lunes, 7 de noviembre de 2022

MEMENTO MORI. Una preparación para el bien morir, en el monumento funerario F. y J. PRADÉRE.

MEMENTO MORI. El morir en humildad en el monumento funerario F. y J. PRADÉRE.

Fotos personales tomadas 16 de diciembre de 2021 y 1º de octubre 2022
Es muy frecuente que algunos símbolos que han caído en desuso adquieren, por ignorancia un significado totalmente diferente al propuesto originalmente. En la Recoleta tanto las tibias, calaveras y guadañas han sufrido ese proceso de reasignación de sentido. En la iconografía cristiana todos ellos son un recordatorio de nuestra finitud y que por consecuencia tenemos que evitar la VANIDAD. Se miran estos símbolos como un llamado a despojarnos de toda soberbia y vivir en simplicidad y humildad.
RECURSO
Memento mori
Memento mori ("Recuerda que morirás", en español) es una frase latina que recuerda la mortalidad del ser humano. Suele usarse para identificar un tema frecuente, o tópico, en el arte y la literatura que trata de la fugacidad de la vida.
Tiene su origen en una peculiar costumbre de la Antigua Roma, que quizás tenga origen sabino. Cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Lo hacía pronunciando esta frase, aunque según el testimonio de Tertuliano probablemente la frase empleada era:
Respice post te! Hominem te esse memento!
"¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre".
También se usa para denominar a las representaciones de difuntos en la historia del arte.
Efectivamente, la pintura de bodegones, que surgió en Europa con los libros religiosos ilustrados, cumplió en esa época con una función similar a la de la frase durante el imperio romano: subrayar la vanitas de la existencia. Su mensaje era claro: la naturaleza se descompone, más el alma es inmortal; el espíritu habita brevemente en cada cuerpo. La forma más extrema del mensaje moral que ofrece la vida aún se encuentra en la pintura de vanitas, que toma su nombre del íncipit Eclesiastés: Vanitas Vanitatum et omnia vanitas (Eclesiastés 1:2; 12:8).
El detalle que a menudo revela la presencia de una “pintura de vanitas” es la presencia de un cráneo humano, acompañado generalmente por otros símbolos alusivos a la temporalidad de la vida y la inutilidad del esfuerzo humano: flores caídas, frutas podridas, relojes de arena y otros. En muchos cuadros de vanitas, se agrupan los elementos que representan la actividad humana (libros, instrumentos científicos) y los placeres humanos (pipas, instrumentos musicales) que marcan la futilidad de lo material en una vida tan corta. La pintura de bodegones simboliza lo que seguirán siendo los seres humanos cuando han abandonado el escenario de la vida: vanitas.




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