ÁNGEL MANUEL TOMÁS FERREYRA CORTÉS FUNES. Un conocedor de la obra del Deán Funes.
Foto personal tomada el 15 de abril de 2023
Esta placa conmemorativa es realmente compleja y una gran cantidad de símbolos. En ella podemos leer: "La Cámara Federal de Apelación de la Capital al Dr. Don. ÁNGEL FERREYRA CONTÉS. 12 de octubre 1915". Este abogado nacio el 20 de diciembre de 1851 en Córdoba y falleció el 12 de octubre de 1951 en Buenos Aires. En la placa vemos en su centro una ANTORCHA ALADA como símbolo de hacer memoria en forma viva y permanente, rodeada de ramas de ROBLE para simbolizar fortaleza y LAUREL para proclamar gloria. Todo el conjunto con frutos de AMAPOLAS que son expresión de deseo de un SUEÑO ETERNO. Aunque aparece raramente vemos una pequeña hoja de HELECHO. Esta placa se encuentra en el frente del monumento funerario cuyo titular es CARLOS BOUQUET.
Como uno de mis placeres es hacer hablar a los destinatarios de estas placas y arquitectura he encontrado un largo artículo de esta personalidad que escribio en la Revista de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina sobre el Deán Funes, cuya memoria se guardaba también en la Recoleta en el Panteón de Ciudadanos Meritorios hasta su traslado a Córdoba.
He aquí un pequeño párrafo de este estudio dedicado a la promoción de los derechos de las mujeres y un claro sentido crítico de un liberalismo sin equilibrios. Es interesante este breve párrafo para revelarnos la mentalidad de una parte de la clase dirigente que nos obliga a mirar todo con matices. Este es parte del escrito que me parece muy interesante como documento para conocer el pensamiento de este escritor: "En defensa de las mujeres que trabajan. Para el conocimiento de tales fenómenos el estudio realizado por el Deán Funes resulta especialmente útil. Contiene el testimonio de un argentino excepcionalmente instruido, que ha viajado por Europa, que conoce el interior del país, y que habla de lo que él mismo ha visto y comprobado. Procede analizar, con cierto detenimiento, lo que su Carta Critica nos transmite; Trata el Deán de la situación económica y comercial de nuestras campañas, tal como ella se presentaba al iniciarse el pasado siglo. La situación de las campañas —nos co- munica— es, en este capítulo, deplorable. Deplorable, ¿por qué?... Porque ella es un teatro en que, principalmente, el comercio de géneros europeos hace todos los estragos, más que la guerra más carnicera. Pues, ¿cómo así?. . . Porque ese comercio se efectúa a cambio de los tejidos, pero no hay que buscar en él esa igualdad, ese equilibrio favorable, que debe haber entre las partes contratantes, y que, después de asegurar sus intereses recíprocos, deja por resultado la tranquilidad pública. Un cierto monopolio establecido tácitamente entre los comerciantes, a sombras de dar por otra vía salida a las manufacturas, es el tirano legislador del precio; quien, sin respetar las propiedades, ni menos la justicia, lo entabla de manera que vienen a quedar las mujeres, únicas fabricantes de tejidos, perpetuamente sujetas a una esclavitud mercantil.
Especial trascendencia invisten los asertos del eclesiástico. Expone lo que se ofrece ante su vista. Trabajan las esforzadas y sufridas mujeres criollas —esas mujeres finas, morenas, de grandes y sedosos ojos negros— hora tras hora, inclinadas sobre la urdimbre del telar. Apremiadas por ganar el sustento propio y de los suyos, trabajan y trabajan. De sus manos laboriosas salen multitud de prendas y en especial randas delicadas, mantas de abrigo, alfombras de vistosos colores, y ponchos flexibles y primorosos. Trabajan y trabajan. Y... ¿qué obtienen por su trabajo?... ¿Acaso la lógica retribución compensatoria?... ¡Oh, no, señores! ¡Nada de eso!... Los comerciantes-exportadores les pagan mucho menos de lo que cuesta su labor. Y ¿por qué? ... ¿Cómo puede ocurrir que a estas criollas se las retribuya con tanta mezquindad, que la paga no alcance para su subsistencia?. . . ¿A dónde están los efectos presuntivamente benéficos del liberalismo económico?... Notemos claramente lo que registra el Deán: en la tradicional industria de tejidos del interior, no hay, entre los contratantes, ni equilibrio ni equidad. ¡Un cierto monopolio establecido tácitamente entre los comerciantes es el tirano legislador del precio! ¡Y en términos tales que, con ello, quedan las mujeres sujetas a inicua esclavitud!
¿Dónde quedaron las ventajas del tráfico franco ultramarino? ¿Dónde las del libre juego de la oferta y la demanda? ¿Dónde las del sistema competitivo? ¿Dónde la del precio libre y su voceado nivel natural y justo? ¿Dónde las del propio liberalismo económico? . . . Tales interrogantes tienen una sola respuesta: y es que, pese a la vanilocuencia de los pregoneros de esa forma del materialismo histórico, el liberalismo económico es una máquina que deja de funcionar cuando más se la requiere. Mariano Moreno, concordante con las advertencias de Gregorio Funes, ya lo tenía descubierto: en su alegato ante la Audiencia de Buenos Aires, presentado el 12 de abril de 1808, enmienda la plana a los liberales en estos términos precisos: El vivandero tira públicamente los comestibles antes que bajar el precio que se ha propuesto conseguir.
Angel Ferreyra Cortés, “El Deán Funes: primer apóstol rioplatense de la justicia social ARCHIVUM REVISTA DE LA JUNTA DE HISTORIA ECLESIÁSTICA ARGENTINA HOMENAJE A LA REVOLUCION DE MAYO Número especial auspiciado por la Comisión Nacional del Sesquicentenario 1810 – 1960 Página 546 a 548
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