ÁNGEL VELAZ. Bóveda ETCHEBEHERE-VELAZ.
La aventura de un inmigrante EMPRENDIMIENTOS, RIESGOS Y ÉXITOS.
Fotos personales tomadas el 24 de octubre de 2019.
Muchas veces el impacto de la obra arquitectónica o la belleza y simbología de las obras de arte dejan bajo cierta sombra la personalidades que allí yacen. Por pura casualidad y buscando otro tema encuentro datos sobre la sorprendente vida de ÁNGEL VELAZ, un inmigrante vasco, pionero en una increíble cantidad de iniciativas innovadoras para su tiempo. Si bien es largo el relato, aún siendo una selección, vale la pena enriquecer nuestra mirada con estos datos.
RECURSO.
Los Vélaz en Argentina. Su contribución al desarrollo productivo y comercial
Ángel Vélaz en la Región Pampeana
Como dijimos, la familia Vélaz regresó a Argentina en 1886, y se instalaron en la ciudad de Buenos Aires.
Los cambios producidos en el país en las últimas dos décadas habían sido notables en distintos sentidos. El censo de 1869 había arrojado una cifra de 1.800.000 habitantes, y el 1895 daría un total de poco más de 4.000.000, lo que quiere decir que el aumento poblacional fue de más del doble en 26 años. De esa cantidad, más de un millón eran extranjeros. Pero también, entre 1880 y 1914, el crecimiento económico del país siguió un ritmo acelerado, y continuó luego de la Iº Guerra Mundial. La motorización de ello fue la producción agrícola-ganadera y la industria derivada de la misma.
Esto fue acompañado de incrementos de la producción para consumo local y exportación, mejoramiento en el sistema de transporte, e instalación de una importante red de ferrocarriles en todo el país que permitían llevar la producción hacia el puerto de Buenos Aires.
Hacia 1890 se produjo una gran expansión de la agricultura en la región pampeana con la incorporación de nuevas tierras, que en diez años aumentaron en 30.000.000 de hectáreas la zona productiva, totalizando casi 80.000.000 de hectáreas.
El ganado ovino fue poco a poco desplazado hacia el sur —Patagonia—, se mejoraron las razas para destinarlas a la producción de carne y abastecer a los frigoríficos, y creció la producción cerealera. Esta última acrecentó las exportaciones de trigo, que en 1890 fueron de unas 300.000 toneladas y en 1900 de 1.900.000.
En la ciudad de Buenos Aires, Ángel Vélaz, siendo aún adolescente, comenzó trabajando en el comercio ‘Goyenechea, Bilbao y Cía’, un almacén de Ramos Generales, donde aprendió sobre el movimiento comercial, fue ascendido a gerente en poco tiempo, y ahorró lo suficiente como para poner su propio negocio. Fundó la casa consignataria ‘Ángel Vélaz y Cía. Ltda.’ en 1896, junto con amigos otros vascos y navarros: Feliciano Montes, Cayetano Suescun y su hermano Santiago, y trabajó también junto a Cruz Sein, Leandro Balerdi y Pedro Tellechea.
La firma fue creciendo en forma rápida, acompañando el crecimiento económico argentino, que se sustentaba en la producción primaria y nutría los mercados de Europa.
Diez años después de su fundación, la empresa explotaba importantes, extensas y productivas tierras en la provincia de Buenos Aires, dedicadas tanto a la agricultura como ganadería. Las mismas eran: 30.000 hectáreas en Juárez propiedad de Guillermo Udaondo, 20.000 hectáreas en Caleufú pertenecientes a las ‘Estancias y Colonias Trenel’, y 4.000 hectáreas propias en San Mauricio.
Algunos datos nos permiten deducir el notable progreso que tuvo la empresa en los primeros años de trabajo. Bástenos decir que en la campaña 1896/97 vendió casi 1.600.000 kilos de lana, y en la de 1914/15 un total de 8.750.000. Éste último año coincidió con el inicio de la Iº Guerra Mundial y la necesidad de este producto por parte de los países beligerantes.
Otro ejemplo a tener en cuenta es la venta de ganado vacuno: de 349 cabezas vendidas el primer año de trabajo, pasó a 35.403 en 1915. Para esta época, y para surtir la demanda comercial, ya había extendido su negocio al litoral argentino y la Patagonia, y había agregado lino, cueros, maíz, trigo, avena, cebada, sebo, y otros productos.
Ángel Vélaz fue un visionario. La existencia de capitales baratos en Europa en contraposición a Argentina, lo llevó a fundar en Francia una institución de crédito: ‘Societé des Prets Hypothecaires en Argentine’, encargándose él aquí de la representación.
En ‘Los baskos en la Nación Argentina’, puede leerse sobre Ángel Vélaz:
‘La figuración del fundador del rubro no sólo debe mencionarse en el renglón a qué estamos refiriéndonos, sino igualmente a otros relacionados de cerca con la prosperidad del país. Es estanciero y cabañero de nota, iniciador, creador y representante de la ; Societé des Prets Hypothecaires en Argentine; desde la fundación forma parte del Directorio de la importante fábrica de bolsas ‘Salinas Hnos. Ltda.’, y es presidente de la antigua y prestigiosa Compañía de Seguros ‘La Económica Comercial’.
Vélaz siguió creciendo y apostando a la producción ganadera. Cerca de la localidad de Navarro, provincia de Buenos Aires, adquirió 5.000 hectáreas de tierra y fundó la Estancia ‘El Placer’, cercana a la Estación ‘La Mariana’. Fue un enorme complejo productivo que contaba con 13 molinos para extracción de agua, tanques australianos y bebederos, y 43 potreros. A esto hay que agregar los espacios cubiertos para albergue de los animales cuando el clima se presentaba riguroso.
Aquí introdujo al país la raza equina ‘Boulannais’, desarrolló la reproducción de la misma, y obtuvo numerosos premios en diferentes rubros y exposiciones rurales llevadas a cabo en las ciudades de Buenos Aires, Rosario y Santa Fe.
Además se dedicó a la reproducción del ovino ‘Lincoln’ y porcino ‘Middle White Yorkshire’ cuyos ejemplares criados en sus estancias fueron premiados en distintas muestras.
Fue uno de los propietarios de la estancia ‘La Leña’, ubicada cerca de Catriló, en el partido Carlos Pellegrini de la provincia de Buenos Aires. Poseía allí 2.500 hectáreas dedicadas al cultivo de alfalfa, y cría de ganado vacuno, lanar y yeguarizos, que totalizaban cerca de 7.000 cabezas.
Para finales de la década de 1920, extendió su producción al Sur, al Territorio Nacional de La Pampa, donde explotó tierras cercanas a las estaciones ferroviarias de Arata y Caleufú. El éxito logrado por Ángel Vélaz le valió gran reconocimiento. Fue miembro vitalicio de la Sociedad Rural Argentina, Miembro Honorario de la Bolsa de Cereales, Miembro de la Bolsa de Comercio de Cereales de Buenos Aires y del Mercado de Cereales a Término. Por su trayectoria, el gobierno francés le otorgó la distinción ‘Cruz de Caballero del Mérito Agrícola’.
Ángel Vélaz, supervisando los trabajos en Villavicencio. En: Morales Guiñazú, Fernando. Villavicencio a través de la historia. Peuser Lda. Buenos Aires, 1943.
Ángel Vélaz en Mendoza. Villavicencio
Villavicencio se sitúa en el extremo norte del Departamento Las Heras de la Provincia de Mendoza, en la región de Cuyo y en la zona de la cordillera de Los Andes. Dista 50 kilómetros de la capital provincial, y poco más de 1.200 al oeste de la ciudad de Buenos Aires.
Ya en los albores de la independencia argentina se conocían las propiedades medicinales de las aguas termales de la región. Un viajero inglés, Samuel Haig, en un libro que editó en Londres en 1817, menciona que ‘Villavicencio se halla en un profundo desfiladero. Dos o tres familias viven solamente allí, pero en el verano acude gente de Mendoza a los baños medicinales. También cita el lugar John Miers en su libro ‘Traveé in Chile and La Plata’ de 1826: ‘Las aguas de estas fuentes no tienen sabor ni olor peculiares, pero surge del fondo de algún pozo una considerable porción de gas que le da la apariencia de estar en ebullición. Otra mención es la del capitán F.B. Head en su libro ‘Rough notes Taking During some Rapid Journeys across The Pampas and among The Andes’ de 1826, donde sostiene: ‘...me metí en el baño superior y encontré el agua muy caliente y agradable, y sin preocuparme de su análisis bebí un poco en el manantial y sintiendo que había hecho un buen ensayo, salí para regresar’. Incluso el célebre Charles Darwin, en su libro ‘Mi viaje alrededor del mundo’ de 1835, dice: ‘Todos los viajeros que han atravesado Los Andes han hablado de esta choza aislada que lleva el imponente nombre de Villavicencio. Pasé dos días en este punto’.
Las aguas de Villavicencio surgen a 1850 metros sobre el nivel del mar. Además de ser utilizada para baños termales, se la ingería por ‘sus propiedades curativas’. Se promocionaba el lugar, afirmando que ‘por ingestión, obra sobre el estómago, hígado, intestino, riñones y nutrición general... y en baños es indicada para la gota, reumatismo, eczemas, y por su acción sedante para la neurastenia y nerviosismo’.
En 1902 se hacieron cargo de la explotación de los baños termales, los empresarios franceses Pouget, Savoy y Tonon, quienes construyeron los primeros albergues que reemplazaron a unas precarias chozas existentes. Un año más tarde, el médico mendocino Lucio Funes y el farmacéutico Enrique Suárez compraron las tierras y derechos sobre el lugar, y asociados a los franceses mencionados, crearon ‘La Unión Villavicencio S.A.’, con el objetivo de embotellar y comercializar el agua. Se mantuvieron algunos años en el negocio a pesar de tener que pasar por grandes dificultades.
En 1918, impedido de viajar a Europa por el desarrollo de la Iº Guerra Mundial, y necesitando de baños termales, llegó al lugar el empresario Ángel Vélaz a pasar unos días. Viendo las posibilidades de negocio del agua natural de Villavicencio, decidió correr los riesgos económicos de tratar de explotar una empresa en estado de quiebra. Negoció con los propietarios de ‘Unión Villavicencio S.A.’, haciendo un contrato de arriendo por diez años, y pagando por adelantado el monto pautado, que sirvió para que la empresa pague las deudas contraídas. El capital inicial fue de 2.500.000 pesos.12
Se iniciaron inmediatamente las obras de renovación total del albergue para turistas y fundó la sociedad ‘Termas Villavicencio’.
Los dos primeros años trabajó perdiendo dinero, y recién el tercero equilibra las cuentas, para comenzar a tener ganancias al año siguiente.
En la ciudad de Mendoza creó una planta de embotellamiento de agua, para comercializar la misma en toda la Argentina. Para hacer llegar el líquido desde las termas a la fábrica, se construyó un acueducto con cañerías de 4 pulgadas que la transportaba.
El proceso y los elementos utilizados para llegar al producto final, se realizaban en el mismo lugar: allí se fabricaba hielo que se vendía en Mendoza, botellas para envasar el agua, y existía un aserradero para confeccionar los cajones de madera en los cuales se transportaba el producto en ferrocarril hacia la ciudad de Buenos Aires, y desde allí a todo el país.
Vélaz siempre iba por más, y corría los riesgos que ello implicaba.
Consideró que no eran suficientes los albergues existentes para el aprovechamiento de las aguas termales, y se propuso construir un hotel de gran categoría.
El establecimiento hotelero, tal como se encuentra hasta el día de hoy —aunque no funciona como tal actualmente—, ubicado en una geografía especial y hermosos paisajes de montaña, fue inaugurado el 25 de noviembre de 1940. Posee las características constructivas de un caserío pirenaico, contaba con 26 habitaciones de gran nivel de confort, salas de juego, orquesta permanente y cocina especializada. También dispuso de línea telefónica y vehículos para el transporte de los pasajeros desde la ciudad de Mendoza hasta sus instalaciones, y se realizaban actividades recreativas para los visitantes, como cabalgatas por la zona. Se construyeron canchas de tenis, bochas y croquet, como también espacios de juego para los niños.
El periódico Los Andes, comentaría años más tarde
El compendio de datos ya expone el gradual desarrollo de una actividad que al margen de su orientación económica, ha otorgado singular nombradía a Mendoza por la calidad y características de esas aguas que nacen en su suelo y son exportadas a las apartadas localidades del país y el extranjero.
Ángel Vélaz administró la empresa embotelladora y el hotel hasta su fallecimiento, acaecido en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, el 2 de febrero de 195516. A partir de entonces, sus sobrinos, únicos herederos, continuarán con la empresa familiar hasta 1979, cuando la misma fue vendida.
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