lunes, 27 de marzo de 2023

JOSÉ M. ZUBILLAGA. El gesto HARPÓCRATICO o el silencio de la sabiduría.

JOSÉ M. ZUBILLAGA. El gesto HARPÓCRATICO o el silencio de la sabiduría.

Foto personal tomada el 21 de marzo de 2023
Muchas veces nos cuesta darnos cuenta la larga historia y la riqueza de mensaje y simbología que subyace detrás de un simple gesto o imagen. En este caso estamos ante el llamado a un silencio que brota de la sabiduría que la misma muerte revela.
RECURSO.
Los primeros tercetos de la conocida "Epístola satírica y censoria contra las costumbre presentes de los castellanos..." de Francisco de Quevedo describen y explican el sentido de un gesto: "No he de callar, por más que con el dedo, / ya tocando la boca, o ya la frente, /silencio avises, o amenaces miedo". El final del primer y el segundo verso trazan la coreografía que permite la aparición del gesto que insta a callar, conocido tradicionalmente como gesto harpocrático.
El uso del término "harpocrático" para referirse al signo que construyen el dedo índice y la boca remite inexorablemente a la caracterización y reivindicación del dios egipcio Harpócrates que Plutarco (1995) expone en Isis y Osiris:
Harpócrates no hay que considerarlo un dios imperfecto y enclenque ni un dios conectado con las legumbres, sino el que preside y aconseja sobre la palabra relativa a los dioses, que todavía inmadura, imperfecta e inarticulada existe entre los hombres; por eso tiene el dedo aplicado a la boca, en señal de discreción y silencio, y en el [mes] Mesore, llevándole una ofrenda de legumbres, dicen: 'la lengua es fortuna, la lengua es un demon' (183).
La aclaración inicial de Plutarco responde a la superposición de larga data de dos deidades egipcias: Horus (niño) y Harpócrates. El nombre egipcio de este último (Hor-pa-jard o Har-pa-jered) significa literalmente: 'Horus niño', cuestión que sin duda explica la confusión. Harpócrates, en su papel de Horus niño, suele aparecer en la iconografía grecorromana sobre las rodillas de su madre, Isis, quien se dispone a amamantarlo.
Las representaciones de Harpócrates como un niño recién nacido emergiendo "de un loto primordial, a veces asimilado al sol naciente, es un chiquillo desnudo, con el cráneo rasurado, a excepción de la mecha de la infancia que se le cae sobre la sien derecha; en un gesto infantil, el dios se lleva el índice de la mano derecha a la boca" (Bonnefoy 1997: 380) intensificaron aún más la confusión entre estas dos deidades egipcias.




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