JUAN BENITO SOSA. (1839-1909) Coleccionista y generoso visionario.
Fotos personales tomadas el 13 de marzo de 2021.
Me gustaría que este aporte sea un homenaje y memorial para una persona que con generosidad y con aportes de sus propia fortuna dona su colección de cuadros a la Provincia de Buenos Aires a funcionarios que no tienen ni visión ni cultura. La placa conmemorativa que acompaña el frente de esta obra arquitectónica puede contener la causa del temor de Juan Benito Sosa a ser asesinado porque en ella podemos leer: "LUCIO BURGOS..[No puedo leer el segundo apellido].Arrebatado prematuramente al cariño de los suyos por manos criminales. Homenaje de sus amigos. 4 de marzo de 1920" Es una placa realmente compleja en su belleza y la figura femenina que con su manto cubre en actitud protectora al retrato de LUCIO BURGOS muy posiblemente lo podemos interpretar como una alegoría del destino o de la vida misma. Este es un tema policial que pide más información y datos. Estoy seguro que ya no podremos pasar frente a esta construcción sin detenernos sin presentar nuestro propio homenaje.
RECURSO.
El Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti
En 1877, el coleccionista Juan Benito Sosa había donado al gobierno de la provincia de Buenos Aires una colección de cuarenta y nueve cuadros, con la condición de que sirviera de base para la futura creación de un museo público de arte. A partir de esa donación, el senador Bernabé Demaría presentó un proyecto de ley, el 20 de septiembre de 1877, para la creación de «un museo de pinturas». Sin embargo hasta 1920 la idea de formar un museo de bellas artes no cobró impulso, cuando se fundó en la ciudad de La Plata el Círculo de Bellas Artes, integrado por artistas y amantes de las artes plásticas, bajo la presidencia de Ernesto Rivarola. El Círculo se dedicó a promover la creación de un museo de bellas artes.
LOS DONANTES IGNORADOS
El 13 de junio de 1909, el diario La Prensa publicó una necrológica sobre un hombre que había muerto en su chalet de la calle Gorriti 1656. Los vecinos juraban que tenía costumbres estrambóticas, que sólo comía fruta que les compraba a los vendedores ambulantes a través de la verja y apenas recibía gente. Juan Benito Sosa había elegido, según el diario, una “vida de privaciones extremas y sufría paranoias de asesinato”. Y concluía: “El señor Sosa era manifiestamente un avaro”. Claro que el cronista había olvidado comentar que, treinta años antes, este señor había donado al Estado cuarenta y ocho cuadros para la formación de un museo de pintura con el fin de “hacer un pequeño servicio al país de mi nacimiento”. Entre burocracias y rencillas, recién en la tercera década del siglo XX los cuadros concretaron el destino original y pasaron a integrar el patrimonio fundacional del Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata.
¿Cuántos museos hay en un museo?
El Museo Provincial de Bellas Artes que hoy lleva el nombre de Emilio Pettoruti se fundó a partir de un sueño desacompasado. Pese al interés decimonónico de la generación del 80, que intentaba copiar las instituciones europeas, sobre todo francesas, en sus modelos de ciudades, monumentos y museos, ninguno de estos intentos resultó un mero calco. En 1877 don Juan Benito Sosa (1839-1909), un acaudalado amante del arte, donó su colección personal al Estado argentino con la condición de que alrededor de este acervo se fundara la “Primera Galería de Pintura del país”, un primer Museo de Arte (Sosa, 1889: 120). Sosa había gastado parte de su fortuna en adquirir telas y tablas antiguas y contemporáneas con el objetivo de entregar al Estado la base para la creación de un museo en el que los futuros artistas del país pudieran aprender de los maestros del pasado y del presente. Pese al impulso del proyecto, el inusual altruismo de Sosa fue recibido por el gobierno con tibieza y el itinerario de la donación hasta llegar a un destino cercano al deseo del donante fue una historia llena de accidentes. Durante más de cuarenta años, la colección viajó desde la Biblioteca Central de Buenos Aires al Museo de La Plata, estuvo en depósitos, ofcinas y decoró la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires (Baldasarre, 2004). Mientras Sosa se ahogaba en reclamos y pese al reconocimiento que le otorgó Eduardo Schiaffno cuando consiguió fundar el Museo Nacional de Bellas Artes en 1896, terminó el siglo y su colección no llegaba a un destino claro. En 1922, con la donación en poder del Estado provincial y por acción de Ernestina Rivademar, de Francisco Vecchioli y de otros artistas platenses, se fundó el primer Museo Provincial de Bellas Artes. Con el fin de apoyar la empresa, el gobernador Luis Monteverde cedió la colección Sosa como base del nuevo museo bonaerense, que se iniciaba en la joven ciudad de La Plata. De ese modo, el sueño de un hombre del siglo XIX se cumplía casi cincuenta años después aunque el panorama educativo, histórico e institucional había cambiado notablemente desde 1877. Desde ese momento hasta hoy pasaron casi cien años y en ese tiempo el Museo sufrió todos los embates del siglo XX y los que van del XXI: guerras, crisis económicas, dictaduras, políticas más o menos favorables, gestiones diversas, mudanzas, clausuras, una pandemia.
"Avatares de pandemia Museos sin después" por Federico Luis Ruvituso
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