MAUSOLEO CONCHA PRAT en el Cementerio General de Santiago de Chile y el MAUSOLEO DE LA FAMILIA LLAMBI en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires. Fotos personales tomadas el 11 de enero de 2020 y las tres siguientes del MAUSOLEO LLAMBI del Cementerio de la Recoleta el 31 de enero de 2020. Las dos últimas corresponden a imágenes tomadas de Internet y son el Mausoleo de la Famiglia ONETO en el Cementerio Monumental de Staglieno en Génova.
En el así llamado Patio Caffarena, que en realidad es el Patio 60 del Cementerio General de Santiago de Chile y en la bóveda de la Familia Llambi en el Cementerio de la Recoleta de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, encontramos la misma imagen de un ángel con los brazos cruzados sobre el pecho y con una mirada imprecisa sobre un distante horizonte. Conocemos el hecho que en general los ángeles han simbolizado en la iconografía cristiana el alma de los difuntos o símbolos de fuerzas protectoras de estos personajes.
En realidad ambas obras son una replica del ÁNGEL DE MONTEVERDE o también llamado el ÁNGEL DE LA RESURRECCIÓN del escultor GIULIO MONTEVERDE, cuyo original realizado en el año 1882 aparentemente es el que encontramos en el Cementerio Staglieno en Génova y fue un encargo de la familia Oneto, quien fuera un rico comerciante genovés que fue presidente del Banco General y destinado a honrar la memoria de su familia. A partir de esa obra se han hecho muchas copias que podemos encontrar en diversos cementerios.
Esta estatua es una de las obras más conocidas de este escultor, de estilo claramente neoclásica y es considerada como un clásica del arte funerario.
RECURSO.
Giulio Monteverde (Bistagno, Alessandria, Italia, 8 de octubre de 1837 - Roma, 3 de octubre de 1917) fue un escultor italiano.
Hijo de obreros, tras concluir sus estudios elementales, comenzó su actividad artística como tallador de madera realizando numerosos crucifijos como los de la iglesia de San Francesco en Acqui Terme y el de la iglesia de San Secondo en Asti.
Luego de un período de residencia y trabajo en el taller de los Bistolfi en Casale Monferrato, se trasladó a Génova. En esta ciudad prosiguió trabajando como aprendiz en talleres y frecuentó la Academia Ligustica de Bellas Artes donde permaneció cuatro años para luego dirigirse a Roma tras haber ganado la beca de la Academia de San Lucas. Casado muy joven y con hijos no alcanzó a mantener a su familia hasta que su fama se difundió luego que el rey de Wurtemberg adquirió una de sus obras: Niños que juegan con un gato. Aún poco antes de fallecer octogenario sorprendió su trabajo cincelando el mármol para el monumento a Giuseppe Saracco. Fue uno de los principales maestros de la escultora argentina Lola Mora.
Crítica
Durante todo el siglo XX Monteverde ha sido injustamente olvidado o desconocido, esto se debe principalmente a que se trata de un escultor apegado a los cánones tradicionalistas originados en la Grecia clásica y luego reforzados durante el Renacimiento, para la perspectiva del s XX -entonces- Monteverde resultaba "anticuado", fuera de las vanguardias, "academicista" y "remanido".
En efecto, ciertamente cuesta observar algún atisbo de "vanguardismo" en la monumental obra de Monteverde; él se mantiene más cerca -en lo estilístico- de Canova, Cellini y Miguel Ángel. Asimismo ha jugado en su contra el hecho de que muchas de sus esculturas fueran realizadas para cementerios o sus temas fueran en ocasiones rayanos en lo funerario, sin duda La Piedad ha sido para él una escultura ejemplar. Monteverde no parece haber buscado temas que pudieran llamar demasiado la atención: en este sentido puede haber sido tachado –injustamente– de "pacato" y "poco original", peor aún, muchas de sus mejores obras poseen nombres demasiado extensos y algo sensibleros, lo que ha prevenido a los críticos del siglo XX contra él. Sin embargo de todo ello, Giulio Monteverde resulta un escultor excepcional, destacado por su maestría en el cincelado del mármol; mármol que en sus manos adquiere gran ductilidad y un aspecto de increíble fluidez y plasticidad.
En Jenner en el momento de inocular la vacuna a su propio hijo, obra considerada su capolavoro, Monteverde -pese a él mismo- tiene una aproximación a las vanguardias al lograr una corporeidad muy dinámica, como ondulante y llena de tensión, Monteverde ha sabido –a su modo– expresar intensamente la pasión humana
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