jueves, 26 de septiembre de 2019

FERNANDO QUESADA PACHECO. Varones Plañideros o dolientes

FERNANDO VICENTE QUESADA PACHECO.HIZO EL BIEN SIN DECIRLO
Fotos personales tomadas el 24 de septiembre de 2019.
En una de las tres placas conmemorativas podemos leer: "FERNANDO QUESADA PACHECO. 22 febrero 1950. Fue un señor y un caballero y en su noble vida hizo el bien sin decirlo y es por esto que todos los que le conocieron lo lloran con cariño y lo recuerdarán con respeto" Nació el 9 de marzo de 1885 y falleció el 22 de febrero de 1950. 
DOLIENTES ATRLANTES. 
En general evito las imágenes lúgubres y que pueden dar la idea que el tema central en este espacio es la muerte se contrapone cuando mi mirada intenta mostrar aspectos más positivos. Aquello que me llamo la atención en este ejemplo es que aquello que en un primer momento pensé que eran dos lloronas o dolientes, en realidad son dos varones. En este caminar por los senderos de este cementerio veo que la manifestación de dolor por parte de los varones tiene una larga historia y tradición y me alegra que sea de esta forma porque me gusta que los hombres puedan y quieran expresar sus sentimientos.
Acompaño mis fotografías con un testimonio medieval de hombres expresando dolor en el entierro de un personaje importante.
Con relación al Dr. Fernando Quesada Pacheco no he encontrado muchas referencias.
RECURSO.
Plañideras y dolientes. Rituales funerarios medievales.
Para un Ángel. "No hay sino un vacío enorme, hoy imposible de llenar de otra cosa que no seas tu"
La muerte, que es parte de la vida, acaba imponiendo una realidad que lastima. El dolor y la pena se han reflejado desde época inmemorial en la familia y amigos del fallecido. Largos lutos y duelos acompañan la vida de los más allegados junto a otras manifestaciones externas del dolor por la pérdida de la persona querida.
Es una cuestión que atañe a toda la colectividad por lo que es fácil deducir un cierto aderezo de símbolos externos que se ha conservado hasta la actualidad. La negritud de las ropas durante el luto y el enclaustramiento de las mujeres han sido una constante de la sociedad tradicional.
De entre las costumbres más arraigadas en la castilla rural tradicional vengo a destacar la del reparto de pan entre los más pobres que asistían al funeral, un presente que pone de relieve el estatus social y económico del finado.
A esta misma realidad no es ajena la convocatoria de un número muy significativo de acompañantes en los funerales y el velatorio con su cortejo de plañideras.
Aunque no en exclusiva, el papel femenino en el llanto público debe estar relacionado con el papel de las mujeres en las sociedades patriarcales ya que ellas son quienes se ocupan del aseo doméstico, una labor a la que se asocia el lavado del cadáver. De justicia es pues que posteriormente acompañen al difunto en presentación pública para la exposición y el velatorio.
Los hebreos, desde muy antiguo, tenían por costumbre mesarse (tirarse con fuerza de) los cabellos, echar ceniza y polvo por la cabeza y el cuerpo, rasgarse las vestiduras, vociferar, llorar y lamentarse ante la muerte de un ser querido con los cabellos desgreñados, los vestidos desgarrados y el pecho desnudo, vestirse con tela de saco, deshaciéndose de todo adorno para vincularse al difunto, que ya no podía gozar de ellos e incluso herirse en el pecho.
En los poemas homéricos, que como saben, recogen tradiciones y hechos más antiguos, es familiar la imagen de las mujeres que se arañan las mejillas y el pecho o se arrancan los cabellos ante la pérdida de un familiar. Briseida, Hécuba o Andrómaca son protagonistas de escenas funerarias de esta índole en la Iliada.
Pero al llanto espontáneo y al dolor real se le añaden elementos de artificio. Desde antiguo, las plañideras formaron parte de un servicio que era contratado y pagado, muy bien documentado en las fuentes históricas.
En el medievo, esas costumbres ancestrales, fueron ampliamente perseguidas e incluso prohibidas por la Iglesia, con escasa fortuna, como veremos.
Al Cid mismo se le atribuye la intención de impedir que se contrate el llanto protocolario y de artificio » Mando que no alquilen plañideras que me lloren. Restan las de Jimena sin que otras lágrimas compren».
La manera en que durante la Edad Media las procesiones funerarias manifestaban el dolor por la muerte de un ser tan querido viene reflejada precisamente en elementos relacionados con el ámbito de los templos y de sus espacios de necrópolis.










No hay comentarios:

Publicar un comentario