PRÒSPERO CATELIN. El primer arquitecto que disaña los planos de la Recoleta
Siempre es sorprendente descubrir que la tumba de grandes escultores o arquitectos son demasiado simples. Tal ocurre en Roma con las tumbas de Francisco Borromini en la iglesia de las florentinos en la Via Giulia y la de Bernini en el Basìlica de Santa Marìa Maggiore. Tambièn sorprende la tumba de este importante arquitecto que encontramos por casualidad en medio de grandes obras en este cementerio.
Fotos personales tomadas el 24 de octubre de 2019
RECURSO.
Prosper o Próspero
Catelin (1764 - 1842) fue un arquitecto e ingeniero francés,
que por iniciativa del entonces presidente Bernardino Rivadavia fue nombrado
jefe de obras públicas de la provincia de Buenos Aires en 1821. Sus trabajos se
encuadran principalmente en el neoclacisismo.
Fue parte
del proyecto rivadaviano de "liberar a Buenos Aires de su pasado
español", importando técnicos formados en el gusto europeo de la época;
dirigió hasta 1828 el
equipo del Departamento de Ingenieros-Arquitectos, del que también formaron
parte Pierre Benoît, James Bevans, Paolo Caccianiga, Charles Henri Pellegrini, Joseph Pons, Charles Rann y Carlo Zucchi.
Obra suya
son la Sala de Sesiones de la Junta de Representantes de la
Provincia de Buenos Aires (1821), en la llamada Manzana de las Luces porteña
—reconstruida recientemente, tras décadas de ruina, como auditorio cultural de
la Comisión Nacional de la Manzana de las Luces—, la actual fachada de la Catedral Metropolitana de Buenos
Aires (1822),
y sobre todo el diseño del cementerio de la Recoleta,1
basado grosso modo en el cementerio de Père-Lachaise de París,
también durante el gobierno de Bernardino Rivadavia.1
La Sala de
Representantes tiene especiales connotaciones. Edificada en el mismo sitio
donde se hallaba antiguamente el llamado "calabozo de Oruro",
constituye uno de los monumentos más interesantes de la era
post-revolucionaria, ya que a la simbólica implantación debe sumársele que fue
proyectado teniendo como referencia directa el Tratado de las Asambleas
Legislativas, de Jeremy Bentham, por lo que representa uno de
los ejemplos más claros de la aspiración a una "formalización
espacial" de los nuevos ideales políticos que intentaba materializar la
élite dirigente. Desde el punto de vista estilístico la obra, recluida dentro
de construcciones existentes, constituye un antecedente del severo
Neoclasicismo que inspirará los trabajos públicos de las décadas siguientes.
El pórtico
de la catedral, comenzado en 1821 y terminado sólo varias décadas más tarde, es
sin duda su obra más famosa, aun cuando no se sabe a ciencia cierta si se trató
de una producción propia o si también intervinieron en ella Pierre Benoit y Bernardino Rivadavia. De todos modos el
pórtico dodecástilo, construido con un orden
corintio gigante, cumplió con su posición programática de
ruptura frente a la arquitectura precedente y necesitó para su materialización
del auxilio de operarios italianos y materiales importados, en un contexto
dificultado por la rápida sucesión de diferentes administraciones y la penuria
económica, factores que entorpecieron y complicaron su finalización.
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