miércoles, 1 de febrero de 2023

NICOLÁS LEVALLE. Personificación de la abnegación y el valor

NICOLÁS LEVALLE. Personificación de la abnegación y el valor

Fotos personales tomadas el 16 de julio de 2022
Este monumento funerario nos ofrece varios temas para estudiar, tanto el busto que preside el conjunto como la puerta que es una obra de arte de la herreria. Si nos fijamos en ella podemos ver una profusión de guirnaldas de hojas de hiedra como expresión de eternidad. Un círcfulo nos presenta las iniciales del nombre de este militar. Un gran palma en el centro de la puerta proclama gloria y en la parte inferior una espada, un clarían y una bandera en posición de reposo para simbolizar paz. Una placa conmemorativa dedicada al TENIENTE GENERAL NICOLÁS LEVALLE indica las xampañas, batallas y combates en los que participo este militar.
RECURSO.
Nicolás Levalle y su larga actuación
De coraje legendario y de una larga foja de servicios, a Nicolás Levalle le tocó la desagradable tarea de reprimir la Revolución de 1890.
Por Vicente Cutolo. 5 Diciembre, 2019
Nicolás Levalle nació el 6 de diciembre en Cicagna, Chiavari, Génova, Italia, el 6 de diciembre de 1840, siendo hijo de don Lorenzo Levalle y doña Benedicta Daneri.
Llegó al país a los dos años de edad, y el 10 de octubre de 1857, ingresó en la Academia Militar. Ascendió a portaestandarte en 1859; en ese año, asistió a la batalla de Cepeda al mando del coronel Benito Nazar, y al combate naval de San Nicolás hallándose embarcado en el “Constitución”. En el sitio de Buenos Aires cubrió las calles de Potosí y Cevallos con una pieza y su dotación de artilleros.
En 1861, fue promovido teniente segundo, jerarquía con la que tomó parte en la campaña de Pavón. Concurrió a la guerra del Paraguay en 1865, e intervino en la rendición de Uruguayana, por lo que fue condecorado con medalla discernida por el Emperador del Brasil. Recibió igual distinción por la batalla de Yatay, y peleó en Pehuajó o de los Corrales.
Cruzó el Paraná por el Paso de la Patria después de librar los combates de la Confluencia. Tomó parte destacada en Estero de Bellaco, Tuyutí, Boquerón, Sauce y Curupayti.
En 1867, se alistó en las fuerzas del general Paunero destacadas para sofocar la rebelión del interior del país, encontrándose en el combate de Portezuelo y en la batalla de San Ignacio, el 1ero de abril de ese año.
Con el general Conesa estuvo en la intervención a la provincia de Santa Fe, levantada en armas contra el gobernador Nicasio Oroño y en la rebelión de Córdoba que depuso a Mateo J. Luque, encabezada por Simón Luengo, repuesto a los pocos días.
Volvió al teatro de la guerra, en abril de 1868, donde sofocó un conato de rebelión de su propia tropa.
Actuó en Humaitá, Pikiciri, Ivaivaté, Angostura y Peribebuy, cosechando laureles y condecoraciones.
De regreso del Paraguay, luchó en la provincia de Entre Ríos contra las fuerzas sublevadas de López Jordán en 1870, interviniendo en el combate del Sauce. Permaneció en esa zona hasta mayo de 1871, en que regresó a Buenos Aires.
El 8 de marzo de 1872, combatió en San Carlos contra la indiada de Catriel.
En 1873, retornó a Entre Ríos, batiendo a los Jordanistas en Paraná, las Cuchillas, ocupando la ciudad de La Paz; venció en Talita y en Don Gonzalo, donde resultó herido, pero se distinguió por su valor.
Terminada la campaña regresó a Buenos Aires en julio de 1874, y con motivo de la revolución que estalló el 24 de septiembre, reprimió el movimiento, hallándose en la jornada del 2 de diciembre en Junín, donde el general Mitre se entregó prisionero, siendo promovido Levalle a coronel “sobre el campo de batalla”, a propuesta del Ministro de Guerra. Inmediatamente fue nombrado jefe de la frontera sud de Buenos Aires, con asiento en Blanca Grande, y después en Fuerte Lavalle, desde donde sostuvo aguerridos encuentros contra los salvajes, en especial, con Namuncurá, a quien atacó en sus propias tolderías de Chiloé, matándole 400 indios, y obligándolo a ponerse en retirada.
En 1878, al tener conocimiento de que Namuncurá se preparaba a efectuar una invasión al frente de 2.000 salvajes, el coronel Levalle dio una batida general recorriendo más de 250 leguas, sin dejar de registrar una sola toldería.
Realizó la expedición la Río Negro, bajo el comando del general Roca, y al año siguiente, mandó la 2da. División.
El 4 de septiembre del 1879, fue nombrado jefe de las fuerzas de Carhué, Puán, Guaminí, Trenque Lauquen y Fuerte Argentino.
Al estallar el movimiento revolucionario de 1880, se acercó en reconocimiento hasta el Puente de Barracas, donde trabó violento combate contra los revolucionarios, y tuvo que replegarse a Lomas de Zamora por habérsele agotado las municiones. Por su comportamiento mereció ser ascendido a coronel mayor.
Mando las fuerzas del ejército que ocuparon la línea del Uruguay, con motivo de la invasión de Arredondo al Estado Oriental, y tuvo a sus órdenes, además el transporte “Azopardo”.
En 1886, fue nombrado ministro de Guerra y Marina, y al año siguiente, renunció para ser jefe del Estado Mayor General que desempeñó hasta el 18 de abril de 1890, fecha en que pasó a ejercer nuevamente el Ministerio de Guerra y Marina. Actuó en la revolución del 26 de julio de ese año, y Levalle obró con tal energía que, gracias a su valor y pericia, la subversión pudo ser dominada. Por su intervención en aquellas luctuosas jornadas fue elevado a la jerarquía de teniente general “sobre el campo de batalla”. Continuó ejerciendo el ministerio hasta que terminó la presidencia del Dr. Carlos Pellegrini, el 12 de octubre de 1892.
Con motivo de los sucesos revolucionarios del 1893, fue nombrado jefe de las fuerzas nacionales destacadas en Córdoba, Santiago del Estero y La Rioja. Operó contra los sublevados que se hallaban en Rosario.
En 1895, se le designó presidente de la Junta Superior de Guerra hasta que, en 1897, fue por tercera vez ministro de Guerra y Marina, siendo el último que desempeñó el ministerio de las dos instituciones armadas.
En 1901, se le concedió licencia para trasladarse a Europa a operarse de un tumor en el labio inferior, y a su regreso se le nombró jefe de la Región de la Capital. En ese cargo le sorprendió la muerte, el 28 de enero de 1902.
Su muerte produjo un hondo sentimiento público, porque fue una figura popular. “La Nación” del día siguiente, consignó un elogioso artículo a su personalidad, señalando que era un símbolo de nuestro ejército, y que personificaba la abnegación y el valor.
Desde 1880 a 1900, ocupó en varios períodos la presidencia del Círculo Militar.






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