miércoles, 21 de septiembre de 2022

PORTABALES. Los monumentos fúnebres de ocho lados

PORTABALES. Los monumentos fúnebres de ocho lados.

Fotos personales tomadas el 8 de noviembre de 2016 en Roma y el 26 de agosto de 2022 en Recoleta
Es muy posible que el arquitecto que diseño este monumento funerario no haya tendio en mente todo el simbolisto de las construcciones de ocho lados que tiene dentro de la espiritualidad cristiana. En la Edad Media era muy frecuente encontrar pilas de ocho lados o el edificio del baptisterio construido de esa forma. El ocho en la simbología cristiana es la superación del siete, que es el número sagrado, y representa el nacimiento a una vida plena y perfecta. En este caso, este monumento funerario de ocho lados se lo puede interpretar, al igual que el bautismo, como un nuevo punto de partida, como una nueva creación o como una nueva vida. Si bien su estilo arquitectónico es muy moderno y con un intenso uso de materiales impensados para otras épocas e independiente de aquello que quiso expresar el creador de esta obra, muy bien nosotros hoy podemos intentar una relectura del mismo ya que toda obra de arte tiene aquello que se llama: una reserva de sentido. Para fundamentar esta mirada e interpretación comparto fotos personales del Baptisterio de la Archibasílica de San Juan de Letrán en la ciudad de Roma y que de hecho es la catedral de esa ciudad. Las capillas de la Orden de los Templarios también, en general, tiene esta estructura con el objeto de imitar a la Basílica del Santo Sepulcro en la ciudad de Jerusalén.
RECURSO.
SIMBOLISMO DEL OCTÓGONO La geometría del número ocho
Este número se divide en dos partes iguales 4 + 4, que a su vez se dividen en otros dos números iguales 2 + 2, los cuales también se dividen en dos números iguales 1 + 1, de ahí que indica equidad, justicia, equilibrio. El octavo día de la creación se considera simbólicamente como la resurrección de Cristo, razón por la cual a menudo las pilas bautismales son octogonales. Recuerda la vida eterna que se obtiene con el bautismo. Es como una recreación, el comienzo de una nueva etapa expansiva en el mundo terrenal, una vez conocido lo trascendente. La resurrección proviene de la lucha, de la muerte al mundo de los deseos, de la liberación de la rueda de la existencia y del sufrimiento. Esto está expresado en el Budismo a través del Óctuple Sendero, y en el Sufismo por el símbolo del Octógono. En Numerología, este número está relacionado con el karma, ya que en épocas en las que su influencia sea preponderante, será cuando recibamos como un boomerang los efectos de nuestros actos del pasado.
Muchísimos baptisterios, fuentes, pozos de claustros en iglesias y monasterios, y también de edificios civiles, han sido construidos en forma de prisma de ocho lados. Podemos ver esta geometría repetida una y otra vez en los baños árabes, y también en diversas iglesias de planta octogonal (la Veracruz segoviana, Eunate y el Santo Sepulcro en Navarra, la Capilla Palatina, el Baptisterio de Milán, San Lorenzo Maggiore en Italia, etc.), así como en múltiples torres mudéjares o de esta influencia. Numerosas pilas bautismales muestran igualmente la geometría de ocho lados.
Ya que el número 8 reúne la combinación de la cruz y el cuadrado da la estabilidad en la vida material. El ocho representado por un octógono, simboliza la figura intermedia entre el cuadrado (orden terrestre) y el circulo (orden celeste), por lo tanto es símbolo de regeneración, del paso de lo que es contingente a lo que es eterno.
Como antecedente de la arquitectura de planta octogonal debe destacarse el edificio que hoy conocemos como Torre de los Vientos, situado en Atenas, en las inmediaciones del mercado romano, que fue levantado en el siglo I a.C. por el arquitecto sirio Andrónikos Kyrrestés. Hasta la Edad Media se pensó que era un monumento funerario que albergaba la tumba de Sócrates pero lo cierto es que se trata de una interesante torre veleta que informaba a los ciudadanos sobre los vientos que soplaban en cada momento. En la parte superior de la torre existe un friso que representa a un total de ocho figuras aladas que personifican a los distintos vientos: Bóreas, Cecias, Apeliotes, Euro, Noto, Lipso, Céfiro y Escirón.Es significativo que en tiempos de la conquista otomana de Atenas este edificio octogonal fuese utilizado como lugar de culto por una comunidad islámica, los derviches giróvagos, que a través de rituales y danzas giratorias buscaban la ascensión por la senda de lo divino en busca de la integración con el Altísimo.
Desde un punto de vista simbólico, el octógono representa el enlace entre el cuadrado y la curvatura de la esfera. Es sabido que, en las ciencias sagradas aplicadas al arte, el cuadrado estaba relacionado con la Tierra por sus cuatro elementos, o sus cuatro puntos cardinales; por eso, casi siempre se utilizaba en el románico o en el gótico como base de la columna que se unía al arco o al círculo situado en lo más alto del templo o del edificio. La forma circular, por su perfección, sin aristas, y al mismo tiempo por su sentido de la globalidad que todo lo abarca, sé refería al cielo, a la realidad divina, o a la materia primordial del Universo. El octógono era así, por consiguiente, el puente que resolvía la unión entre el Cielo y la Tierra, permitiendo – como en el caso de la columna – el tránsito de espíritus, Ángeles y hombres de un lado al otro, en una suerte de Cosmos no quebrado. El polígono de los ocho lados aportaba, asimismo, la polaridad de la búsqueda: cuando la esfera estaba situada dentro del cuadrado, en una variante de la doctrina, entonces el octógono indicaba el camino hacia la interioridad, el paso de lo cuantitativo a lo cualitativo, la vía hacia el latido del corazón, la senda del retorno hacia la madre siempre Virgen del Universo. Pero cuando era el círculo el que abarcaba al cuadrado, el símbolo afirmaba la presencia de la sabiduría divina abrazándolo y penetrándolo todo. El octógono, pues, era la síntesis, a la vez, de una disciplina – en este caso caballeresca de realización espiritual universal y de inspiración eminente en los principios eternos.
Por último podemos mencionar los laberintos octogonales que aparecen en algunas catedrales góticas francesas – Amiens, Reims, Arras,…- que plantean muchos interrogantes sin respuestas fiables.







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