EMILIO BERISSO. El Arcángel Miguel nos señala el camino.
Foto personal tomada el 2 de agosto de 2019
Existe en teología un metódo de análisis de los textos sagrados que se llama DESMITOLOGIZAR. Los autores de los libros considerados sagrados utilizaron al escribir los conocimientos y el vocabulario de su tiempo. La tarea del teologo de hoy es justamente tratar de descubir que realidad histórica subyace debajo de un vocabulario tomado muchas veces de mitos o leyendas. Creo que esa misma tarea tenemos que utilizar al comprender la iconografía fúnebre. Es neceario adaptar nuestra comprensión del mensaje a nuestro tiempo. En este diccionario de Jean Chevalier, en el artículño cielo nos dice claramente que el CIELO ES UNA METAFORA O ALEGORÍA para en realidad evitr usar el nombre de la divinidad. NO ES UN LUGAR GEOGRÁFICO SINO QUE ES UN LUGAR TEOLÓGICO, o para usar un lenguaje secularizado, es un lugar que trasciende nuestra realidad.
RECURSO.
7. En la tradición bíblica el cielo se identifica con la divinidad, evitando cronistas y profetas sistemáticamente el empleo del nombre divino. Así el Cielo remplaza la expresión «Dios del Cielo», que era una designación corriente en la época persa. Se lee por ejemplo en I Macabeos 2,21: «El Cielo nos guarda de abandonar la Ley y las observancias.»» Más adelante, 2 Macabeos 2,21, el escritor sagrado atribuye igualmente al cielo las atenciones particulares de Yahvéh: «Las manifestaciones celestiales producidas en favor de los valientes que lucharon generosamente por el judaísmo, de tal manera que, a pesar de su pequeño número, asolaron toda la comarca y pusieron en fuga las hordas bárbaras.»» En el Nuevo Testamento la expresión «reino de los cielos, propia del Evangelio más judaizante, el de Mateo, responderá a la preocupación judía de substituir el Nombre temible por una metáfora»»(nota de BIBJ sobre Mt 3,2: el Reino de los cielos está próximo. La expresión se repite más adelante 4.17, manifestando que «el Reinado de Dios sobre el pueblo elegido, y a través de él sobre el mundo, está en el centro de la predicación de Jesús» [BI8J]).
En el Apocalipsis el cielo es la morada de Dios, modo simbólico para designar la distinción entre el Creador y su creación. El cielo entra entonces en un sistema de relaciones entre Dios y los hombres. En cuanto estas relaciones cambian, tras la Encamación redentora por ejemplo, el sistema cambia completamente y puede hablarse de un nuevo cielo. Es así como el autor del Apocalipsis exclama: «... Y vi un nuevo cielo, una nueva tierra porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existe ya. Y vi la Ciudad Santa, la nueva... Jerusalén, que bajaba del cielo, de la casa de Dios (... ) y dijo el que estaba sentado en el trono "Mirad. todo lo hago nuevo"» (Apocalipsis 21,1-2. 5). El nuevo cielo simboliza aquí la renovación universal, que inaugura la era mesiánica. Las relaciones entre la creación y su Dios se han transformado enteramente.
DICCIONARIO DE LOS SÍMBOLOS Bajo la dirección de lEAN CHEVALlER Doctor en teología. Profesor de filosofía. BARCELONA EDITORIAL HERDER 1986. Página 282-283
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