LAS IMÁGENES MACABRAS, LA CRUZ Y LA FIGURA DEL ÁNGEL.
Superposición
y amontonamiento de elementos tomados de diversas tradiciones se imponen en una
primera visita al lugar. Las imágenes macabras son escasas y corresponden a
fechas tempranas. En general se limitan a la calavera con tibias cruzadas y si
bien el cementerio era católico los símbolos propiamente cristianos son pocos. Sólo
la cruz (más del 80% de las tumbas) y la figura del ángel[1]que remata numerosas tumbas
son predominantes, en contraposición, por ejemplo, a los pocos casos en los que
se representa el cristo crucificado.26 Los elementos exóticos son
significativos como las clepsidras
aladas, la serpiente ouróbica y la
lechuza; sin descontar el gusto por lo egipcio manifiesto a principios del
siglo XX. [2] Las imágenes macabras y
las escenas de tristeza o desesperación son escasas. Ni en los epitafios ni en
la variopinta representación icónica que caracteriza al cementerio la
desesperación por la pérdida de un ser querido se impone como forma de
conmemoración y como medio de fijación de la memoria. El miedo universal a la muerte,
el miedo a la muerte de un ser querido que porta el siglo XIX y el miedo a no
ser lo suficientemente valorado, no recurrió en sus formas de representación al
desgarro y la desolación. Desenfado, desafío y hasta vitalidad son expresiones
pasibles de encontrar en esta ciudad de los muertos. [3]
Sandra
Gayol. “LA CONSTRUCCIÓN DEL RECUERDO DE LAS ELITES ARGENTINAS EN EL CEMENTERIO
DE LA RECOLETA: EL MIEDO AL OLVIDO Y A LA INVISIBILIDAD SOCIAL, 1880-1920. Colegio
de México Universidad Nacional Autónoma de México
[1] La
figura del ángel llevando el libro del Apocalipsis y la trompeta, conduciendo
el alma al cielo o colocando una corona de laurel al difunto -que en este
último caso se laiciza y confunde con la fama- fueron las más habituales. En
general son de factura muy cuidada y de una belleza atrapante, siendo ésta
quizá una razón importante en su
[2] 7
La ornamentación de inspiración egipcia proviene de la asociación con la ciudad
de los muertos que ya había sido instituida en los cementerios europeos. Es
difícil encontrar evidencias directas, pero es claro que algunas tumbas de La
Recoleta son réplicas de algunos cementerios europeos, especialmente el de
Staglieno. La circulación de catálogos con modelos de tumbas europeas, así como
el parecido que cobraron algunas porteñas, es sugerente. Cuando se descubren
las pirámides egipcias y especialmente la tumba de Tutankamon, proliferaron
imitaciones en Buenos Aires. Para las expresiones exóticas en varias
construcciones públicas y privadas de la ciudad: Jáuregui, A. y Munilla Lacasa,
M. L., "Máscaras y dragones".
[3] Quizás uno de los ejemplos más significativos
sea la tumba de Carlos Pellegrini, vicepresidente de la república y
significativo miembro de la sociedad de la época. Fallecido en 1906, construida
en etapas, llama la atención el bajorrelieve que evoca la sede del Jockey Club
de la calle Florida creado bajo su patrocinio y especialmente la figura, en la
cima, del mismo Pellegrini. Colocado por encima del ataúd, sentado sobre él en
una actitud que trasluce energía y vitalidad, su postura no sólo desafía
claramente a la muerte sino también evoca el rol de Pellegrini como reconocido
orador. No sólo sonrie su rostro sino que su mano derecha, levantada, remite a
la arenga política
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