sábado, 19 de febrero de 2022

MARÍA DOMINGA SÁEZ PÉRES. Un estimonio de primera mano

MARÍA DOMINGA SÁEZ PÉREZ. Un testimonio de primera mano.

Fotos personales tomadas el 14 de febrero de 2022
Cuando se presta atención y tiempo a un monumento funerario este comienza a revelar sus secretos y misterios. Personalmente se me ha revelado esta mujer que con su diario de viaje se transforma en una mirada que nos permite conocer la vida cotidiana de aquella avanzado de soberanía, alejado de frase altisonante pera revelarnos lo cotidiano y personal que es lo que en definitiva tiene valor. Además a esa crónica le agrega el aporte de una mujer que tenemos que recupera y promover. Igualmente este es un testimonio del nivel cultural que podían alcanzar algunas mujeres en aquel tiempo. 
RECURSO.
MARÍA SÁEZ DE VERNET. La esposa del comandante
“Pasando por debajo de una barranca donde no daba el sol había un montón de nieve, me alcanzaron un poco para que la viera, lo que tanto halagaba mi vista por su blancura y brillantez, pero luego al tomarle la mano sentí su frialdad, no quise por más tiempo contemplar su hermosura, pasé por el puente, me detuve a observar un arroyo cristalino de agua dulce que pasa por debajo, cuyo ruido atrajo mi atención.”
Hija de un poderoso hombre de negocios de Montevideo, María Sáez de Vernet, Mariquita, llegó a las Islas el 15 de julio de 1829 en compañía de su esposo para la asunción de la Comandancia, junto con sus 3 hijos, Luis Emilio, Luisa y Sofía –que dio sus primeros pasos en las Malvinas– y con 2 meses de embarazo en curso.
Desde el arribo a Puerto Soledad se dedicó a consignar la vida cotidiana en en su diario personal, hoy un documento invaluable, que fue citado hasta en el Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas como prueba del estado de cosas en las Malvinas al momento de la usurpación inglesa.
El “Diario” de María Sáez de Vernet es desconocido para la mayoría de los investigadores, no es estudiado ni citado por nuestros historiadores, no forma parte de la bibliografía de los programas de las escuelas ni universidades de la Argentina, como si nunca hubiera sido escrito.
Sin embargo, además de una valiosa pieza literaria, es un instrumento fundamental para la comprensión de uno de los procesos más incipientes en la historia de nuestra soberanía como nación.
El poblado descripto por Mariquita tenía en ese momento unos 100 habitantes entre colonos, gauchos y peones, trabajadores pesqueros, pequeños ganaderos, horticultores, labriegos, y no contaba con presencia militar, aunque desde los primeros tiempos era merodeado por buques de diversas nacionalidades interesados en las riquezas del mar y en hacer pie en la Patagonia.
El 30 de agosto de 1829, día de la toma de posesión de la comandancia, María Sáez de Vernet escribió en su diario: «Muy buen día de Santa Rosa de Lima, por lo que determinó Vernet tomar hoy posesión de la isla en nombre del gobierno de Buenos Aires. A las doce se reunieron los habitantes, se enarboló la Bandera Nacional a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el ¡Viva la Patria! Puse a cada uno en el sombrero con cintas de dos colores que distinguen nuestra bandera. Se dio a reconocer el Comandante.»
El aislamiento ominoso, el paisaje yermo, el territorio escarpado, la inclemencia de un clima glacial violento, la hostilidad de la geografía, no amedrentaron a la mujer que había hecho propia la sustancia de los planes progresistas de Vernet para crear un enclave pujante y su fidelidad comprometida con el país en cierne.
María Sáez mujer de las Islas
Dado el éxito de la expedición de Vernet, había en las Islas –supuestamente desiertas– mujeres, hombres, niños; nativos, argentinos, extranjeros; blancos, negros, mestizos, indígenas; cazadores, pescadores, panaderos, herreros, talabarteros, médicos, comerciantes, almaceneros, despenseros, agricultores, pastores, matarifes, vendedores ambulantes, estancieros.
Robert Fitz Roy –el famoso comandante del HMS Beagle que realizó la travesía que llevara a Charles Darwin a recorrer el mundo– fue elogioso con los Vernet luego de haberlo hospedado en la comandancia de las Islas.
Ftiz Roy resaltó rasgos distintivos de Mariquita, como su voz refinada para el canto, y su destreza con el piano: “ejecutaba música de Rossini con mucho gusto”.
La casa familiar de los Vernet se volvió una referencia de optimismo para los colonos y viajeros, un punto de encuentro y una fuente de seguridad ante la adversidad de los tiempos.
De la mano de la cronista –que parece su voz– recorremos algunos pasajes del Diario:
«Miércoles 15 de julio. Descansé un momento y volví a hacer la tentativa de caminar, mas fue en vano, pues no igualaban mis fuerzas al deseo que tenía de regresar a las casas.»

«Jueves 13 de agosto. Nieve y viento fuerte. Hoy se ha hecho una división con tablas en mi pieza por ser muy grande y se puso otra ventana.»

«Jueves 3 de septiembre. Salí a pasear con Vernet y Emilio hacia una bahía que llaman San Salvador, y cuando más distraída iba sentí que [bajo] mis pies salió un conejo, corría cuanto podía sin duda aturdido por mis gritos y [el] dolor de haberlo pisado.»

«Domingo 20 de septiembre. Algunos Alemanes han ido a la pesca de lobos. Bailaron los negros a la tarde como de costumbre todos los domingos.»

«Domingo 4 de octubre. Amaneció claro pero con mucho viento. Se han traído seis vacas de la estancia para amansar.»

«Sábado 17 de octubre. Nublado y amenazando lluvia, sin embargo salí hacia la punta de la entrada, de paso vi el cuidado que tenían las familias con sus vacas, todos los días limpian el sitio donde las atan y les hacen cama de paja y para los terneros.»

«Domingo 29 de noviembre. A las ocho de la mañana volvieron los botes que fueron a la pesca de lobos, no encontraron ninguno, por lo que presumen que haya estado algún buque [furtivo] días antes.»

«Lunes 21 de diciembre. Llovió todo el día, Vernet ha fletado la Goleta recién llegada la que piensa mandar al Brasil cargada de cueros, carne salada y pescado del que va de sobrecarga Emilio.»

«Martes 22 de diciembre. Nublado y Ventoso. Por tener que aprontar cartas y encomiendas para Montevideo y Buenos Aires cesa el diario que he llevado desde que desembarqué en esta Isla hasta la fecha.»





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