reconstruir su vida a través de informes indirectos y fragmentados pero creo que vale la pena recuperar su memoria. Siempre nos enfrentamos al mausoleo de su marido que cierra en forma espectacular la gran avenida central de la Recoleta pero nunca había escuchado pronunciar su nombre: CAROLINA LAGOS GARCIA que nació el 1 de febrero de 1852 en la Ciudad de Buenos Aires y falleció en la misma ciudad el 28 de septiembre de 1925 a la edad de 73 años. Hija de Juan Isidro Lagos Villarino y María Josefa García de Arguibel y esposa de Carlos "Gringo" Pellegrini Bevans, Presidente de Argentina.
Para mi sorpresa buscando datos sobre Carolina encuentro una faceta inesperada de Carlos Pellegrini: "fue uno de los primeros partidarios por los derechos civiles de las mujeres en Argentina, solicitando que se les reconociera el derecho a voto político.Es posible que estas ideas le hayan venido por tradición familiar, puesto que su tía abuela Priscila Bright, esposa de Lord Provost, fue una de las impulsoras del voto femenino en Inglaterra"
El casamiento entre Carlos Pellegrini y Carolina Lagos se realiza "n 1871, año luctuoso en Buenos Aires pues miles de personas murieron víctimas de la fiebre amarilla, Pellegrini se casó con Carolina Ignacia Lagos García, unión que no tuvo hijos. También he encontrado una frase inesperadamente romántica en labios de este político que aparece un tanto distante que confeso que "Al despertar la vi a mi lado y la tierra me pareció un Edén" (Carlos Pellegrini, contando su luna de miel con Carolina Lagos)"
También formó parte de un grupo de mujeres que por primera vez toman la iniciativa de hacer oír su voz en el ámbito del Congreso Nacional. Estoy seguro que de ahora en adelante al mirar esta verdadera obra de arte ya nada será igual. Bien vale la pena recuperar su memoria.
RECURSO.
La primera conquista política de las mujeres argentinas - Por Luciana Sabina
En las postrimerías del siglo XIX las bancas del Congreso eran ocupadas sólo por hombres, lo llamativo - desde nuestra óptica contemporánea - es que las mujeres no tenían permiso ni siquiera de ingresar al recinto. Pero el 29 de septiembre de 1893, un grupo de damas decidió cambiar esta situación solicitando acceder a la barra de la Cámara de Diputados de la Nación.
Alberto Reyna describió el episodio con una prosa envidiable: “Ni las interpelaciones a ministros del Poder Ejecutivo, ni los torneos del talento, ni las violencias revolucionarias, causaron nunca semejante escándalo en tan ilustres y preclaros varones (refiere a los miembros del Congreso). Algo así como si el diablo hubiera llamado a la puerta. Nunca se había dado el caso, es verdad. Las mujeres no habían manifestado jamás su interés por las cosas políticas y los negocios públicos, que pertenecían por entero a los hombres (…)
Las pasiones políticas estaban al rojo en ese año crítico de 1893, año de revoluciones, de cambios en el gobierno, de dificultades económicas. Y en ese ambiente dramático se les ocurre de pronto a las damas ir a llamar a la puerta del recinto parlamentario. El asunto era por demás novedoso e insospechado y originó toda una revolución en la Cámara que bien puede tomarse como la primera conquista política de la mujer argentina”.
Comenzó entonces un debate inesperado. La mayoría de los diputados consideró que no podían negarles el acceso, pues la barra es y era para todo público, sin distinción. Algunos legisladores solicitaron -como era de esperar- formar una comisión para decidir sobre tamaño asunto, otros acotaron que dejarlas ingresar era un guiño a la civilización, después de todo en Europa ya sucedía.
Y mientras ellos decidían que hacer, ellas esperaban detrás de una puerta de una habitación contigua.
Estaban allí para pedir por la vida del coronel Mariano Espina, condenado a muerte por plegarse a la Revolución radical en Rosario, sucedida semanas atrás. Vencido por Roca al servicio del presidente Luis Sáenz Peña, la suerte de éste se decidió en un juicio abreviado. Sería ejecutado en las próximas horas y cada segundo contaba.
En Plaza de Mayo una multitud clamaba por dar marcha atrás a la condena, en Montevideo también se realizaban manifestaciones públicas a su favor y el presidente de Chile - Jorge Montt Álvarez - se comunicó formalmente con su par argentino para revertir la decisión.
Por las venas de estas valientes corría sangre patricia. Se trataba, entre otras, de Ana Urquiza de Victorica (hija del general Justo José de Urquiza), Josefina Mitre de Caprile (hija de Don Bartolomé). Dolores Avellaneda (hija de Nicolás Avellaneda), Dolores Lavalle (hija del general Juan Galo Lavalle) y la mendocina Dolores Correa. Además, era parte del grupo, Carolina Lagos, cuyo marido, Carlos Pellegrini, deseaba ver ejecutado a Espina.
Tras una agitada discusión los diputados les permitieron el acceso a la barra. Las mujeres querían que se tratara un pedido de perdón por parte del poder Legislativo al Poder Ejecutivo, buscando impedir la muerte del reo.
Se acomodaron entonces, dispuestas a presionar desde la barra cuando, inesperadamente, un par de legisladores deciden debatir sobre las telecomunicaciones. Esto enfadó a la mayoría de los diputados, que pidieron respeto por las señoras. El caos reapareció, mientras la muerte se ceñía cada vez más sobre el coronel.
Finalmente comenzó el tratamiento del pedido y estas valientes señoras lograron que se aprobase una minuta de comunicación, donde el Congreso solicitaba al presidente que suspendiera la ejecución. Luis Sáenz Peña reconsideró la cuestión y otorgó el perdón al coronel Mariano Espina.
Aunque este hecho no sea de conocimiento popular, fue el primer gran paso del género femenino en la política. Demostraron que – como señaló Reyna- cuando las mujeres se proponen algo, lo consiguen.





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