RECURSO.
Juventud
Era hijo del político y militar Juan Martín de Pueyrredón, quien fuera Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y de la patricia porteña María Calixta Tellechea y Caviedes. Cursó estudios en el aristocrático Colegio de la Independencia, dirigido por Percy Lewis, hasta completar su educación primaria. En 1835 la familia Pueyrredón se mudó a Europa, donde completó sus estudios. Estuvo un año escolar en París. Veraneaba en Cádiz, donde su padre poseía una empresa dedicada a la importación de cuero argentino.
Seis años más tarde, a causa
del endurecimiento de las relaciones entre Francia y la Argentina de Juan Manuel de Rosas, ante
la negativa de este a otorgar privilegios comerciales a los buques de ese
origen —que no se resolvería hasta pocos años más tarde con la batalla de la Vuelta de
Obligado—, los Pueyrredón abandonaron Europa para residir en Río de Janeiro. El
ambiente liberal de la sociedad carioca motivó la vocación artística del joven
Pueyrredón, y a su regreso a París tres años más tarde obtuvo el permiso
paterno para estudiar Ingeniería en la Escuela Politécnica
Regreso a Buenos Aires
En 1849,
estando el general Pueyrredón muy enfermo, la familia entera regresó a Buenos
Aires. Al año siguiente moriría en la quinta familiar de San Isidro. Aunque el
joven Prilidiano, ya ingeniero, resultaba una figura singular en la sociedad
porteña de la época, y se tejían historias acerca de su inmoralidad —fue el
primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires,
de los cuales se conservan dos, La siesta y El baño,
hoy en el Museo Nacional
de Bellas Artes— supo integrarse en ella para retratarla. Pintó
a Manuelita, la hija de Rosas, en 1851,
poco antes de la caída del caudillo, y a otras muchas figuras de la sociedad.
A
mediados de ese año, sin embargo, la ruptura sentimental con su sobrina y
vecina Magdalena Costa, a quien cortejaba, lo hizo abandonar la ciudad y
regresar a Cádiz temporalmente. Engendraría allí a su única hija, fruto de una
aventura con una muchacha gaditana.
Madurez artística
Regresó finalmente a Buenos Aires en 1854, y puso sus capacidades de ingeniero y arquitecto al servicio de la rica obra pública que la ciudad portuaria, separada de la Confederación Argentina, desarrollaba. Trabajó en las obras de restauración y ampliación de varios monumentos, entre ellos la capilla de la Recoleta, la Pirámide de la Plaza de Mayo y la Casa Rosada; como urbanista, diseñó la Plaza de la Victoria, un parque junto al entonces Paseo de Julio, y el puente del barrio de Barracas. Fue autor de los planos para la mansión que Miguel de Azcuénaga levantó en Olivos, más tarde obsequiada al gobierno federal como residencia para el presidente de la Nación, hoy denominada Quinta de Olivos.
La
década del 50 y sobre todo la del 60 serían las más prolíficas de su producción
como pintor. Se conservan 223 obras de estos años, más de la mitad de las
cuales son retratos, muchos de ellos pintados por encargo para figuras de la
sociedad. Abordó también, siendo uno de los primeros en hacerlo, la temática
arrabalera y gauchesca, plasmándola de acuerdo a la doctrina romántica que
había adquirido en Europa. Varias de sus obras más famosas responden a estas
escenas de la costa del Plata o de la Pampa: Un alto en el campo (1861), Capataz
y peón de campo (1864), Lavanderas del Bajo Belgrano (1865)
o Recorriendo la estancia (1865).
En
1862 se le concedió la realización de un puente sobre el Riachuelo, a la altura del
actual barrio de Barracas. Había
proyectado un puente giratorio fantástico para la época. Pero cuando se lo
libró al público una imprevisión en el uso de los pilotes hizo fracasar el
mecanismo y el terreno cedió, hundiéndose el puente. La suma que los
empresarios habían puesto era alta. Pueyrredón entonces realizó un nuevo
contrato con el gobierno en 1867 y financió la obra. Esto agravó su salud.
A
los 47 años de edad, en la quinta familiar de San Isidro, falleció el 3 de
noviembre de 1870, sin poder ver la finalización del puente que se habilitó 9
de noviembre de 1871. En su homenaje dicho puente (que
sería arrasado por el río en 1884) y otro más que se
inauguraría casi 100 años después fueron denominados con su nombre. Su figura
como artista pasó al olvido hasta los años 1930, cuando se lo redescubriría como el precursor de la
pintura nacional. Particularmente apreciado es su retrato de su padre.
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