DEMARCHI - QUIROGA. CLEPSIDRAS, URÓBOROS, MARIPOSAS, ANTORCHAS INVERTIDAS.
Fotos personales tomadas el 10 de octubre de 2020.
Para lograr que una de estas obras de arquitectura funeraria nos hable tenemos necesariamente que conocer los diversos significados que aporta el lenguaje simbólico. En general mi aproximación a esa simbología es desde una mirada de serenidad y optimismo. Intento despojarles de la carga tétrica o lúgubre con el que se las suele considerar. En este caso vamos a comenzar con la CLEPSIDRA que ya hemos tratado en múltiples ocasiones. Esta advertencia está dirigida a nosotros que estamos aún desde este lado del portal de entrada. El tiempo se ha detenido para los residentes de todas estas bóvedas. Es un buen consejo válido exclusivamente para los vivos que aún tienen tiempo para que lo aprovechemos con intensidad. Luego tenemos el URÓBORO que con su forma circular de esa serpiente que se muerde la cola, nos presenta una forma de considerar la vida y la historia como un eterno recomenzar o como una realidad sin principio ni final. Nada se pierde porque todo se transforma. En sí es un mensaje muy optimista porque en medio de este cementerio desmiente la victoria de la muerte y proclama que la vida siempre en sus ciclos es más fuerte. Este símbolo aparece en esta arquitectura acompañada por la MARIPOSA que en la simbología cristiana se la asocia estrechamente con la fe en la resurrección. Se asimila el proceso que sigue la mariposa para llegar a ser lo que es es sometida a un largo proceso de transformaciones asociadas en primer lugar al mismo Cristo y por la fe comunicado a todos los seres humanos. URÓBORO Y MARIPOSA se potencian como símbolos para anunciar que la vida vencerá. En el otro extrema y a la derecha de la puerta vemos ANTORCHAS INVERTIDAS que con sus llamas encendidas nos confirman que aún en medio de las tinieblas de la tristeza y de la muerte, la luz de la vida sigue iluminando, que nunca la oscuridad será total.
Me llaman la atención esos nichos que parecieran haber sido destinados a contener estatuas que nunca llegaron o que una mano malvada se apropió.
RECURSO.
Antonio Demarchi, de nacionalidad suiza, se había casado con Mercedes Quiroga, hija de Facundo. Fue él quien, al caer Rosas, escondió el cadáver detrás de una pared de la bóveda familiar para preservarlo de una posible venganza enemiga. La leyenda decía que el caudillo riojano había sido sepultado de pie. Se descubrió ahora que en su escondite, por falta de espacio, el ataúd estaba en posición vertical, lo que daría por tierra con el mito de que esa posición obedeció a un pedido de Facundo.
La tumba de Quiroga permaneció entonces anónima, por prudencia de don Antonio Demarchi. Sus descendientes sabían que el cadáver había sido ocultado en la misma Recoleta pero ignoraban su ubicación exacta.
Pese a ello, cerca de la entrada del Cementerio, un pequeño monumento de mármol blanco que representa a la Virgen la Dolorosa lleva una placa que dice: “Aquí yace el general Juan Facundo Quiroga. Luchó toda su vida por la organización federal de la República”.
La vida y muerte del caudillo riojano dieron pie a la leyenda y con ella a muchas manifestaciones artístico-literarias, desde la invocación de Sarmiento –su célebre Facundo– hasta un poema de Borges, cuyos versos finales dicen:
Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma,
se presentó al infierno que Dios le había marcado,
y a sus órdenes iban, rotas y desangradas,
las ánimas en pena de hombres y caballos.
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