Las construcciones de estilo egipcio son frecuentes en este espacio y si bien no puede ser una regla su relación con el mundo de la espiritualidad masónica es evidente. Llama la atención la ausencia total de cualquier signo relacionado con el cristianismo.
RECURSO.
Biografía sumaria: Rosa, José María (1846-1929). Doctorado en Jurisprudencia (1869), se desempeñó como diplomático, catedrático en derecho civil y romano, miembro de la Suprema Corte, juez en lo civil y Ministro de Hacienda de la Nación (en dos oportunidades). Ejerció el cargo de Director del Banco de la Nación y Presidente de la Caja de Conversión. Iniciado masónicamente en la Logia Constancia Nº 7, el 23/07/1867.1 Fecha de construcción: No se halla registro ni en dominio ni en el frente de la misma.
Registro y relevamiento simbólico/ documental.
Bóveda : Propietario José María Rosa. Primer asiento: año 1901. Origen: la familia Reissig, adquiere la parcela a perpetuidad. 23/11/1903: el terreno queda transferido a nombre de José María Rosa. 05/02/1953: queda transferido a nombre de, entre otros, José María, Julio Aristóbulo y Alfredo Rosa.
Biografía sumaria: Rosa, José María (1846-1929). Doctorado en Jurisprudencia (1869), se desempeñó como diplomático, catedrático en derecho civil y romano, miembro de la Suprema Corte, juez en lo civil y Ministro de Hacienda de la Nación (en dos oportunidades). Ejerció el cargo de Director del Banco de la Nación y Presidente de la Caja de Conversión.
Iniciado masónicamente en la Logia Constancia Nº 7, el 23/07/1867.1 Fecha de construcción:
No se halla registro ni en dominio ni en el frente de la misma. Ubicación: Cementerio de la Recoleta Catastral: Sección: Enterratorio General. Tablón: 0. Sepultura: 1 a 3.
Recuerdos
de José María Rosa, a cien años de su nacimiento
Fue uno de los primeros en rescatar la figura de Rosas y generó polémica. En cartas inéditas, le habla a Fermín Chávez del dolor del exilio. Aquí, unos fragmentos.
Es la memoria de una memoria. Por estos días, a cien años de su
nacimiento, se homenajea al historiador argentino José María Rosa. "Tenía
una gran cabeza —cuenta su hijo—, se la pasaba leyendo y después escribía.
Nunca lo vi consultando, todo pasaba en el teatro de su cabeza."
Eduardo Rosa, difusor entusiasta de la obra de su padre, compartió con
Clarín las cartas inéditas que éste le envió al historiador Fermín Chávez durante sus años de
exilio. José María Elihú Rosa nació en
Buenos Aires el 20 de agosto de 1906. Se lo considera uno de los fundadores
del revisionismo histórico, la escuela que surge en los años 30 con la
intención de cuestionar la versión académica de la Historia.
Una de las tareas más destacadas —y polémicas— de este hombre vinculado
al peronismo fue el rescate de la figura de Juan Manuel de Rosas.
Las cartas dirigidas a Fermín Chávez comprenden un período clave en la
vida del historiador: 1956 a 1958, los años del exilio en Uruguay y España para
evitar represalias por su participación en el fallido levantamiento del general
Juan José Valle contra el gobierno de facto que encabezaba Aramburu; son
también los años en que escribe y publica una de sus obras más importantes, La Caída de Rosas, un proyecto que sale
de sus reflexiones sobre la caída de Juan Domingo Perón, en 1955. "¡Pero
si esto es Caseros!", fue la reacción de un indignado Rosa ante la
Revolución Libertadora.
"Como conspirador era pésimo", asegura su hijo. Pese a ello,
esa actividad lo ocupa durante algún tiempo. En una de sus primeras cartas
desde Montevideo, Rosa firma como Tomassini, el nombre que había adoptado como
conspirador en la revuelta del general Valle.
Además, escribe en clave comercial, como corresponde a un viajante de
comercio, el personaje que representaba. "A mi vuelta encontré a los
muchachos muy entusiasmados con el negocio", escribe en noviembre del 56.
"Lástima que el Patrón no quiere novedades de ninguna clase ni introducir
modificaciones en el negocio. "Para quien dude de que se trata de un texto
cifrado basta una aclaración del hijo del historiador: "La única vez que
papá ganó plata en su vida fue cuando recibió una herencia", contó.
Hay pocas alusiones directas a Perón en sus cartas. Lo llama el Patrón,
el Jefe, pero casi nunca lo nombra. "Todas las precauciones son
pocas", escribe en enero de 1958.
En 1957, ya en España, el exilio de Rosa se torna amargo. "Me he
dado cuenta ahora lo que es el exilio. Es una sensación de ausencia definitiva,
de muerte, de no ser nada, de estar olvidado", escribe.
Las cartas retratan a un hombre que no podía estar ausente de las
circunstancias de su país. Dedica hojas enteras, a veces hasta los márgenes, a
especular sobre la situación política argentina. También se intuyen los miedos
de este memorioso: "Me choca que se
me haya olvidado así. Nunca mencionan mis libros", le confiesa a
Chávez. Sin embargo, la impresión dominante es la del hombre apasionado por la
historia: "De Caseros vivo y a él me tengo que consagrar. Casi no veo a
nadie", escribe.
El periodista Enrique Pedro Oliva, que compartió el exilio con Rosa, le
contó a Clarín que "Pepe parecía que vivía en la Historia".
Las cartas a Fermín Chávez se interrumpen en 1958, el año de su regreso
al país. Para Pepe Rosa empezaban años de militancia política en la resistencia
peronista.
También son tiempos de polémicas históricas que le garantizarían el recuerdo de adversarios y admiradores.
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