CATALINA DOGGAN. Su sepultura al lado y afuera de la Bóveda familiar.
Fotos personales tomadas e 2 de agosto y el 24 de octubre de 2019.
Es interesante observar cómo un gesto que en su tiempo fue considerado como revolucionario con una mirada un tanto anacrónico hoy se lo considera discriminador. La familia de Sáenz Valiente fue muy criticada en su tiempo por haber realizado este gesto de reconocimiento a quien fue una servidora fiel y eficaz. Una aclaración histórica: LA ESCLAVITUD EN ARGENTINA NO SE ELIMINÓ HASTA LA CONSTITUCIÓN DE 1853. En la Asamblea de 1813 se declaró la LIBERTAD DE VIENTRES, es decir, que quienes nacían a partír de ese año eran considerados libres pero sus padres continuaban siendo esclavos.
RECURSO
Familia de Sáenz Valiente... sobre amos y sirvientes
Esta bóveda, en la que es notable el paso del tiempo, es la más ambivalente de la Recoleta por la contradicción que encierra la historia de una época en la que amos y sirvientes mantenían la distancia que sus diferencias de clase imponían. Pertenece a la familia Sáenz Valiente.
Сasto Sáenz Valiente (1796 - 1870), era hijo de Anselmio Sáenz Valiente, fundador de la estirpe en el Río de la Plata. Fue un acaudalado comerciante, que por años trabajó en Chile en la empresa de su padre. Gran amigo y confidente de Gervasio Rosas, hermano de Juan Manuel de Rosas (el gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829-1852), lo heredó a su muerte recibiendo la estancia "Rincón de López" (donde Juan pasó su juventud).
Sáenz Valiente se casó con su prima Juana Iturarte Pueyrredón, tuvieron cuatro hijos, que a su vez heredaron y dividieron esta propiedad. Uno de sus nietos fue el pretendiente de Felicitas Guerrero, muerta al querer concretar su matrimonio (ella también yace en La Recoleta, en la bóveda de la familia de Alzaga).
Esta bóveda oculta una historia de fidelidad. La familia Sáenz Valiente como premio a la fidelidad de quien fuera su sirvienta, Catalina Dogan, se le concedió la deferencia de reposar en el mismo lugar de sus amos, pero fuera de la bóveda, en una simple sepultura y manteniendo la misma distancia.
Una vez abolida la esclavitud en el año 1813, muchos esclavos, al quedarse libres, optaron por quedarse trabajando con las familias de los cuales habían sido esclavos. Es el caso de Catalina Dogan, una esclava de esta familia que se quedó con ellos. Cuando murió, en 1863, los Sáenz Valiente tomaron la decisión casi heroica y revolucionaria en su momento de sepultarla en la tumba familiar. Una negra y, además, ex esclava. Pero, como era la sirvienta la sepultaron afuera.
Si bien no era costumbre de la época enterrar a los sirvientes cerca de los señores, debía reconocerle "la fidelidad y honradez" de la sirvienta, según reza su epitafio:
"Catalina Dogan falleció el 31 de agosto de 1863 a los setenta y cinco años de edad. Fue en su humilde clase de sirvienta un modelo de fidelidad y de honrrades".
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