PEDRO LATORRE Y FAMILIA. Art Nouveau funerario.
Fotos personales tomadas el 10 de octubre 2020.
En esta obra arquitectónica muy compenetrada por el estilo ART NOUVEAU, podemos ver un movimiento de plantas y flores que aportan todo un mensaje en clara copia de la naturaleza y un cierto optimismo en el futuro, ya sea en este mundo o en otra dimensión. Ramas de hiedras, junto a ramos de amapolas prometen eternidad y un apacible sueño más allá de este tiempo. Si bien en esta foto la cruz con es muy clara, creo que ha llegado el tiempo de prestarles más atención porque sus diversas formas aportan mensajes con matices. En primer lugar la cruz marca un eje a partir del cual se organiza tanto la realidad actual como virtual. Es como un eje que nos conduce a un centro vital. En este caso tenemos lo que se llama tanto "cruz florenzada" con una especie de capullo de la flor de lis en los extremos de sus brazos o también puede ser una "cruz trebolada" con hojas de trébol en sus extremos.
RECURSO.
De la imagen simbólica al signo simbólico
“Lo simbólico de una representación es un valor no expreso, es un intermediario entre la realidad reconocible y el reino místico e invisible de la religión y de la filosofía; media por consiguiente entre lo que es conscientemente comprensible y lo inconsciente. “ (Guillermina Franco Álvarez/artículo web)
En este sentido podríamos decir que el artista o artesano, es en realidad, alguien que labora entre dos mundos visible e invisible. En tiempos pasados, la artesanía era considerada como algo <<milagrosa>> y su valor simbólico era tanto mayor y digno de veneración cuanto más perfectamente reflejara el sentido propuesto por medio de su perfección estética. Ejemplos típicos al respecto son los íconos cuya belleza reside plenamente en transparentar el contenido simbólico para enriquecimiento y propia iluminación del observador. A diferencia del desarrollo de la escritura, esa reducción imagen-signo no proviene de una simplificación gestual por parte de quien escribe o crea, sino de la necesidad del creyente de llevar consigo una reproducción de la imagen original y auténtica, y por así decir, participar de su irradiación al igual que en el caso del supersticioso que se provee de un amuleto con el propósito de que de algún modo le transmita algo de las fuerzas superiores. La graduación simbólica no depende, pues, de la perfección de su exterior sino de la disposición interna del observador de fijar sus convicciones y su fe en un objeto de meditación, o sea en un símbolo.
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