sábado, 4 de noviembre de 2023

SEPULCRO DE JOSE CLEMENTE PAZ. La mirada de Mariana Martín y Herrera

SEPULCRO DE JOSE CLEMENTE PAZ. La mirada de Mariana Martín y Herrera

Fotos personales tomadas el 15 de septiembre de 2023
Comparto este material porque considero importante reunir en este grupo la mayor cantidad de miradas y estudios que nos ayuden a comprender con mayor profundidad cada uno de las obras que forman parte del patrimonio del Cementerio de la Recoleta.
RECURSO.
RECOLETA UNA CIUDAD DENTRO DE OTRA CIUDAD Grupo escultórico: Sepulcro de José Clemente Paz
Mariana Martín y Herrera
Universidad del Salvador Carrera Gestión e Historia del Arte Cátedra de Conservación y Expertizaje II Profesor Miguel Crespo
Mail: marianamyh@hotmail.com/ marianamyh@gmail.com
El sepulcro de José Clemente Paz (1842-1912) es uno de los monumentos de un excepcional grupo escultórico realizado por el francés Jules Félix Coutan (1848-1939), sobre el lote Catastral: Sección 8, (Tablón 1, Sepultura: 6 a 10 y frente de la 11), que la familia Paz adquirió en 1890 a perpetuidad.
Jules Felix Coutan, realizó la obra por encargo de la familia Paz, en honor a su hijo fallecido, en 1904, José Jacobo Gainza Paz. Ocho años más tarde, en 1912, el presidente del diario La Prensa, José Clemente Paz fue enterrado en dicha bóveda.
Coutan fue un escultor francés de gran renombre en su época, sus obras se destacan por un detallismo en la expresión y trabajo de los pliegues. Realizó esculturas en bronce y en mármol con una mirada al neoclasicismo y una disposición de las mismas para ser vistas de frente, contenidas entre soportes posteriores, haciéndolas parte de la arquitectura.
La sepultura presenta un volumen cúbico revestido en granito negro, una puerta de bronce sirve de pedestal a dos ángeles de gran tamaño, emplazados de derecha a izquierda de la misma, uno apoyado sobre un ancla y el otro con una corona junto a sus pies.
Otro grupo escultórico de tres figuras recupera el dramatismo: una mujer semi doblegada, casi desfalleciente dejando escapar una lámpara extinguida. De forma ascendente, en la misma línea, vemos una urna con una tapa semi abierta llamada sarcófago, de allí una figura femenina que representa al alma humana, que se dirige hacia un ángel con sus alas desplegadas y señalando con su dedo índice el infinito, la eternidad.
Toda la obra, fue realizada en mármol blanco, con minucioso detalle y gran dinamismo. En términos del análisis de H. Read referido al ritmo de la lectura en el desarrollo del lenguaje espacial podemos decir que el grupo escultórico: “fue concebido como un objeto para ser visto siempre frontalmente” (Read, 1994:76)
El grupo escultórico de lenguaje neoclásico y monumental se realizó dentro del sitio funerario intramuros del Cementerio de la Recoleta. Confirmando el concepto de lógica conmemorativa de la escultura según Rosalind Krauss: “…una escultura es una representación conmemorativa. Se asienta en un lugar concreto y habla en una lengua simbólica acerca del significado o uso de ese lugar.” Un espacio de forma piramidal que contiene en su base las imágenes más planas y en su vértice los objetos manteniendo sus propiedades físicas, es decir, “sin deformaciones proyectivas, donde las paralelas por ejemplo continúan siéndolo aun en el infinito” (Crespi-Ferraro, 1995:39)
El Sepulcro de la familia Paz es una pieza escultórica que puede ser contemplada como “monumento, no amuleto” (Read, 1994:76), siendo apreciada para lo que fue concebida originalmente.
Una vez satisfecho de recorrerla con la vista frontal prioritaria, rotará hacia los lados, subiendo y bajando, empujando hacia atrás, por los costados de dicha figura. Inquiriendo con la mirada un nuevo recorrido, para concluir la lectura de los símbolos que se asocian al sitio, “buscando aspectos simbólicos que hacen al carácter propio y específico del lugar”.(Read, 1994:76)
¿Qué factores del entorno modificaron la lectura frontal de la obra?
Desarrollo Cada cementerio se configura como una ciudad dentro de la ciudad donde “habitan los vivos” (Arnaiz Gomez, 2009:.227). Teniendo en cuenta su contexto de Arquitectura, el trazado y Escultura, el cementerio Recoleta es uno de los sitios en la ciudad de Buenos Aires, una ciudad dentro de otra ciudad.
Partiendo del entorno del espacio, se observa el cementerio-ciudad con el trazado, ubicación de las bóvedas y sus obras escultóricas encargadas por las familias propietarias “que representa y evoca para los vivos la memoria del que ya no está” (Arnaiz Gomez, 2009:.227). El paisaje cementerial muestra su quietud en orden al trazado de calles ortogonales entre sí, dejando parcelas regulares en los espacios generando calles, avenidas y diagonales. Existe una amplia rotonda central de allí parten las avenidas principales, con una escultura de Cristo realizada por el escultor Pedro Zonza Briano, (1914), donde configura una gran cruz, punto local de referencia que ratifica el sentido sagrado del lugar.
El sepulcro de José C. Paz se configura con la tipología de un monumento conmemorativo que además de la evocación de la memoria del difunto, supone una lección de virtud para los visitantes. Como nos confirma Jauss: “… involucrar al propio observador en la constitución del objeto estético”, hace que a partir de ahora, “el receptor se convierte en co-creador de la obra” y así, “el arte libera a la recepción estética de su pasividad contemplativa.”(Jauss,1986:108). Al observar la obra en el tiempo presente, reconocemos una nueva lectura, nos hacemos conscientes de la misma, “como instante de esta irrupción de la obra de arte en la conciencia”.( Brandi, Cap.4, 2003:429)
El espacio cementerial tiene desde el principio como los ensanches, elementos significativos y referenciales, que densifican la vivencia del lugar. El cementerio guarda una relación práctica de identificación con la misma ciudad: la ordenación espacial en cuadrículas, de la que resultan manzanas edificadas en el terreno de la Recoleta, un diseño geométrico con calles, avenidas y diagonales. Las murallas lo contienen, definen y protegen como recinto sagrado: “Espacialmente se manifiesta desde su interior, y separa con sus muros la ciudad de los muertos, avisando a los vivos que están en otro lugar”(Arnaiz Gomez, 2009:248).
Como espectadores, quizás no hemos tomado el suficiente grado de conciencia (o no poseemos los datos) que permiten distinguir los mecanismos de sustitución, mediante los cuales la cultura del simulacro o “arte de la simulación” (Baudrillard, 2006:25) nos ofrece la gradual transformación del cementerio en un simple espectáculo, donde ya no importa la representación de la muerte, sino representar sólo su propia imagen.
Hasta el siglo XIX los cementerios eran parte activa en las ciudades, lugares de encuentro como era una plaza, una calle o un mercado público. Era la otra ciudad donde habitaron, pensaron, caminaron e imaginaron nuestros antepasados y recorrerlo era, de alguna manera, reconstruir la historia de la ciudad, las costumbres, las familias, las aspiraciones comunes y los ritos.
Observando el grupo escultórico de José C. Paz, me cuestiono, si Jules Coutan conoció el espacio cementerial elegido por la familia Paz donde fue ubicado el sepulcro en honor a su hijo fallecido. Para Brandi el lugar: “… constituye para la obra de arte la fuente de una infinidad de problemas, relativos no a su espacialidad- que se define de una vez por todas-sino precisamente al punto de
La construcción del grupo escultórico realizado por Coutan en 1904 para el cementerio de la Recoleta, nos permite ubicarla en un “sitio-ambiente”(Brandi, 2013:72), resinificado con el paso del tiempo desde sus ochenta y dos años en que se ubicó la bóveda, y el trazado actual de las calles donde se hallan las sepulturas del General Ricchieri y del Gobernador Martín Rodríguez . Un “sitioambiente” en el que las sepulturas levantadas en el cementerio ofrecen una hegemonía de la arquitectura sobre la escultura, siendo esta misma utilizada en la decoración arquitectónica. “No obstante el problema tiene dos caras diferentes, según se contemple desde el punto de vista del monumento o bien del ambiente en que el monumento se encuentra, que, además de estar indisolublemente ligado al propio monumento desde el punto de vista espacial, puede constituir un monumento a su vez, del que el edificio en cuestión representa un elemento.”(Brandi, 2013:78).
Analizando el párrafo de Brandi, encontramos que el monumento no puede ser contemplado en su totalidad, debido a que el cementerio fue diseñado con calles angostas, junto a las avenidas y diagonales más anchas donde las rotondas con monumentos importantes hacen de eje en los distintos circuitos. Recorriendo sus calles podemos descubrir que el paso del tiempo dejó al descubierto la importancia del patrimonio artístico muchos casos ignorados y olvidados.
file:///C:/Users/MyPc/Downloads/Grupo_escultorico_Sepulcro_de_Jose_Cleme.pdf 








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