FAMILIA BRACHT. La puerta de los leones.
Fotos personales tomadas el 16 de diciembre de 2021
En este espacio memorial todas las puertas adquieren una fuerza simbólica muy especial. Nada es meramente un elemento decorativo sino que tienen un mensaje claro que pone limites y frontera a dos realidades. Todo lo que contienen y rodea una puerta nos hablan justamente de ese paso de un espacio secular a otra que tiene una calidad especial que podríamos llamar de sagrado. No es suficiente pronunciar una calificación estética porque ese no es su objetivo sino que tenemos en intentar descifrar el mensaje que esta directamente dirigido a quienes transitamos esos senderos.
RECURSO.
Tradiciones, religiones y significados atribuidos a la puerta.
La puerta, al ser una abertura que nos permite entrar y salir, siempre ha sido considerada un símbolo universal que implica una transición de un lugar, de un estado o de un nivel a otro. Se trata de un punto de acceso a una realidad diferente, superior o inferior: la Luz y la Oscuridad, la Vida y la Muerte, la Ignorancia y la Sabiduría, la Culpa y el Perdón, el Cielo y el Infierno… La puerta siempre nos anima al viaje, nos aventura al misterio…
En el Antiguo Egipto, la puerta simbolizaba el horizonte, la montaña luminosa de Oriente por donde sale el sol, ese instante fascinante del amanecer en el que se encuentran ambos mundos. En las tumbas, se construía una puerta para que el alma del difunto pudiera trasladarse tanto en una dirección como en la otra. Este mismo sentido, la puerta se está presente en las tumbas etruscas; algunas, tienen al difunto representado en el umbral.
Para la tradición judeocritiana es inmensa la importancia que cobra la puerta, ya que a través de ella se accede a la revelación, y sobre ella se reflejan las armonías del universo. En todos los templos judíos, así como en las iglesias y en las catedrales cristianas, la puerta principal es uno de los elementos arquitectónicos de mayor relevancia. La figura de Cristo glorioso suele estar representado en los pórticos de las catedrales, para recibir al peregrino y a los fieles, bajo una de las máximas: «Christus ianua vera», Cristo es la puerta verdadera.
La Biblia habla de «las puertas de los cielos» por las que se ingresa al reino de los cielos, a la salvación y a la vida eterna: «Yo soy la puerta, si alguno entra por mí, estará salvado» (Juan 10,9), lo cual alude a ese estado espiritual en el que Jesús iniciaba a sus seguidores. A la vez, la Biblia nos recuerda que no todas las puertas son dichosas, como es el caso de las puertas de la muerte y de las puertas del infierno. El regreso de Cristo se anuncia con las frases: «El Hijo del Hombre está a la puerta» y «mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo». En el Vaticano, puertas y llaves aparecen como símbolos emblemáticos y el Papa realiza rituales relacionados con abrir ciertas puertas. En la iconografía medieval, se solía representar a la Virgen con la forma de una puerta cerrada. Un himno del siglo XII, lo describe así: «Santa María, puerta cerrada, por orden de Dios abierta, fuente sellada, huerto cerrado, puerta del paraíso».
Los guardianes de las puertas románicas hacen referencia a la iniciación que hará el neófito, una vez que traspase el portal del templo. Tal es el caso del dios latino Jano, que guarda las llaves de las dos puertas solsticiales: la puerta de los dioses y la puerta de los hombres. El paso de la tierra al cielo se realiza por la puerta del sol, que simboliza la salida del cosmos, el lugar por donde pasa el eje del mundo que da acceso al reino de los cielos.
Las puertas de todos los grandes lugares sagrados del mundo separan y protegen lo sagrado de lo profano. Suelen tener en su entrada una gran puerta protegida por guardianes, como leones, dioses, grifos, manos de fátima, vírgenes o cristos. Tal es el caso de San Pedro, guardián de las Puertas de los Cielos; Satanás, guardián de las Puertas del Infierno; el dios Jano, guardián de la Puertas Solsticiales; el can Cerbero, guardián de las Puertas del Inframundo griego; y el dios Ganesha, guardián de los altares de la India.
La puerta de los ritos de los masones es muy baja con el fin de que el profano tenga que encorvarse para poder entrar al interior del templo. No se trata de un acto de humildad, sino que denota la dificultad existente entre el plano profano y el plano iniciático. Es la famosa «Puerta de Occidente», la dirección por la cual el sol se apaga, la luz desaparece y todo queda en tinieblas. Se trata de un mundo secreto y desconocido para el resto de los mortales.
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