lunes, 5 de diciembre de 2022

JOSÉ GOYA HERRÁN. Las guirnaldas como coronas abiertas.

JOSÉ GOYA HERRÁN. Las guirnaldas como coronas abiertas.

Fotos personales tomadas el 8 de noviembre de 2022
Existen pocos datos biográficos sobre José Goya Herrán. Podemos saber que ha sido un empresario y estanciero propietario de la Estancia La Primavera en la localidad de Roberts, Lincoln, en la provincia de Bs. As. Se casó con EMILIA ADELA LEONTINA RUÍZ CUCULLO que nacio el 2 de octubre de 1886. En este monumento funerario con un gran sentido de arquitectura neo clásica y grandes detalles en metal podemos concentrarnos en analizar las guirnaldas funerarias que no son otra realidad que coronas abiertas comparttiendo el mismo simbolista tanto en su forma como en las plantas o flores que las componen.
RECURSO.
Guirnaldas o coronas de flores y su significado
Las guirnaldas simbolizan: vida y muerte, excelencia y santidad; resurrección o inmortalidad. La forma de la corona combina el simbolismo celestial del círculo (perfección) y el anillo (eternidad, continuidad, unión).
Tejida de flores y hojas y llevada sobre la cabeza, la corona es una corona viva, que sugiere victoria y vitalidad. La forma de las coronas y su ubicación en la coronilla eran tan importantes en Egipto que solo los dioses y reyes las usaban en ese momento. En las tradiciones antiguas, judías y cristianas, las coronas también eran originalmente atributos reales y de sacrificio, que se suponía que tenían poder protector. Los iniciados o seguidores de un culto se identificaron con un dios particular al ponerse coronas hechas de plantas y flores sagradas para él. Las víctimas fueron decoradas con guirnaldas como símbolos de santificación. Los ganadores de los antiguos Juegos Olímpicos también llevaban coronas dedicadas a los dioses. A Zeus se dedicó al aceite olímpico o el perejil, a Poseidón el pino, a Apolo el laurel.
Las coronas llevaban el simbolismo de la planta de la que fueron tejidas. La corona de la novia simboliza nuevos comienzos, alegría y fertilidad. Las coronas conmemorativas son un reconocimiento de la mortalidad de todas las cosas, pero su forma de anillo sugiere eternidad y recuerdos largos.
Según el antiguo mito griego, el dios del sol, el amanecer y la poesía Apolo persiguió a la ninfa Dafne, quien, huyendo de él, se convirtió en un arbusto de laurel (en griego, "laurel" - "dafne"). Apolo en memoria de este amor adorno su cabeza y su lira con las ramas y hojas de laurel. Es por eso que en la antigua Grecia, los músicos, poetas, bailarines, cuyo patrón fue Apolo, fueron galardonados con coronas de laurel.
Los romanos extendieron esta tradición a los conquistadores militares. Allí, la corona de laurel se convirtió en el mayor signo de gloria, incluso militar e imperial. Julio César lució una corona de laurel en todas las ceremonias oficiales; Sin embargo, creía que prefería ocultar su cabeza calva que recordarles a los romanos su condición de inmortal.
Se creía que el laurel podía proteger contra las epidemias y los rayos; El emperador Tiberio también creía en esto, quien se aferró a su corona de laurel durante una tormenta eléctrica.


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